Ana Garrido tuvo que mudarse a Costa Rica tras declarar contra la trama Gürtel. Maite Morao fue llevada a los tribunales por los mismos concejales de Sabadell a los que denunció a raíz de una operación urbanística. Gracia Ballesteros acabó despedida por destapar una red de malversación de fondos en la empresa pública estatal Acuamed.
Estas empleadas públicas son solo tres ejemplos de la lucha contra la corrupción en España; tres personas que arriesgaron sus carreras y sufrieron represalias por llevar ante la Justicia a quienes se valieron de su puesto en la Administración para enriquecerse a costa de todos.
En Cs hace tiempo que creemos que hay que decir basta y seguir el ejemplo de Ana,Maite y Gracia. Ha llegado el momento de dejar atrás la España del pelotazo, de las redes de amiguetes y el reparto de obras a dedo. Una forma de hacer política, en definitiva, que menoscaba la competitividad de las empresas, obliga a nuestros jóvenes talentos a exiliarse por falta de oportunidades y frena el desarrollo económico y social.
Durante el último año hemos llevado a la Asamblea de Madrid cuatro reformas clavepara emprender la regeneración democrática en nuestra región: limitación de mandatos presidenciales a dos legislaturas, incompatibilidad de los cargos de alcalde y diputado autonómico, protección de los funcionarios que denuncien la corrupción y reforma y despolitización de la Cámara de Cuentas para ejercer un control efectivo sobre el dinero público.
Sin embargo, nuestra decepción no ha podido ser mayor al comprobar que hemos topado con un muro: el bipartidismo.
El Partido Popular y el Partido Socialista, que han discutido y se han alternado en el poder desde la llegada de la democracia, se han aliado ahora en la Cámara autonómica para no cambiar nada. Su Pacto del Cajón está impidiendo la lucha contra redes clientelares como la Gürtel, la Púnica o la Lezo. Al tiempo que permiten a sus políticos seguir copando sillones, han dejado en el más absoluto abandono a los funcionarios que pelean por limpiar las instituciones.
En lo que llevamos de legislatura hemos entendido que no podemos contar con el partido conservador para acometer la regeneración democrática en la Comunidad de Madrid. No solo están afectados por la parálisis y la falta de proyecto, es que no quieren levantar las alfombras. Así lo demostraron al abandonar la comisión anticorrupción o escondiendo las actas del Canal de Isabel II durante meses.
Lo que no esperábamos es que la izquierda se sumase a esta estrategia y que la vieja política se aliase para impedir el progreso de nuestra región y del conjunto de España. Cuando se trata de mantener sus privilegios, PP y PSOE no dudan en votar juntos.
La generación de políticos que capitaneó la Transición en los años 70 y 80 nos legó la transformación de una dictadura militar en una nación imperfecta, pero repleta de ciudadanos deseosos de libertad e igualdad. De los partidos tradicionales heredamos el despegue económico de los años 90 y la regulación de los nuevos derechos sociales conquistados por los españoles, pero también una forma de gestionar las instituciones basada en la opacidad, el enchufismo y la ausencia de controles efectivos.
Los votantes se han cansado de discusiones inútiles. Es la hora de las soluciones reales y la política útil. En Ciudadanos tenemos claro que hemos venido a mejorar la vida de los españoles. El bipartidismo, en cambio, ha decidido comprometerse solo con sus propios intereses.
Cs no va a renunciar a hacer del nuestro un país mejor y más próspero. La pregunta que los viejos partidos deben responder ante los ciudadanos es si van a sumarse a la construcción de una nación transparente, competitiva y moderna o si van a seguir apuntalando la versión de las dos Españas enfrentadas que les ha permitido repartirse el poder durante 40 años.
Ignacio Aguado es portavoz de Ciudadanos en la Comunidad de Madrid.