El código fuente de una política pública eficiente

El código fuente de una política pública eficiente

La pandemia del COVID-19 ha dado origen a la segunda crisis económica global en apenas 12 años. Pero, a diferencia del desplome de 2008, que reveló serias deficiencias estructurales en el sistema financiero, la crisis actual ha expuesto las debilidades de los gobiernos que no han logrado implementar una respuesta oportuna y eficiente a una crisis de salud pública y sus consecuencias económicas. Uno de los principales obstáculos es un uso insuficiente de macrodatos y de tecnologías disponibles que podrían acelerar y optimizar la gestión de las políticas públicas.

Debido a respuestas inadecuadas ante la pandemia, los gobiernos en todo el mundo están perdiendo la confianza y el respaldo de los ciudadanos, lo que puede exacerbar las tensiones socioeconómicas existentes. Por un lado, las medidas de cuarentena afectan a la economía de manera directa; por otro lado, un relajamiento prematuro de los confinamientos conduce a un resurgimiento de los casos de COVID-19. Y, mientras persista la pandemia, ambos escenarios alimentan el descontento público. Después de todo, por más correcta que pueda parecer una decisión determinada, un error puede arruinar o inclusive poner fin a la vida de una persona.

¿Pero qué sucedería si los gobiernos pudieran utilizar las tecnologías existentes para reducir significativamente el margen de error aumentando a la vez la velocidad, la precisión y, más importante, la transparencia del proceso de toma de decisiones?

La tecnología ya está siendo utilizada de esta manera –sólo que no en el sector público-. En todo el mundo, las compañías tecnológicas están constantemente trabajando para encontrar nuevas soluciones que permitan optimizar sus procesos y mejorar el rendimiento. Pero los métodos de gestión y las estructuras organizacionales de las instituciones estatales van a la zaga y rara vez son lo suficientemente flexibles como para abrazar nuevos medios de impulsar la eficiencia. Y la apuesta es alta: más allá de que se puedan tomar mejores decisiones, utilizar las tecnologías disponibles en la administración pública también podría ayudar a aumentar la confianza de los ciudadanos en el gobierno.

Abordar cuestiones específicas de esta manera permite aumentar nuestras posibilidades de hacer frente a crisis globales. Por ejemplo, el esfuerzo conjunto de investigadores de Salesforce y de la Universidad de Harvard permitió la creación de una inteligencia artificial, la IA Economist, que apunta a utilizar el aprendizaje automático para diseñar modelos económicos, permitiéndoles así a los responsables de las políticas desarrollar y testear hipótesis en un entorno simulado.

Garantizar resultados óptimos exigiría una digitalización total y una codificación de la legislación en un formato legible por máquinas que permita a la IA acelerar la toma de decisiones en la administración pública. Esta configuración ofrecería y estructuraría los datos para que las computadoras pudieran procesarlos sin participación –o con escasa participación- humana. En Nueva Zelanda, este trabajo ya está en marcha. Y en Francia, el servicio Mes Aides, basado en reglas impositivas codificadas, puede estimar en menos de siete minutos si un ciudadano está habilitado para beneficiarse de alguna de 30 excepciones.

La tecnología de hoy también permite la creación de un “mellizo digital” virtual –una réplica de nuestra ciudad o país (e, idealmente, de toda la Tierra) para aumentar la velocidad en la que se pueden tomar decisiones libres de errores en base a datos en tiempo real-. Esta aplicación se ha utilizado ampliamente en el mundo corporativo, y está siendo cada vez más adoptada por ciudades que pretenden mejorar la calidad de vida urbana. Por ejemplo, Singapur recientemente ha invertido más de 70 millones de dólares en la creación de un modelo de ciudad tridimensional que los responsables de las políticas pueden utilizar como un campo de prueba para proyectos de gran escala. Este sistema implica que cada decisión, incluidas las relacionadas con el COVID-19, se pueda testear en el terreno digital antes de ser implementada en el mundo real, reduciendo significativamente el margen de error.

Hoy, la lucha del mundo con un nuevo enemigo invisible ha puesto de manifiesto nuestra vulnerabilidad y ha resaltado las cuestiones socioeconómicas que hace mucho tiempo aguardan una solución. Recién nos estamos embarcando en el largo viaje hacia el objetivo de sinergia entre gobiernos e IA. Los límites y las posibilidades de esta estrategia se revelarán en el trayecto, pero nuestra situación actual nos dice que es esencial seguir transitando el camino.

Hasta ahora, la humanidad ha dependido exclusivamente de que pensadores y responsables de políticas solucionen los problemas estructurales de las sociedades. En el mundo de hoy, sin embargo, la tecnología ofrece una herramienta invaluable para colaborar en estos esfuerzos. Por el bien de sus ciudadanos, los gobiernos nacionales deben abrazar soluciones que hayan demostrado que pueden aumentar la eficiencia y agudizar la precisión de la toma de decisiones. Durante una crisis sincronizada como la pandemia del COVID-19 –y con crisis similares que seguramente se producirán en los próximos años- es lo menos que los ciudadanos deberían exigir.

Urkhan Seyidov, a senior fellow at the Center for Political Psychology in Azerbaijan, is the author of Innovation – Implementation Guidelines and Soft Power and Public Diplomacy of Azerbaijan in the Digital Age.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *