El BCE mueve ficha

Por Josep Oliver Alonso, catedrático de Economía Aplicada de la Universitat Autònoma de Barcelona (EL PERIÓDICO, 07/12/05):

El Banco Central Europeo (BCE) no defraudó las expectativas de los mercados y el jueves pasado elevó los tipos de interés, dejando el de intervención en el 2,25%. El gobernador Jean-Claud Trichet argumenta que los precios han alcanzado el 2,4%, por encima del límite del 2%.

Al BCE también le preocupa que haya demasiada liquidez, dinero en manos de particulares y empresas, que podría acabar alimentando un proceso inflacionista que no desea.

La evolución de estos dos indicadores –el aumento de los precios y el excesivo crecimiento de la cantidad de dinero– son el motivo que ha llevado al BCE a intervenir en el mercado monetario para fijar el precio del dinero y dejarlo en el 2,25%.

No son razones de peso. El aumento de la inflación es coyuntural, por la subida de los precios vinculados al petróleo, y su tendencia alcista ha amainado las últimas semanas. Descontando ese efecto, la inflación crece a un ritmo más que moderado, cercano al 1,5%.

Además, el crecimiento de la masa monetaria en manos del público (la que los expertos llaman M3, la disposición a gastar) se ha situado sistemáticamente desde 1999 por encima de los objetivos de la autoridad monetaria. Y ello no parece que haya provocado aumentos indeseables de la inflación.

Que estos dos argumentos no tienen un aval firme aparece nítidamente cuando el propio BCE afirma que a esa elevación de tipos de interés no le seguirán otras.

Ello me lleva a sugerir una interpretación alternativa, que ayudaría a entender, también, la paradójica decisión del gobierno alemán de elevar los impuestos y reducir el gasto público.

¿Qué les sucede al BCE y al gobierno alemán para que tomen medidas contrarias al crecimiento económico? Uno por su política monetaria de contención y el otro por restringir el crecimiento de su PIB con duras medidas fiscales.

PARA ENTENDER ese comportamiento merece la pena recordar la reciente advertencia del BCE de que no concedería préstamos a aquellos bancos que utilizaran, como prenda, la deuda pública que las agencias internacionales de calificación pusieran en duda. Aunque la de ningún país de la eurozona se encuentra en esa situación, Portugal, Italia y Grecia son candidatos si continúan con sus actuales déficits presupuestarios. Como la exigencia del BCE para que se cumpla el Pacto de Estabilidad no se ha atendido, éste teme que el comportamiento de algunos países de la eurozona acabe afectando negativamente al conjunto de la Unión Monetaria gestada en Maastrich.

No hace mucho, la prensa económica internacional se hacía eco del efecto de una eventual ampliación del diferencial de tipos de interés a largo plazo entre la deuda alemana y la de alguno de los grandes países, como Italia, con elevados déficits e importantes volúmenes de deuda. En este contexto, la única solución sería arbitrar una operación de salvamento, organizada desde el propio sistema, para mantener los diferenciales de tipos de interés en valores aceptables. Dicho de otra manera, la Unión Monetaria Europea podría enfrentarse a su primera crisis importante.

Esta preocupación del BCE por la hacienda pública del área es la que permite entender, además de su último movimiento, la paradójica actuación del gobierno alemán. Si de lo que se trata es de poner orden en las finanzas públicas del área del euro para asegurar su estabilidad en el medio plazo, es lógico que Alemania lidere el proceso y ponga orden en su casa.

En resumen, si no son los problemas actuales, o potenciales, de inflación los que se encuentran tras la decisión del BCE, habrá que pensar que existen otros. Y el más relevante apunta a la preocupación por los crecientes déficits públicos, con su deuda correspondiente, de los países con más peso que comparten la eurozona.

UNA VIA de agua en el andamiaje de la moneda común, con divergencias crecientes entre las rentabilidades de la deuda de algunos países miembros, haría mucho más difícil la posición del BCE. En este contexto, conviene recordar que la Unión Monetaria Europea no es una unión política.

Al BCE también le preocupa que hay demasiada liquidez, dinero en manos de particulares e instituciones de ahorro de los que no se sabe qué inversiones apoyarán.

¿Está enviando el Banco Central Europeo señales indirectas? De momento, la autoridad monetaria advierte de que si no se corrigen determinados excesos, la autoridad monetaria no tendrá miramientos para efectuar los ajustes de forma indirecta. Y ese mensaje sí que tendría sentido. El pulso entre el BCE y la consolidación financiera en algunos países continúa.

El banco central ha movido ficha. Ahora les toca a los demás hacer lo propio.