El autismo y el Estatut

Por Francesc de Carreras, catedrático de Derecho Constitucional de la UAB (LA VANGUARDIA, 22/12/05):

Los políticos catalanes demuestran en los últimos tiempos un cierto autismo. En psicología, el autismo suele definirse como un repliegue de la personalidad sobre uno mismo caracterizado por la incapacidad de establecer contacto con los demás y convertir a la propia persona en el centro de todo cuanto acontece a su alrededor con el fin de mantener estable el entorno en el que cree vivir y actuar. Pienso que este concepto explica muchas actitudes de la clase política catalana.

Esta actitud es especialmente visible en el proceso de reforma del Estatut. Durante el curso pasado asistí a diversas sesiones académicas en las cuales se debatía la constitucionalidad de las ideas básicas del proyecto que se estaba gestando. Los juristas catalanes que lo defendían obtenían siempre la misma respuesta de los demás asistentes: la reforma que se propone desde Catalunya adolece de graves problemas de inconstitucionalidad. Ministros del Gobierno, como Solbes y Sevilla, o relevantes dirigentes del PSOE, como Chaves, se expresaban públicamente en el mismo sentido.

Sin embargo, en Catalunya, tanto los técnicos como los políticos no se movían un ápice de sus puntos de partida, insistiendo siempre en que estaban convencidos de la constitucionalidad del proyecto. A finales de septiembre, el Parlament aprobó un texto en el que no sólo se incluían todos los aspectos que para una apabullante mayoría de juristas de fuera de Catalunya se situaban al margen de la Constitución, sino que, además, estaba escrito en una trasnochada épica simbólica e identitaria que ha producido el natural rechazo de los sectores más diversos. Pues bien, a pesar de todo ello, los responsables del proyecto catalán se mantenían imperturbables: el texto era perfectamente constitucional. Seguían autistas: replegados en sí mismos, incapaces de escuchar las advertencias de los demás, necesitados como estaban de preservar un ambiente estable que les diera toda la razón.

A partir de la aprobación del texto en el Parlament, tanto el Gobierno Zapatero como el PSOE han precisado muy exactamente los aspectos que consideraban inconstitucionales. El dictamen emitido por cuatro catedráticos de Derecho Constitucional fue una importante carga de profundidad dirigida contra el proyecto: aspectos esenciales se consideraban inconstitucionales en la misma línea de los debates académicos a los que antes me refería. Este dictamen fue adoptado por la dirección del PSOE como posición propia frente al Estatut. Pocos días después, el discurso de Zapatero en el debate de toma en consideración en el Congreso no hacía otra cosa que insistir en lo mismo.

A pesar de todo ello, los políticos catalanes seguían autistas. En efecto, aunque en Catalunya las críticas han aumentado en las últimas semanas, los defensores del nuevo Estatut siguen dominando la opinión pública catalana en la misma medida que apenas encuentran apoyos en el resto de España. Aún el domingo pasado, el president Maragall decía en estas páginas de La Vanguardia que desde su punto de vista "no hay que tocar mucho del Estatut en Madrid". El autismo sigue. Y en los últimos días se ha renovado: tanto la contraoferta de Solbes sobre financiación como el texto alternativo hecho público por el Gobierno parecen haber sorprendido a los políticos catalanes. Digo parecen porque su reacción o es autista o es hipócrita: conocían perfectamente las posiciones del Gobierno desde hace tiempo y en concreto conocían el texto alternativo porque lo han estado negociando durante las últimas semanas con los equipos de la Moncloa. Por tanto, sorpresa, ninguna. Solbes y la Moncloa están donde estaban. El texto alternativo no es más que la aplicación del dictamen de los constitucionalistas. Ello es fácilmente comprobable si se leen ambos.

Por si faltaba algo, una autoridad de tanto peso como es el profesor García de Enterría, que no prodiga sus manifestaciones políticas, hizo en el ABC del domingo pasado unas contundentes declaraciones que no dejaban lugar para la duda: "Lo que es nuevo, lo que provoca la crispación, donde están los excesos en realidad, donde está, incluso, la puesta en cuestión del porvenir del país, es en el proyecto de Estatut, ese que han mandado los catalanes, que es completamente infumable. No hay duda de que va contra la Constitución, y si el Gobierno tuviera la intención de aprobarlo así, sería rechazado por el Tribunal Constitucional. AVALLONE Eso lo sabe todo el mundo. Ese proyecto no puede ser aprobado". Atención: no es sólo inconstitucional, sino completamente infumable.

Por tanto, aquí hay gato encerrado. Alguien engaña u oculta sus verdaderas intenciones. ¿Hasta dónde está dispuesta a rebajar ERC al mostrar tanta sorpresa ante unas posiciones que ya conoce? ¿Conoce Maragall lo que pactaron en septiembre Zapatero y Artur Mas? Y si lo conoce, ¿está de acuerdo? Porque sobre esta entrevista no hay una versión oficial, aunque existen muchas versiones oficiosas. ¿No será que lo pactado entonces sea la retirada del Estatut, nuevas elecciones en Catalunya, pacto entre CiU y PSC para ofrecer la presidencia a Artur Mas, previsiblemente el más votado? Así, de una sola tacada, Zapatero se quitaría de encima a ERC y a Maragall, los dos elementos que le hacen perder voto según las encuestas y le ocasionan graves problemas en el PSOE.

Todo puede ser. Ahora bien, para este viaje no hacían falta tantas alforjas. Nos podíamos haber ahorrado el tripartito, el Estatut, el boicot y el malestar generado en España.