Llevo casi cincuenta años haciendo deporte, como aficionada, por supuesto, pero en serio, y participando constantemente en competiciones deportivas. Por eso me atrevo a afirmar, con directo conocimiento de causa, que practicar deporte y competir deportivamente son una magnífica escuela de vida.
La disciplina constante para estar en forma física y mejorar técnicamente, el esfuerzo en la competición para obtener los mejores resultados, la fuerza mental para superar los fallos y asimilar con calma los éxitos, el compañerismo y la amistad que nos unen a los del mismo equipo y, también, a los rivales, son virtudes que se cultivan en el deporte de una manera señalada, y que pueden sernos inmensamente beneficiosas en todos los ámbitos de la vida: en el estudio, en el trabajo, en la empresa y hasta en las relaciones familiares y personales. Y, por supuesto, en la política.
Mi larga experiencia como deportista y como participante en centenares de competiciones deportivas me ha llevado a descubrir que el factor mental es el más decisivo a la hora de obtener buenos resultados en el deporte… y en todo en la vida.
Por eso he seguido con especial atención el desarrollo de la Liga de Fútbol española que ha terminado este pasado fin de semana. Desde hace algunos años parecía que la Liga española era cosa de dos, del Real Madrid y del Barça, dos clubes poderosísimos social y económicamente que, en un cierto sentido y gracias a su rivalidad, se han convertido en dos de las más importantes e influyentes multinacionales españolas. (Por cierto, que otra de las consecuencias de la secesión de Cataluña sería, aunque los independentistas no quieran considerarlo, la quiebra también de esa comunidad futbolística que es España).
Pues bien, esta temporada ha visto cómo un tercer equipo, un club con el que no contaba nadie y cuya máxima aspiración era, a priori, sólo la de clasificarse entre los cuatro primeros para poder volver a la Champions League, el Atlético de Madrid, se ha colado entre los grandes, los ha tratado de tú, los ha ninguneado, y ha ganado brillante y merecidamente la Liga de Fútbol más importante y potente del mundo.
Sin contar con que, además, el próximo sábado el mismo Atlético de Madrid va a jugar la final de la Champions, después haber eliminado a equipos como el propio Barça o el Chelsea, que tienen unas plantillas de jugadores diez veces más caras que la suya.
Este milagro del Atlético de Madrid tiene una clave que los que hemos hecho deporte podemos entender mejor que nadie, y es el poder del factor mental. Y aquí es donde aparece, con un papel muy señalado, el míster actual del Atleti, Diego Pablo Simeone, el Cholo, que ha conseguido insuflar en los jugadores una fe y una confianza en sí mismos y en sus posibilidades que antes no tenían, al mismo tiempo que ha logrado, a base de entusiasmar a la magnífica afición atlética, que esos aficionados que llenan semana tras semana el Manzanares también creyeran en las posibilidades de su equipo. De la fusión de un equipo ilusionado y de una hinchada entusiasmada ha salido ese milagro de ir, «partido a partido», como no se ha cansado de repetir el Cholo desde la primera jornada, hasta conseguir llegar a lo más alto del fútbol mundial, con unos jugadores que, al empezar la temporada, no estaban entre los más cotizados del mundo, pero que, ahora, son mirados con admiración y simpatía por todos l os amantes del fútbol y del deporte.
Ese luchar «partido a partido», «minuto a minuto», con confianza en las propias posibilidades, con fe en el objetivo final, y con ilusión por conseguirlo, ha sido la clave del descomunal éxito de este Atleti y de su entrenador, que han demostrado, una vez más, la importancia del factor mental en el deporte.
Sin pretenderlo, el Atleti y su míster se han convertido en unos magníficos ejemplos para todos en estos tiempos de crisis y de dificultades. Con fe, entusiasmo, confianza, trabajo, esfuerzo y espíritu de superación y de lucha, el Atleti ha demostrado que se pueden alcanzar unos resultados increíbles. Porque increíble hubiera sido para cualquier seguidor del Atleti, en el mes de agosto pasado, imaginar este extraordinario final de temporada, como el club de mejores resultados del mundo, por encima de todos los gigantes del fútbol mundial que ahora lo miran con admiración y envidia.
¡Enhorabuena al Atlético de Madrid, enhorabuena a su entrenador! ¡Y gracias al Cholo por la gran lección humana y deportiva que, con su manera de entender la competición, nos ha dado a todos esta temporada!
Esperanza Aguirre, presidente del PP de Madrid.