Efectos económicos de la gripe

A día de hoy, las consecuencias económicas de la nueva gripe son incalculables. Para comenzar a estimarlas habrá que distinguir entre las directas y las indirectas. Habrá, además, que tener en cuenta que se produce en medio de una recesión global. Analizaremos en primer lugar las consecuencias en México, donde, sin duda, serán relativamente mayores que en otros países. Pero a los costes de la crisis en este país habrá que añadir los que se produzcan en otros --en Estados Unidos, por ejemplo, y en España, desde luego-- para tener una idea, que necesariamente será inicial y aproximada del coste económico de esta gripe para el mundo globalizado.

Entre las consecuencias directas podemos contar la ralentización o paralización temporal de la actividad económica en México, si todo el mundo se queda en sus casas hasta el día 5 de mayo, como ha pedido el presidente Felipe Calderón. Supongamos que le hicieran caso y durante una semana se dejara de producir en todo México el valor económico computable en el PIB. Siete días sin producir nada --un supuesto claramente exagerado-- le supondrían a México una reducción de su producto nacional de 27.100 millones de dólares, casi el 2% de su PIB. Aunque esta estimación pueda ser algo exagerada, nos indicaría que el orden de magnitud de las pérdidas causadas por la paralización de la actividad económica podría ser realmente impresionante.

A esta pérdida de valor producido en la economía habría que añadir los costes directos de las acciones preventivas y curativas, que estimaciones del Gobierno ponen entre 700 y 1.000 millones de dólares. Esto incluye gastos médicos de laboratorios, diagnósticos, medicinas, médicos y auxiliares, y toda la movilización de policías y militares necesaria en un territorio tan extenso.

Suponen un aumento sustancial del gasto público en conceptos de sanidad y orden público. La paralización de la actividad productiva sería, pues, el principal coste para la economía mexicana.
En segundo lugar vendría la paralización de las actividades turísticas. No es razonable pensar que la incidencia de la gripe porcina afecte a las exportaciones de manufacturas más de lo que lo ha hecho la crisis. Pero el turismo será una víctima especial. Miles de restaurantes y bares se han cerrado en todo el país. Los turistas han empezado a volver a sus países sin acabar sus vacaciones, y han dejado los hoteles de la Riviera Maya prácticamente vacíos. Los vuelos internacionales con destino a México llegan casi sin pasajeros y las cancelaciones están a la orden del día.

El conjunto de la industria turística en México supone el 6% del PIB. Su hundimiento puede generar una recesión tan grande como la que causó el efecto Tequila en 1995, cuando el PIB mexicano disminuyó un 6,5%. Un análisis somero de la balanza de cuenta corriente de México en el 2008 nos da una idea de las consecuencias económicas que puede tener la nueva gripe porcina. Los ingresos por entrada de turistas fueron de 12.852 millones de dólares en el 2007, y de 13.289 en el 2008. Las remesas de emigrantes, 25.589 millones en el 2008. Ambas partidas estaban cayendo por culpa de la recesión de los países ricos. Juntas suponían el 12% del ingreso de la balanza por cuenta corriente. La reducción de ingresos del extranjero por la recesión y la gripe podría duplicar el saldo negativo de la balanza de cuenta corriente, que a finales del 2008 fue de 16.000 millones.

Todo eso podría provocar una devaluación del peso y una reducción de las reservas, que sería necesario gastar para contener la caída de la paridad con el dólar. La moneda norteamericana se cotizaba el día 30 de abril a 13,70 pesos y la tendencia era a encarecerse. Antes de la incidencia de la nueva gripe, las reservas de moneda extranjera del Banco de México habían caído desde los 85.000 millones en diciembre del 2008 a los 77.500. Se puede presumir que a finales de abril hayan caído en unos 2.500 o 3.000 millones de dólares más. Todavía es pronto para estimar en qué medida la irrupción del virus vaya a agravar la recesión que México, como todos los demás países del mundo, estaba sufriendo.

Cuando se desencadenó la gripe asiática (SARS), en el 2002, el Banco Mundial hizo unas estimaciones de los costes que tendría en el caso de que se convirtiera en una pandemia fatal que causara millones de muertes. El organismo calculó que los daños económicos que podría llegar a causar en esas circunstancias ascenderían a 3 billones de dólares. La SARS, de hecho, solo mató a unas 800 personas en todo el mundo. No es de temer que la actual gripe pueda causar tales daños, a no ser que el virus sufriera una mutación verdaderamente diabólica, de lo cual no hay la menor evidencia.

Pero los daños del tipo experimentado en México sobre el turismo y la cuenta corriente podrían extenderse a otros países donde se den muchos casos de nueva gripe. Ya se están oyendo propuestas absurdas para limitar los viajes no solamente a México, donde la gripe ha tenido mayor incidencia, sino a cualquier país con una incidencia mucho menor de la enfermedad. La alerta no debe mutar en histeria, ni la nueva gripe convertirse en una excusa para el proteccionismo económico y otros oscuros designios nacionalistas.

Luis de Sebastián, profesor emérito de Esade.