Desde hace más de un año somos testigos de la creciente oleada de antisemitismo en los campus universitarios de Estados Unidos. Pero lo que resulta tan sorprendente es que —a pesar de la existencia durante décadas de opiniones antisionistas en muchos campus— la mayoría de las familias y los jóvenes judíos veían su experiencia universitaria como una de las etapas más positivas de la vida estadounidense.
El hecho de que esa realidad haya cambiado drásticamente desde el 7 de octubre de 2023 es uno de los acontecimientos más inquietantes y superficialmente sorprendentes tanto en la historia de la educación estadounidense como en la experiencia de los judíos estadounidenses.
¿Cómo sucedió esto? Yo diría que la respuesta más elocuente a esa pregunta se encuentra en un libro del periodista británico Douglas Murray, escrito unos dos años antes de la masacre del 7 de octubre.
Titulado La guerra contra Occidente, Murray presenta una descripción detallada y en profundidad de una nueva forma de pensar en los círculos académicos, religiosos y culturales que considera toda la historia del mundo occidental como la mayor fuente de maldad en el mundo y como irredimible.
Murray describe en detalle esta idea que ayuda a explicar el perverso surgimiento posterior al 7 de octubre de una violenta deslegitimación del Estado judío y el peor auge del antisemitismo desde el Holocausto.
Murray argumenta que el odio despiadado a todo lo que represente a Occidente se ha convertido en el mayor mal al que se enfrenta la humanidad. Y que, si se adopta esta mentalidad, nada bueno puede resultar de lo que se considere occidental.
En este contexto, es fácil ver cómo la masacre de 1.200 israelíes de la forma más brutal, incluida la violación documentada de mujeres, se consideró una acción justificable. Y, en algunos espacios, un acontecimiento digno de celebración.
En muchos sentidos, el momento de este año que más captó el caótico estado de este mundo fue el testimonio ante el Congreso de los rectores de tres universidades sobre la cuestión del estallido del antisemitismo en los campus de Estados Unidos.
La congresista Elise Stefanik trató de interrogar a las presidentas de la Universidad de Pensilvania, Harvard y MIT para saber por qué, en un mundo en el que se castigaba la más mínima microagresión, se ignoraban en gran medida las agresiones y la seguridad de los estudiantes judíos.
Tratando de comprender la mentalidad de estos directivos universitarios, planteó lo que debería haber sido una pregunta fácil: ¿los llamamientos al genocidio de los judíos en sus campus constituyen intimidación o acoso? Las ahora infames respuestas, que desempeñaron un papel en la dimisión de dos de las rectoras, fueron: "Es una decisión que depende del contexto".
Aunque las críticas a las rectoras de las universidades fueron contundentes, con demasiada frecuencia se centraron en lo equivocado del enfoque. Se les condenó por presentar respuestas de tipo jurídico a lo que debería haber sido un sí inequívoco. Eso sugiere que simplemente intentaban apaciguar a ambas partes en lugar de creer realmente en lo que decían.
De hecho, en consonancia con la tesis de Murray de que todo lo que se asocia con Occidente es culpable de racismo, imperialismo y pura maldad, el hecho de que los llamamientos al genocidio de los judíos no siempre se consideren antisemitismo implica claramente que algunos de esos llamamientos tienen cierta justificación. Porque los sionistas —es decir, los judíos— son vistos como los representantes de Occidente en el Medio Oriente. Y, por tanto, merecen el comportamiento extremo que se exhibe hacia ellos.
En otras palabras, lo que ocurrió el 7 de octubre y después puede tener cierto mérito debido al supuesto mal que Israel y los sionistas han hecho.
Es legítimo tener diferentes opiniones sobre el conflicto palestino-israelí y proteger la libertad de expresión en los campus. Sin embargo, es totalmente ilegítimo relativizar la masacre del 7 de octubre –uno de los grandes horrores contra el pueblo judío–. O negar que las agresiones, tanto físicas como verbales, hacia estudiantes judíos constituyen antisemitismo.
Esta teoría también explica cómo una democracia liberal como Israel, que protege a las minorías, puede seguir siendo condenada, mientras que quienes rechazan esos valores —incluido Hamás— suelen recibir apoyo porque todo se ve a través del prisma de la culpabilidad de Occidente.
Esto no quiere decir que no haya lugar para la crítica a Occidente. Sin embargo, la visión extrema de Occidente como responsable de la mayoría de los males del mundo ha generado una percepción tan distorsionada y tóxica de las cosas, incluida la demonización de Israel, que se llega al punto de defender la masacre masiva de judíos.
Todo ello conduce a un mundo en el que los ataques a estudiantes judíos son legitimados porque los judíos son presentados como los principales defensores del Estado sionista.
¿Qué hacer al respecto?
Es necesario volver a una educación rigurosa, que no ignore los defectos de la historia de Occidente. Pero que reconozca las muchas contribuciones que los valores y normas occidentales han hecho a un mundo mejor, así como a los problemas persistentes en otras sociedades.
Israel entonces sería visto como una sociedad imperfecta con valores e instintos democráticos a la que aún tiene desafíos por resolver, en lugar de la entidad monstruosa y malvada que se presenta falsamente.
Kenneth Jacobson es subdirector nacional de la Liga Antidifamación (ADL).
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06/ene/2025
Estimado Kenneth Jacobson
Leí su artículo donde hace referencia al libro “La guerra contra occidente” de Douglas Murray. Disiento en parte con la visión sobre el origen de esta guerra que ustedes plantean.
a) Contexto
Para darle un contexto a mi visión, le cuento que, en Argentina donde vivo, los últimos 60 años fueron un impresionante laboratorio sociológico. Confluyeron, golpes militares con sus masacres, el nazi-fascismo de derecha, el nazi-fascismo de izquierda, ambos expresados en grupos guerrilleros terroristas, en partidos políticos y sus medios de comunicación. A estos hechos se agregaron el idolatrado de un siniestro personaje como “Che Guevara”, la visión tercermundista de la Iglesia Católica y en ciertos sectores de clase media, la visión sobre el ser humano de Sigmund Freud. En pocas palabras, tuvimos de todo.
b) Marxismo
La mayoría de los movimientos universitarios, sectores de intelectuales, de periodistas, de actores, etc., están cooptados por la ideología marxista.
La desintegración de la URSS no significó la desaparición del marxismo o comunismo. Esto se observa en el presidente de España y en varios de América Latina como los de México, Nicaragua, Colombia, Venezuela, Brasil, Bolivia y Chile, todos antisemitas.
Esta penetración ideológica también se dio en Europa y ahora en las universidades de EEUU.
¿Por qué la izquierda marxista penetró tan fácilmente en sectores culturalmente elevados, con qué argumento?
Los marxistas se presentan como los buenos de la película, se preocupan por los pobres y desposeídos de la tierra, a quienes conducirán a la libertad, asignándose la función de dirigirlos. Son los Robín Hood modernos. Esto caló muy hondo en las juventudes universitarias. Muchos lavan sus culpas y otros le encuentran sentido a sus vidas.
En Europa, esta actitud de sometimiento a los pobres y desposeídos, al permitir el ingreso irrestricto de inmigrantes musulmanes y sin ningún tipo de límites en su accionar, le está costando su existencia como sociedades modernas y libres
Nadie reflexiona por qué fracasan las sociedades marxistas que solo generaron pobreza y dictaduras. El porqué de este fracaso será motivo de otro análisis, si bien S. Freud nos anticipó al respecto.
El movimiento del Tercer Mundo de la iglesia católica, siendo el actual papa Francisco I (Bergoglio) un buen ejemplo del mismo, tiene un pensamiento similar, los pobres son todos buenos, hay que ayudarlos sin exigirles nada y se les deben perdonar sus actitudes conflictivas.
c) Antisemitismo
Está claro que en Occidente el antisemitismo es impulsado por los movimientos políticos de izquierda y los motivos son muy diferentes al antisemitismo en el mundo musulmán, objeto de otro análisis.
Es inevitable para los movimientos políticos de izquierda odiar a los judíos, este odio está en su estructura ideológica, en su inconsciente colectivo desde el mismo momento en que Carlos Marx escribió, en 1843, una sentencia lapidaria, “El judaísmo debe desaparecer para el bien de la humanidad”.
En el texto “Sobre la cuestión judía” Carlos Marx redactó las bases ideológicas del antisemitismo moderno y profirió decenas de insultos para denigrar a los judíos. Como un dios ateo, que sin embargo se casó en la iglesia de San Pablo de Kreuznach el 19 jun1843, emitió entre otros agravios los siguientes:
El dios de los judíos es el dinero.
El judío no tiene cabida en una sociedad justa.
Los judíos viven para hacer dinero.
El judío desprecia la teoría, el arte, el humanismo...etc.
Dentro de la izquierda marxista, la palabra sionismo es mala palabra y se les exige a los judíos dejar de serlo para dar el ejemplo. Como judío me siento agraviado por el marxismo, lo que me ha ocasionado la ruptura de lazos familiares y de amistad.
El odio a los judíos en los movimientos políticos de izquierda incluso los políticos de origen judío, está en su ADN y por ello es que apoyan o guardan silencio ante cualquier grupo que declare querer exterminar a los judíos, como Hamas o Hezbollah. Este antisemitismo precede la creación del Estado de Israel en 100 años, siendo precursor del antisemitismo de Hitler.
En mi opinión, la denuncia de los escritos de Carlos Marx sobre los judíos, es la forma de combatir el antisemitismo en occidente ya que expone la crueldad y las mentiras de los políticos de izquierda.
El diario Clarín, perteneciente a uno de los más importantes grupos de multimedios de Argentina, publicó el 14 dic 2023 un artículo, de mi autoría, que trata el tema. Les adjunto el link del artículo y más abajo, el artículo.
https://www.clarin.com/opinion/marxantisemitismo_0_FUE01xs0XL.html
Es mi deseo que se conozca la posición de Marx frente a los judíos y, quedo, a la espera de conocer vuestra opinión al respecto.
Lo saludo muy atentamente
Alfredo Tolchinsky
Córdoba, Argentina
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