El comercio internacional puede reducir la pobreza

Un viejo principio de la teoría del comercio internacional sostiene que, a largo plazo, existe una correlación entre el intercambio comercial y el crecimiento del PIB. Pero aun así, subsiste el desafío de asegurar que el crecimiento derivado del comercio beneficie a los pobres; un desafío que la institución a la que pertenezco (el Banco Mundial) trabaja por resolver. Por eso los directores de siete instituciones multilaterales, entre ellas el Banco Mundial, apoyaron firmemente la búsqueda del acuerdo de facilitación del comercio alcanzado a inicios de este mes en la conferencia ministerial de la Organización Mundial del Comercio en Bali.

Es cierto que la incidencia mundial de la pobreza llegó a un mínimo histórico y que en 2010 el índice de pobreza extrema (la proporción de la población que vive con menos de 1,25 dólares al día, en paridad de poder adquisitivo) se redujo a menos de la mitad de lo que era en 1990. Pero todavía quedan más de mil millones de personas en todo el mundo que viven en la extrema pobreza. Además, el progreso en la materia fue desparejo, ya que los índices de pobreza se redujeron mucho más en el este de Asia y en América Latina que en el África subsahariana.

Con el objetivo de hacer frente a este cambiante contexto internacional, el Banco Mundial decidió introducir un nuevo criterio para medir el éxito de sus iniciativas de reducción de la pobreza: hacer un seguimiento del crecimiento de los ingresos del 40% más pobre de la población de cada país, para así fomentar un aumento de la prosperidad compartido y sostenible. De hecho, el Banco Mundial está reconsiderando su definición de lo que es el éxito en el ámbito del desarrollo y la forma en que ofrece apoyo en cuestiones de comercio a los países en desarrollo.

La relación entre el comercio internacional y la pobreza es variable y compleja. Un aumento del intercambio comercial beneficia a los consumidores, porque reduce el precio de los bienes y servicios. Además, da a los pobres acceso a una mayor variedad de bienes y ofrece a las empresas una oferta más variada de insumos.

Pero el aumento del comercio internacional también puede llevar a la eliminación de puestos de trabajo fabriles que requieren poca capacitación y a la reducción de precios de los productos agrícolas; resultados estos que perjudican especialmente a los pobres. En la India, por ejemplo, la reducción de la pobreza ha sido más lenta en aquellas áreas donde los agricultores se enfrentan a un aumento de la competencia extranjera. Dadas las restricciones a la movilidad intersectorial de la mano de obra (que se deben a las barreras a la adquisición de nuevas habilidades y a una regulación rígida del mercado laboral), los trabajadores más pobres poco pueden hacer ante estos cambios.

Esto lleva a que el aumento del comercio internacional demande a veces difíciles ajustes en el corto plazo. Puede ocurrir que la gente deba cambiar sus hábitos de consumo, que haya que redistribuir mano de obra a otros sectores y que algunos trabajadores deban adaptarse a una reducción de salarios, aunque sea temporal. Algunas empresas crecerán y otras se contraerán.

Pero la experiencia demuestra que con políticas previsoras, los gobiernos pueden mejorar los beneficios del comercio internacional y mitigar su impacto negativo sobre los pobres. Por ejemplo, fomentando programas de capacitación en nuevas habilidades para trabajadores que han perdido sus empleos y eliminando obstáculos regulatorios que impidan su reubicación en los sectores exportadores florecientes. Y los gobiernos pueden proteger a los agricultores eliminando las restricciones a las exportaciones y garantizando la disponibilidad de información actualizada y exacta sobre los mercados.

En presencia de estas políticas, el trabajo del Banco Mundial para fomentar los lazos comerciales de los países en desarrollo puede facilitar una considerable reducción de la pobreza. Por ejemplo, el Banco Mundial está ayudando a gobiernos de países en desarrollo a conectar empresas, agricultores y hogares con los mercados y las cadenas de suministro, lo que estimula las inversiones y la actividad económica.

Además, apoyamos proyectos de infraestructura que ayudan a los países a construir rutas, puentes y puertos para vincular a los importadores y exportadores con los mercados. Puede citarse a modo de ejemplo un proyecto de autopistas en Kazajistán, valorado en 1.800 millones de dólares, cuyos efectos son facilitar el transporte de mercancías a través del país, estimular las economías de las provincias kazajas más pobres y permitir la creación de más de 30.000 empleos. En Nepal, el Banco Mundial financia la reparación de una ruta de alto tránsito, empinada y peligrosa, por la que circula la mayor parte de las exportaciones a la India; también apoya las iniciativas del gobierno nepalí tendientes a conectar algunos de los distritos más remotos del país con la red de carreteras principal.

El Banco Mundial también ayuda a los países a establecer normas aduaneras claras que den a los comerciantes una mejor protección contra arbitrariedades o pedidos de sobornos. Y estamos trabajando para resolver las costosas ineficiencias que se producen en los cruces de fronteras. Por ejemplo, en Camerún ayudamos a simplificar y modernizar los procedimientos de comercio internacional en el puerto de Duala; en Laos, ayudamos al gobierno a establecer un portal en Internet donde los comerciantes pueden acceder a todas las leyes, procedimientos, cronogramas y formularios pertinentes de las agencias de control de fronteras.

Además, desde 2010 la Corporación Financiera Internacional (una institución dependiente del Banco Mundial que se dedica a otorgar préstamos al sector privado) promueve la integración de pequeñas y medianas empresas a las cadenas de suministro globales por medio de facilitar su acceso al capital. El Programa Global de Financiamiento para Proveedores (una iniciativa conjunta de inversión y asesoría) cuenta con un fondo de 500 millones de dólares para proveer de financiación a corto plazo a miles de pequeñas y medianas empresas en mercados emergentes.

Para maximizar el impacto de estas iniciativas, los líderes internacionales deben cooperar para crear y mantener un sistema de comercio abierto. La conferencia de la OMC en Bali fue una importante oportunidad para desarrollar un nuevo acuerdo de facilitación comercial orientado a agilizar la circulación, la autorización y la entrega de bienes en puestos de frontera; aclarar y mejorar las normas de comercio internacional; reforzar la asistencia técnica; y alentar la cooperación entre agencias de control de fronteras.

Pero el acuerdo alcanzado en Bali será estéril a menos que los países ricos y los donantes acepten apoyar los esfuerzos de los países en desarrollo para implementar las políticas y reformas relacionadas. Por ello, es fundamental que los gobiernos de los países desarrollados reconozcan que un régimen de comercio internacional más eficiente, integrado e inclusivo redundará en beneficio de todos.

Con un auténtico compromiso de la comunidad internacional, sumado a políticas internas adecuadas en cada país, el comercio internacional puede ser un poderoso factor de reducción de la pobreza.

Mahmoud Mohieldin is the World Bank President's Special Envoy. Traducción: Esteban Flamini.

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