El 2007, año menos malo

Los finales de año suelen prestarse a los balances. ¿Cuál puede hacerse, desde un punto de vista estratégico, del año 2007? ¿Ha sido un año beneficioso para el destino del planeta? ¿O habremos asistido, en cambio, a un empeoramiento de los conflictos y a una degradación general de la situación?

En términos absolutos, el 2007 no habrá sido muy bueno. Pero, comparado a los que hemos vivido desde principios de siglo, es ciertamente el mejor, o al menos el menos malo. Tres buenas noticias han jalonado el final de año. La más importante se refiere al acuerdo entre las dos Coreas relativo a la suspensión del programa nuclear norcoreano.

Muestra que la lucha contra la proliferación de armas de destrucción masiva no funciona únicamente mediante operaciones militares. Muestra igualmente que es menester hablar incluso con regímenes detestables en pos del objetivo de limitar su capacidad de dañar. El clima de confianza introducido por el presidente saliente surcoreano Roh Mu Hyun ha ayudado en mayor medida a templar las relaciones con Kim Jong Il que las usuales amenazas anteriores.

La segunda buena noticia es el reciente informe de las agencias de inteligencia de Estados Unidos (NIE) en el sentido de que Irán ha dejado de trabajar en la fabricación del arma nuclear desde el 2003. Según los servicios de inteligencia estadounidenses, incluso si Teherán reemprendiera ahora la militarización de su programa atómico, no se hallaría en condiciones de fabricar una bomba antes del 2015. Ello significa, sencillamente, que no existe urgencia para una operación bélica, en contra de lo que decían anteriormente George W. Bush y sus partidarios. Si antes se temía que el presidente estadounidense aprovechara su último año de mandato para embarcarse en una nueva aventura militar, tal operación parece ahora mucho más difícil aparte de que es casi imposible políticamente en las actuales circunstancias.

La tercera buena noticia es la celebración de la conferencia de Annapolis que sitúa en lugar preferente el principio mismo de negociación palestino-israelí, en suspenso desde el año 2000. Pero la continuación de la colonización, las declaraciones de los dirigentes israelíes deseosos de desvincularse de la aplicación de un calendario demasiado estricto y la ausencia de toda precisión sobre las cuestiones clave (fronteras, estatuto de Jerusalén, destino de los asentamientos, problemas de los refugiados) impiden alimentar un optimismo excesivo sobre la posibilidad de alcanzar un acuerdo de paz equitativo a medio plazo. En especial, sigue pareciendo poco probable que Estados Unidos y el resto de la comunidad internacional - en ausencia de todo avance real y efectivo- quieran presionar a Israel para inclinarle a una postura menos intransigente y más respetuosa del derecho internacional.

Mientras el mundo entero está preocupado por el futuro del medio ambiente, y el premio Nobel de la Paz Al Gore ha subrayado el carácter estratégico de la lucha contra el calentamiento climático, lo cierto es que los distintos países no han estado a la altura para ponerse de acuerdo sobre objetivos razonables de lucha contra el calentamiento climático.

Por otra parte, Iraq sigue debatiéndose en la guerra civil, como sucede en Afganistán. No es momento de triunfalismo para los estadounidenses y sus aliados en ninguno de ambos frentes. El terrorismo ha seguido golpeando con frecuencia a lo largo del año. Sigue siendo una amenaza real. No debe ser ignorado pero tampoco sobrestimado convirtiéndolo en el alfa y omega de las cuestiones estratégicas. Y debe ser combatido no sólo con medios militares, sino sobre todo y ante todo con iniciativas políticas.

Por su parte, con la adopción del minitratado, Europa puede reemprender su marcha interrumpida en el 2005 con el no francés al tratado constitucional. Pero si bien la Europa institucional avanza de nuevo, la autonomía estratégica de Europa está por construir. Europa sigue presa de la timidez y no parece querer - o poder- cobrar conciencia a un tiempo de sus responsabilidades reales que de hecho infravalora y de las esperanzas inmensas que suscitaría en el mundo si añadiera una pizca de fuerza estratégica a su "poder blando" importante y popular.

En cuanto a Rusia y China, prosiguen su senda de fortalecimiento como, en niveles inferiores, India, Brasil y Sudáfrica. África vuelve a la escena de la globalización. Continente abandonado en los años noventa, suscita últimamente todas las ansias y envidias, sobre todo por sus materias primas. Más vale dar envidia que lástima, pero África debe cuidar de no dejarse saquear por nuevos depredadores.

Pascal Boniface, director del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas de París. Traducción: José María Puig de la Bellacasa.