¿El bienestar y la dignidad en el día a día?

¿El bienestar y la dignidad en el día a día?

Acaba de publicarse que España sufre la mayor caída de poder adquisitivo de la OCDE desde 2019 (Fuente OCDE en diario Expansión); nadie ha desmentido que España sea el único de los países de la UE que aún no ha recuperado el PIB de antes de la epidemia, y la sociedad española ya da por perdida la posibilidad de bajar el paro del ¡¡¡12%!!!! acostumbrándose a vivir con economía sumergida y un cruel y desigualitario despilfarro de nuestros recursos humanos, incluidos los más jóvenes y los más experimentados. Se nos han caído tres camelos/mantras sobre los que nos queríamos engañar: 1/Teníamos el mejor sistema sanitario del mundo… Ahora vemos que no tenemos un sistema sanitario, sino 15 o 17, desigualitarios, ineficientísimos, insolidarios y cacofónicos. 2/ Teníamos las generaciones mejor preparadas de siempre...

Ahora que las tenemos en el Consejo de Ministros sabemos que los 15 sistemas educativos desigualitarios que tenemos son auténticas armas de destrucción masiva de la convivencia cívica y democrática y una fábrica de carne de cañón infantilizada. (Recuerden el discurso de la mejor alumna universitaria de la facultad de periodismo que otorgaba premios, en particular a Díaz Ayuso. Como escribió el profesor Félix Ovejero, queda zanjado el debate comparativo) y 3/ Teníamos un experimento genial que había cuajado en un modelo universal de éxito que era el desarrollo de nuestro Estado de las Autonomías, un remedo de Estado Federal disimulado. Hoy en día nadie con un mínimo rigor intelectual y un poco de cariño a sus compatriotas y al prójimo puede ignorar que ha convertido España en una sociedad fragmentada, insolidaria, ingobernable, ineficiente, sin proyecto común de futuro y creciente e impúdicamente desigualitaria.

Ante esta idílica situación (que podríamos ilustrar con muchos otros, como el lamentable estado de nuestras Instituciones fundamentales para la democracia, es decir el peligroso estado de nuestra democracia imperfectísima) nuestros políticos se divierten con la Ley Sisí, la Ley Trans y la protección de los ratones coloraos… Después nos acusan de no interesarnos por la calidad de vida de los ciudadanos en su día a día y de las injusticias sociales del momento. Probablemente se deba a nuestra torpeza al escribir, pero nada de lo redactado en estos billetes en los últimos años dejaba de preocuparse por el bienestar y la dignidad (y la libertad) de los españoles y sus descendientes en su cotidianeidad. Lo que sucede es que intentamos ir a la raíz de nuestros males y hacer comprender que si no vamos a cambios estructurales profundos y radicales, nuestros problemas no harán más que crecer. Los parches adormecen y prolongan la agonía. Por ejemplo ¿alguien se cree que la grave situación de nuestro inexistente sistema nacional de salud y el caos de los 15 sistemas existentes se arregla con que se vaya Díaz Ayuso? Menuda estupidez. Habrá miles de motivos para no votarle (y no la hemos votado), pero pretender que su pecado sea la situación del disparatado sistema de salud que tenemos es deshonesto intelectualmente. Otra cosa es que los médicos madrileños tengan o no legítimas reivindicaciones puntuales.

Pero el verdadero desapego a las injusticias y dificultades del día a día de los ciudadanos es, por ejemplo, centrar infinidad de tiempo, recursos, manipulación mediática y energías a la Ley Sisí, que es un bodrio peligroso contrario a lo que dice pretender. Nada de una torpeza jurídica, un verdadero ataque contra el feminismo, un cambio brutal de los fundamentos del derecho y un intento por parte de una minoría activista de cambiar las normas básicas de la convivencia respetuosa con las mujeres que nadie ha pedido. Y es la Ley Sánchez y no la Ley Montero. El colmo de la desvergüenza es que el Presidente de Gobierno pretenda desentenderse de ella y ocultar sus responsabilidades.

Por Enrique Calvet Chambon, ex europarlamentario y Presidente de ULIS.

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