El ascenso de Silicon China

El ascenso de Silicon China

En el futuro, si no ahora mismo, los Silicon Valleys de la inteligencia artificial (IA) estarán en China. Las empresas tecnológicas Xiaomi, Baidu, Didi Chuxing, Meituan y Toutiao tienen sus casas matrices en Beijing. Alibaba, el gigante del comercio electrónico de China, tiene sede en Hangzhou. Y Tencent, un conglomerado multinacional que está invirtiendo fuertemente en IA, está en Shenzhen. Tencent ya tiene una capitalización de mercado superior a la de General Electric, y Baidu es más grande que General Motors.

China tiene la posibilidad de liderar en IA porque ha logrado adoptar nuevas tecnologías muy rápidamente. De la misma manera que millones de consumidores en la India pasaron directamente de no tener teléfono a usar teléfonos inteligentes -pasando por alto las líneas terrestres y los celulares con tapa-, los consumidores chinos hoy están haciendo lo mismo, y en un amplio rango de nuevas tecnologías. Por ejemplo, los compradores chinos se han saltado las tarjetas de crédito y pasaron directamente a utilizar plataformas de pago electrónico. Mientras que Apple Pay está teniendo dificultades para ganar velocidad en Estados Unidos, Tencent ya está facilitando más de 600 millones de transacciones sin efectivo por día.

Tencent y otras plataformas centralizadas masivas de empresas chinas les dan una ventaja en materia de investigación y desarrollo de IA, permitiéndoles generar y recopilar enormes almacenamientos de datos con los cuales apuntalar sus algoritmos de aprendizaje automático. Estas plataformas también gozan de un poder casi monopólico, que las ayudará a monetizar las aplicaciones de IA en el futuro.

Es más, las empresas chinas se están beneficiando de las normas culturales chinas respecto de la privacidad. En Occidente, la privacidad es considerada un derecho personal al espacio propio y, por extensión, a los datos propios. Esta concepción de la privacidad es buena para los individuos y, podría decirse, para la sociedad; pero es mala para los desarrolladores de IA, que enfrentan obstáculos para acceder a los datos que necesitan para alimentar sus algoritmos.

Por el contrario, en la cultura china, la privacidad es vista con sospecha, como una forma de secretismo. Se supone que una persona honesta no debería tener nada que esconder del dominio público, de manera que los consumidores chinos suelen estar felices de entregar sus datos. A diferencia de la India, que ha adoptado un "derecho a la información", y de la Unión Europea, que ha codificado un "derecho a ser olvidado", no ha habido ninguna discusión seria sobre la privacidad de los datos en China.

Esto les viene de perillas a las empresas tecnológicas chinas. El marco legal en China permite que las empresas tecnológicas recojan un amplio rango de datos de usuarios para una amplia variedad de propósitos, como la creación de sistemas de puntuación social, como Sesame Credit de Alibaba.

Aun así, las limitadas oportunidades de financiamiento e inversión -tanto en el país como en el exterior- podrían desacelerar el progreso de China en IA y otros campos relacionados. Los ahorristas chinos tienen pocos incentivos para colocar su dinero en los bancos chinos, porque la tasa de inflación es más alta que la tasa real de retorno sobre los depósitos. Y dada la alta volatilidad de los precios al consumidor de China, mucha gente duda a la hora de dejar inactivos sus ahorros durante mucho tiempo.

Es más, existen pocos motivos para invertir en el Índice Compuesto de la Bolsa de Shanghái mientras las tasas de crecimiento económico sean sistemáticamente más elevadas que el desempeño de la bolsa. Y los inversores temen una repetición de 2015, cuando la turbulencia del mercado llevó a la intervención del gobierno, a una marcada caída de los precios y a varias suspensiones de las operaciones. El gobierno efectivamente logró estabilizar los precios, pero lo hizo creando incentivos adicionales para los operadores y prohibiendo las ventas en corto y la venta de acciones por encima de un determinado umbral.

Un tercer problema es que un incremento estable de los precios de la vivienda ha hecho más riesgosa la inversión en todos los activos de riesgo. Zhou Xiaochuan, gobernador del Banco Popular de China, ahora está advirtiendo sobre un "momento Minsky", por el cual la creciente deuda de los hogares de China impulsada por las hipotecas podría derivar en un repentino colapso de los precios de los activos.

Un problema final es que las empresas chinas enfrentan limitaciones para invertir en el exterior. Además de los propios controles de capital del gobierno chino, el gobierno de Estados Unidos ha venido considerando mayores restricciones a las inversiones chinas en sectores estratégicamente importantes, en especial aquellos relacionados con la IA y el aprendizaje automático. En verdad, los reguladores de Estados Unidos recientemente bloquearon el intento de Alibaba de adquirir MoneyGram, aduciendo cuestiones de seguridad nacional.

La perspectiva de una revolución de IA liderada por China plantea oportunidades y retos a la vez. Desde la perspectiva de Occidente, podría permitir una mayor colaboración con una de las economías más dinámicas del mundo. Y podría acercar más a China al redil del orden internacional basado en reglas.

Sin embargo, al mismo tiempo, el liderazgo de China en IA probablemente ocasione más enfrentamientos entre las empresas chinas y los reguladores extranjeros. Los gigantes tecnológicos de China se están expandiendo internacionalmente, y su estrategia en materia de recopilación de datos y privacidad presentará un dilema para otros países. El desafío consistirá en contener los riesgos de hacer negocios con un estado iliberal, sin perder las inversiones y las innovaciones chinas.

Marion Laboure, former economist at the Luxembourg Central Bank, European Commission, and Barclays, is an associate of the Department of Economics at Harvard University.
Haiyang Zhang is a graduate student at Harvard Kennedy School.
Juergen Braunstein is a research fellow at the Harvard Kennedy School’s Belfer Center.

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