Hace apenas diez meses que China lanzó su contrato de futuros de petróleo, denominado en yuanes (renminbi), en la Bolsa Internacional de Energía de Shanghái. A pesar de los malos presagios y el resonar de estridentes alarmas, los mercados petroleros continúan funcionando, y los contratos de futuros de China se han establecido y superado, en términos de volumen, a los futuros de petróleo denominados en dólares que se negocian en Singapur y Dubái.
Por supuesto, el volumen de transacciones en la Bolsa Internacional de Energía de Shanghái (INE) todavía se encuentra por detrás del de los contratos de futuros de petróleo Brent negociados en Londres y los futuros de crudo de West Texas Intermediate (WTI) que se negocian en Nueva York. Sin embargo, el contrato de futuros de petróleo de China está siendo tomado en serio por los comerciantes multinacionales de materias primas (como Glencore) y su precio es determinado en una manera que es comparable a aquella usada para establecer los índices Brent y WTI. Tal como argumentamos en The Asia-Pacific Journal, estos resultados sugieren que los futuros de petróleo de China podrían llevar al renminbi al núcleo de los mercados mundiales de materias primas.
Se puede anticipar que el lanzamiento del contrato de futuros de petróleo ampliará el alcance del comercio de productos denominados en renminbi. A medida que la mayoría de las importaciones de petróleo de China llegan a tener un precio en su moneda nacional, los proveedores extranjeros tendrán más cuentas denominadas en renminbi con las que pueden comprar no sólo bienes y servicios chinos, sino también títulos y bonos del gobierno chino. Esto se puede anticipar para fortalecer los mercados de capital chinos y promover la internacionalización del renminbi – o, al menos, la progresiva desdolarización del mercado del petróleo.
Durante la última década, la estrategia de China para internacionalizar el renminbi ha implicado una mayor dependencia de los Derechos Especiales de Giro (DEG) del Fondo Monetario Internacional como una moneda de reserva internacional alternativa al dólar. El entonces gobernador del Banco Popular de China, Zhou Xiaochuan, explicó la estrategia en un ensayo publicado el año 2009. Con nuevas asignaciones de DEG a potencias industriales emergentes, como China, los DEG, basados en una cesta de monedas que incluye el renminbi, no sólo podrían ser útiles como una herramienta de desarrollo, sino que también como un medio de pago internacional que rivalice con el dólar estadounidense. A raíz de la crisis financiera mundial del año 2008, un sistema financiero internacional centrado en los DEG también se convirtió en una posibilidad atractiva para otros países.
El ensayo del 2009 escrito por Zhou galvanizó estos esfuerzos, ya que él destacó las evidentes deficiencias del sistema centrado en el dólar (por ejemplo, el impacto que tienen los déficits crónicos de Estados Unidos) y delineó las ventajas de los DEG como un medio alternativo para pagos internacionales.
El establecimiento de un comercio de petróleo basado en renminbi en un momento en que China y muchas otras economías se enfrentan a aranceles agresivos impuestos por Estados Unidos y la posibilidad de un mayor avance del comercio basado en el renminbi en otros mercados de materias primas, sugiere que el dólar estadounidense podría enfrentar un desafío sin precedentes a su hegemonía. Es posible que en un futuro próximo ya no se vea al dólar como el ancla del sistema monetario internacional, dando fin así a lo que Valéry Giscard d'Estaing denominó como el “privilegio exorbitante” del que goza Estados Unidos como resultado de la centralidad del dólar en el mercado internacional.
Si las metas finales de China incluyen la internacionalización del renminbi, su objetivo más inmediato, impulsado en parte por los aranceles o sanciones estadounidenses impuestas a China y a otros países, es la desdolarización del sistema internacional. Esto se refleja en el desplazamiento que conduce a la promoción de un contrato de futuros de petróleo negociado en Shanghái, lo que representa una ruptura decisiva con la estrategia de China orientada a los DEG.
Asimismo, esta es una forma en la que China puede capitalizar las sanciones comerciales estadounidenses impuestas en su contra – la exposición de las cargas que causan dichas sanciones. Tanto Rusia como Irán, por ejemplo, están vendiendo petróleo a China y aceptando pagos en renminbi, en respuesta a las sanciones reales o potenciales impuestas por Estados Unidos. Además, estos países realizan grandes importaciones de China y también tienen otras razones para buscar el fortalecimiento de lazos con dicho país.
China, sin duda, considera que el surgimiento de contratos petroleros denominados en renminbi es un medio para que las empresas chinas compren petróleo y gas en su propia moneda, evitando así su exposición a las fluctuaciones de las monedas extranjeras, al mismo tiempo que China dispara un tiro de advertencia a la supremacía del dólar estadounidense. El hecho de que China sea ahora el mayor importador de petróleo del mundo, así como una economía líder en comercio y manufactura, le da peso a su “petroyuan” y a otras iniciativas para internacionalizar el renminbi. Si China puede resistir los contraataques estadounidenses, sus esfuerzos sentarán las bases financieras para el surgimiento de un mundo multipolar.
John A. Mathews is Professor Emeritus in the Faculty of Business & Economics at Macquarie University, Sydney, and the author of Greening of Capitalism. Mark Selden is a senior research associate in the East Asia Program, Cornell University and the editor of The Asia-Pacific Journal: Japan Focus. Traducción del inglés: Rocío L. Barrientos.