El baile hacia el centro

Tras la larga campaña de un Romney severamente conservador, en los tres debates presidenciales hemos visto al Mitt moderado. El baile hacia el centro es un fenómeno que muchos candidatos y partidos suelen necesitar para ganar elecciones. Las bases del Partido Republicano son fieles y están animadas a votar, pero no reúnen apoyos suficientes para ganar. Por lo tanto, necesitan o bien una escasa participación demócrata en las urnas o lograr un margen importante de votos de independientes. La maquinaria de campaña de las bases de Obama es legendaria, y por eso los republicanos no pueden contar con lo primero; Romney no tiene otra opción que captar independientes para asegurar su victoria. Por lo tanto, después de un año escondido detrás del Romney conservador, ha vuelto a salir su álter ego,el Mitt moderado, justo a tiempo para los debates, cambiando de opinión tanto en asuntos de política nacional como exterior.

Las mujeres son votantes cruciales en esta elección y temas como el derecho de acceso al aborto y la contracepción nos indican el respeto que tiene un candidato por nuestra igualdad, independencia y dignidad. Romney tiene opiniones distintas: están muy bien documentadas sus declaraciones a favor del derecho de decidir sobre el aborto (o sea, pro-aborto) durante su época política en el Estado progresista de Massachusetts.

Pero en su primer intento de lograr la nominación presidencial del partido republicano, en 2008, tenía que demostrar que era un verdadero candidato conservador y se declaró a favor de la vida (o sea, anti-aborto). En un artículo que escribió en National Review en febrero de 2011 dejó clara su posición en contra del aborto, con las excepciones de violación, incesto o para salvar la vida de la mujer, y escribió que haría “todo lo que estuviese en su poder” para restringir el derecho al aborto con una legislación especifica. En cambio, hace unas semanas, declaró: “No hay ninguna ley relacionada con el aborto que vaya a incorporarse a mi programa”.

La política exterior es lo que más seguimos desde fuera de Estados Unidos Romney y los republicanos llevan meses proclamando la necesidad de asegurar la libertad a través de la fuerza. Según su visión del excepcionalismo de Estados Unidos, durante los últimos cuatro años de apaciguamiento de Obama, hemos perdido el respeto del resto del mundo; a pesar de lo que digan las encuestas internacionales de opinión, hace falta que Estados Unidos practique políticas exteriores unilaterales y bélicas para ser respetado.

Estas declaraciones muestran que el núcleo de las diferencias entre Obama y Romney en asuntos exteriores, antes de los debates, tenía que ver con la combinación de poder blando y de poder duro. El poder blando es “la capacidad de obtener lo que se quiere mediante la atracción en lugar de la coacción” según Joseph Nye, politólogo estadounidense creador del término. Nye explica el poder duro como “la capacidad de utilizar las zanahorias y palos del poder económico y militar para que otros sigan su voluntad”. Los últimos cuatro años hemos sido testigos de una política exterior de Obama que valora el poder blando junto con el duro. A través de sus declaraciones, podemos entender la política exterior del Romney conservador como más parecida a la de George Bush, basándola en amenazas de usar la fuerza y sanciones económicas.

La despreocupación de Romney por el poder blando ha sido muy evidente en los últimos meses. Pero en el tercer debate, Romney se convirtió al poder blando: no solo estaba de acuerdo con Obama en la necesidad de colaborar con nuestros aliados sino que, además, hablaba de paz. En la campaña de las primarias de los republicanos, Romney estaba en contra de fijar una fecha para salir de Afganistán. En cambio, en el tercer debate dijo que simplemente está en contra de anunciar la fecha. Antes estuvo de acuerdo con la guerra en Irak, pero en el tercer debate declaró: “no queremos otro Irak, no queremos otro Afganistán; no es el camino adecuado para nosotros”. Durante las primarias, recomendaba amenazas bélicas para Irán, pero en el debate dijo: hay que recordar que la misión es “disuadir a Irán de tener un arma nuclear a través de medios pacíficos y diplomáticos”.

¿Qué Romney gobernaría? Es un gran error dejar que el Romney moderado nos seduzca tanto que creamos que es el verdadero. Podemos imaginar de forma realista cómo gobernaría Romney a través de sus simpatizantes, que no tienen nada que perder siendo claros. La presión que vendrá de sus donantes, del Partido Republicano y de sus grupos de presión como el Tea Party y Americans for Tax Reform, será tremenda. Romney, como todos los presidentes del mundo, querría volver ganar y les necesitaría.

Unos pocos votantes independientes en los Estados clave decidirán dentro de unos días quién dirigirá Estados Unidos (y el mundo) durante los próximos cuatro años. Espero que no voten por el cambio simplemente por el mero cambio. En vez de aceptar la falsa esperanza de un cambio conservador disfrazado como moderado, confío en que sean lo suficientemente inteligentes como para rechazar esta manipulación.

Alana Moceri es analista política estadounidense y docente de la comunicación política en la Universidad Europea de Madrid.

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