El arco de Hércules

Con el sugerente título en español de «El arco de Hércules», James Boyd White inicia una serie de diez sabrosos ensayos sobre la retórica y la poética en el Derecho. El primero lo dedica a la persuasión y la comunidad en «Filoctetes» de Sófocles. El asunto me ha venido a la cabeza ante la preocupante situación de que pueda no existir realmente una oposición al Gobierno en España. Una alternativa y una expectativa reales.

La legitimidad democrática supone dos condiciones: el derecho de oposición y la libertad de sufragio (Ferrero). La existencia de una oposición al poder es fundamental para que haya democracia. Es una condición necesaria, pero no suficiente. Porque la democracia no solo es un asunto de principios, sino un asunto de realidades; no se puede desligar de su dimensión práctica (Tocqueville, Stuart Mill). La política responde a necesidades y exigencias reales.

En algún momento, la oposición debe sustituir a la mayoría gubernamental. Si no es capaz de hacerlo, disponiendo de instrumentos para conseguirlo, entonces, suceden dos cosas. Primera, que el problema no es imputable a quien ocupa el poder. Segunda, que, en verdad, no existe oposición al poder, más allá de una retórica.

Me fijo solo en la oposición parlamentaria y, por tanto, dejo de lado la oposición extraparlamentaria y la oposición «ideológica» (la que se opone a las bases legitimadoras del sistema mismo). Esta última, además, en el momento actual, insólitamente, no forma parte de oposición alguna, sino que integra la mayoría parlamentaria y está en el Gobierno. «Cosas veredes, amigo Sancho...». Cosas de España.

Según el barómetro de ABC-GAD3, publicado el 9 de junio, «el centro-derecha supera a la izquierda por nueve escaños y 4,2 puntos de voto». Si, ahora, o, en el medio plazo, no es posible que PP, Vox y Ciudadanos se fusionen como, en 1989, sucedió con el propio Partido Popular, que nació de la suma de tres partidos, no deberían dudar en coaligarse en cuantos comicios se celebren para convertirse en auténtica oposición al poder, esto es, pasar del bla-bla-bla a la posibilidad real de ser alternativa.

Con toda probabilidad y razón a esta hora del caos político nacional que estamos transitando en fase aguda desde diciembre de 2015, el PSOE se percibe a sí mismo como el único capaz de enhebrar una mayoría al pactar con quien haga falta. Naturalmente, es una falacia. Pero no se puede culpar a quien la promueve, sino a quien cae en ella o se la traga. La cuestión decisiva es que ese «con quien haga falta» es todo aquel que se someta a lo que el PSOE quiere, que, hasta ahora, coincide en un 99 por ciento con lo que desean fuerzas políticas claramente contrarias a los postulados defendidos por PP, Vox y Ciudadanos.

Desde este equilibrismo extremo del partido principal del Gobierno, se agita últimamente el engaño -dicho en términos taurinos- de que, forzado por las obligaciones con los acreedores venideros para superar la ruina que ha generado el coronavirus, pueda pactar los Presupuestos Generales del Estado con Ciudadanos, que Podemos no podría aceptar -con lo que engrosaría la oposición-, y que el PP no tendría otra opción que apoyarlos al ser un «partido de gobierno». Sin embargo, no parece creíble; porque el PSOE necesita de los apoyos parlamentarios que solo le puede atraer Podemos, si no quiere agonizar durante dos años; y porque el nefasto rabillo del ojo con que se miran PP-Vox, le impediría a aquel entregar dos años de gobierno a Pedro Sánchez. Pues, mientras no estén aliados, PP y Vox son competidores, y semejante victoria del PSOE, se convertiría en derrota del PP. No se olvide que Sánchez lleva gobernando con los presupuestos prorrogados desde hace dos años. ¡Los presupuestos de Rajoy-Montoro!

La situación entre el PP, Vox y Ciudadanos se parece a la que sirve de inspiración a Boyd White para reflexionar sobre la persuasión. Rumbo a Troya, los aqueos abandonan a Filoctetes en una isla del Egeo, a causa del hedor insoportable de una herida infectada del pie. Durante diez años sobrevive gracias a un arco divinal con sus flechas infalibles, regalo de Hércules. Entonces, un adivino revela a los aqueos que no tomarán Troya sin el arco, y encargan a Ulises y Neoptólemo la misión de traerlo para conquistar la ciudad. ¿Tardará también, el centro-derecha, diez años en darse cuenta?

PP, Vox y Ciudadanos tienen que zafarse de los complejos, de las purezas como escrúpulos y del sentimiento de inferioridad. Si la oposición deja que el poder le marque lo que es su función está definitivamente perdida. Si no quiere quedar «reducida a una pura especulación metafísica, tiene que estar en función de unas posibilidades alternativas históricas y de unas fuerzas concretas que, como oposición real a lo existente, muestren la posibilidad de realizar aquellas» (De Vega). Si, por hache o por be, no es capaz de ello, ni es auténtica oposición, ni tendrá ninguna opción ante el electorado de ser alternativa. Y el votante no militante votará al que estime con más posibilidades de ganar.

Daniel Berzosa es profesor de Derecho Constitucional y abogado.

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