Cuenta la leyenda que los griegos consiguieron penetrar en la ciudad de Troya, tras largos años de infructuoso asedio, gracias a un ingenioso artilugio de madera con forma de caballo que los troyanos introdujeron de forma ingenua en su inexpugnable ciudad. Este hecho, mítico o histórico, permitió la destrucción de la ciudad.
Cuando Pedro Sánchez aseguró en 2019 que no dormiría tranquilo con Podemos en el Gobierno, muchos fueron los que pensaron ingenuamente que el presidente del Gobierno en funciones estaba siendo prudente y que quería evitar que un partido comunista y cercano a aquellos partidos y grupos sociales enemigos de España, tal y como hoy la conocemos, pudiera destruir las instituciones desde su propio seno, como si de un moderno caballo de Troya se tratase.
Unos años después, y con Podemos ya instalado en las instituciones gracias a los acuerdos con el Partido Socialista, vemos con claridad que el caballo de Troya que venía a tomar y destruir la estabilidad de las instituciones españolas no estaba hecho con la madera de Unidas Podemos, sino con la de Pedro Sánchez.
Es larga la lista de instituciones y organizaciones que han sido atacadas por el propio Gobierno de España o que han sido puestas al servicio personal del presidente del Gobierno, de su relato y de su estrategia de supervivencia y de ingeniería social: el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS); el Instituto Nacional de Estadística (INE); la empresa Indra y buena parte de las empresas públicas españolas, en las que ha colocado a sus afines en puestos de responsabilidad; Radio Televisión Española (RTVE) y el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), entre otros, son buenos ejemplos de la voracidad de Sánchez.
La lista es tan asombrosamente extensa que cuesta recordar cada uno de los atropellos cometidos en los últimos años en nombre del Gobierno social-comunista. En sus ansias por controlar todos los resortes del poder, y de los diferentes contrapesos, el presidente Sánchez ha puesto todo de su parte para controlar la Fiscalía General del Estado y a la propia Justicia y a sus órganos de gobierno. Hasta la Corona se ha visto sometida a las críticas y a los cuestionamientos de un Gobierno que debería ser su principal valedor.
El presidente del Gobierno no ha dudado tampoco en utilizar el Consejo de Ministros, y las posteriores ruedas de prensa, para ponerlo al servicio de sus intereses políticos, tal y como hemos visto recientemente a cuenta de las críticas vertidas por la ministra Sanidad al mejor sistema público sanitario, que no es otro que el de la Comunidad de Madrid.
Hace pocas fechas, Pedro Sánchez aseguró en el comité federal del PSOE que iría «a por todas» y, desde luego, está demostrado que –en esto sí– está siendo muy coherente, tomando todas las instituciones y utilizando el Gobierno de España para hacer oposición a la oposición y a aquellas comunidades autónomas que, como Madrid, ensombrecen y ponen en evidencia su capacidad como gobernante.
Pero nada de lo acontecido hasta la fecha es comparable con la ignominia que supone la reforma del delito de sedición, pactada con los que fueron precisamente condenados por ello en Cataluña. Una reforma que no busca otra cosa que la vuelta de Junqueras a la política y garantizar a Sánchez los votos necesarios en el Congreso de los Diputados para estirar un poco más la legislatura. ¡Qué largo se nos va a hacer 2023 con este caballo de Troya llamado Sánchez dispuesto a todo para perpetuarse en el poder!
Miguel Ángel García Martín es viceconsejero de Presidencia de la Comunidad de Madrid y secretario de Programas del PP de Madrid.