El cambio que España necesita

De 1975 a 2013, el producto interior bruto per capita de España creció un 1,5% al año. De los 27 países para los que la OCDE nos da cifras de producto interior bruto per capita para esos años, España fue la decimonovena nación. Por delante de nosotros estuvieron Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Austria, Bélgica, Holanda y Suecia, entre muchos otros. Si nuestra experiencia de crecimiento durante las últimas cuatro décadas es preocupante, aún lo es más que el producto interior bruto per capitaa finales de 2013 esté en el mismo nivel que en 2003 —nuestra década perdida ya es una realidad— o que la productividad total de los factores no haya crecido desde los años ochenta del siglo pasado.

La búsqueda del crecimiento económico no es una obsesión de los economistas. Sin crecimiento, España no reducirá su alarmante cifra de desempleo, no podrá reducir su deuda (pública y privada) y no podrá financiar el Estado de bienestar en el medio plazo.

¿Cómo podemos incrementar el crecimiento? El recientemente publicado Barómetro de los Círculos (www.circulodeempresarios.org) nos traza unas líneas claras de las reformas económicas que España precisa. Y aunque el barómetro realiza una magnífica labor en diagnosticar nuestros problemas y resumir esas reformas, las mismas han sido reiteradas por muchos comentaristas desde hace décadas.

Los economistas han identificado que las naciones crecen cuando se emplean más factores productivos —más empleo, más capital humano y más capital físico— y cuando los mismos se emplean más eficientemente. La respuesta a nuestra pregunta de cómo incrementar el crecimiento es, pues, casi inmediata: conseguir que España emplee más factores y que los emplee de mejor manera.

Para crear más empleo necesitamos completar la reforma de nuestro mercado de trabajo. Aunque se ha avanzado mucho, en especial en la flexibilidad interna de las empresas, aún queda camino por recorrer en temas como la negociación colectiva, la simplificación de las figuras contractuales, moviéndonos hacia un mercado centrado en un contrato de empleo indefinido y un sistema de mochila de costes de despido. Otras reformas a considerar incluyen fomentar el trabajo a tiempo parcial, el alargamiento voluntario de la vida laboral eliminando las distorsiones fiscales a la misma y repensar la estructura del salario mínimo interprofesional y de las políticas activas de empleo.

Para acumular más capital humano, España precisa reformar su sistema educativo para formar no solo estudiantes con más conocimientos y habilidades (en especial en idiomas y matemáticas), sino también estudiantes creativos, curiosos y emprendedores y con unos conocimientos básicos de finanzas. La economía mundial va a cambiar muy rápidamente durante las próximas décadas y la capacidad de los trabajadores de adaptarse a esos cambios pasa por las habilidades analíticas necesarias para entender las nuevas tecnologías y saber aprovecharse de ellas.

Para acumular más capital físico, necesitamos que el crédito fluya a las empresas que van a invertir y conseguir que las familias y las Administraciones públicas ahorren más para financiar esta inversión. El flujo de crédito pasa por completar el saneamiento del sistema financiero, la desbancarización de la economía española mediante la creación de nuevos mecanismos de canalización del ahorro a los emprendedores y la mejora en el capital riesgo. El incremento del ahorro de las familias se basará en un tratamiento fiscal del ahorro menos distorsionante que el actual. El incremento del ahorro de las Administraciones públicas vendrá de una más decidida senda de consolidación fiscal que la que hemos visto en los últimos tres años. Todo ello ha de completarse con un acceso a fuentes de energía más baratas y que aprovechen todas las potencialidades geológicas que España disfruta sin caer en el populismo ingenuo que tan costoso nos fue en estos temas hace tres décadas.

Pero, antes que nada, España tiene que comenzar a emplear sus recursos más eficientemente. Como mencionaba anteriormente, nuestra productividad total de los factores lleva atascada desde hace décadas. La falta de crecimiento de la productividad es una losa que pesa sobre nuestro futuro: en el largo plazo, solo es posible crecer de manera sostenible si aumenta la productividad.

Este avance de la productividad vendrá de una estrategia multidireccional, con énfasis, desde los poderes públicos en la seguridad jurídica, en una Administración de justicia rápida y predecible, en una desregulación generalizada de nuestros mercados, en la eliminación de las barreras a la creación y entrada de nuevas empresas, en una vigorosa política de defensa de la competencia y en facilitar la adopción e innovación tecnológica.

Pero la sociedad civil también tiene una misión que cumplir. En particular, y como los Círculos siempre han enfatizado, con una mejora en la calidad de la gestión empresarial. Aunque España puede estar orgullosa de muchas de sus empresas y de sus gestores, todavía podemos esforzarnos más, sobre todo en el sector de la pequeña y mediana empresa. Numerosos emprendedores tienen grandes ideas, pero quizás carecen de la experiencia o de la formación para convertirlas en productos de éxito. Que nuestras pequeñas y medianas empresas crezcan y se transformen en grandes multinacionales es el mejor camino para asegurar el crecimiento económico.

En estos momentos de cambios para todos nosotros, las reformas económicas que España necesita y que el Barómetro de los Círculos resume serán los cimientos de una España más próspera, con más bienestar y más unida.

Jesús Fernández-Villaverde es miembro del Consejo Asesor del Círculo de Empresarios.

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