El compromiso con la sociedad en nuestro ADN

EL ácido desoxirribonucleico, el ADN, determina qué somos y cómo nos comportamos los seres vivos. En la sociedad contemporánea, también utilizamos este concepto para referirnos a los valores que inspiran o las características que definen una empresa, una institución o un territorio. La industria farmacéutica tiene un ADN definido que se caracteriza por su apuesta por la innovación y por la búsqueda de soluciones a enfermedades y problemas de salud no resueltos; y es este perfil lo que le otorga una responsabilidad sobreañadida y, en ocasiones, desconocida. Porque ¿puede haber mayor compromiso social que esa apuesta por proteger el bien más preciado, la vida? En mi opinión, no.

Contra lo que mucha gente cree, nuestra industria no se limita a investigar y desarrollar nuevos productos sólo en aquellas patologías más prevalentes en las sociedades occidentales y que, consecuentemente, mayor beneficio económico podrían reportar a las empresas del sector. En las últimas décadas, hemos redoblado esfuerzos en la búsqueda de terapias para las enfermedades raras. Las dolencias que afectan a menos de una de cada 2.000 personas son ya el grupo terapéutico con mayor número de proyectos de I+D en nuestras compañías, más de 1.400 fármacos en desarrollo en la actualidad sólo en Europa. Asimismo, nuestro sector lleva miles de millones de euros invertidos en las enfermedades propias de países en desarrollo, con más de 150 proyectos en marcha para lograr nuevos medicamentos y vacunas, el 86% de los cuales compartidos con el sector público, organismos internacionales y ONG.

Necesitamos todos los recursos y colaboraciones posibles en un proceso que es largo y complejo. Un laboratorio tarda entre doce y trece años en desarrollar un nuevo medicamento eficaz y seguro, y hoy se calcula que se requiere involucrar a más de 5.000 personas, especializadas en diferentes disciplinas, y destinar más de mil millones de euros para tener éxito. Y con un considerable riesgo, puesto que sólo tres de cada diez medicamentos comercializados generan ingresos superiores a sus costes medios de I+D. Pero todos esos esfuerzos merecen la pena si finalmente se consigue una molécula que aporta soluciones y genera mejoras sustanciales en la salud de los enfermos.

Pero nuestro compromiso social va más allá de la apuesta por la salud, es un empeño global, también en términos de investigación, laborales y de formación en cada país donde la industria está implantada. En España, en el ámbito de la I+D, la inversión de nuestras compañías alcanzó casi mil millones de euros en 2014, de los que cerca de 400 millones se destinaron a proyectos colaborativos con hospitales, universidades y otros centros, lo que denominamos I+D extramuros, una investigación más colaborativa, más abierta y, por tanto, más competitiva. La industria farmacéutica española da empleo directo a unas 40.000 personas y genera otros 160.000 puestos más, entre indirectos e inducidos. Además, nuestro personal presenta la mayor proporción de toda la industria española de dedicación a actividades de I+D, con un 12% de los trabajadores.

Nuestra industria, asimismo, ha asumido la responsabilidad de participar en la formación continuada de los profesionales sanitarios españoles, lo que les permite estar a la vanguardia de la ciencia en el mundo. Y estas relaciones –así como con instituciones sanitarias y colectivos de pacientes– las desarrollamos de acuerdo con los más elevados estándares de ética y transparencia. Desde 2002, la industria farmacéutica innovadora española se rige por un sistema de autorregulación, reflejado en nuestro Código de Buenas Prácticas, que desde el año pasado tiene una nueva versión que hace especial hincapié en que las relaciones de los laboratorios con profesionales y organizaciones sanitarias sean transparentes.

El sector ha dado también muestras sobradas de su lealtad y compromiso hacia nuestras Administraciones Públicas, soportando, en los años más duros de la crisis, un tercio de la reducción del gasto sanitario público entre 2009 y 2013. Hemos perdido talento, hemos cerrado instalaciones, las compañías nacionales han perdido fuelle expansivo; hoy somos menos competitivos, pero, a pesar de ello, no dejamos de creer en nosotros mismos y estamos ya retomando la senda expansiva de la I+D.

Porque se avecina una época de gran progreso en la medicina y no queremos dejar de ser protagonistas; las nuevas tecnologías biomédicas van a incrementar el actual arsenal terapéutico con innovaciones radicales que van a proporcionar un salto muy relevante en materia de salud. Por ello, llevamos ya un tiempo trabajando con el Gobierno en la elaboración de un marco de estabilidad a través de un Protocolo de Entendimiento, que identificará aquellos elementos clave de recuperación para nuestro sector empresarial en materia de innovación, empleo, industrialización y exportación para que puedan ser valorados e impulsados, pero siempre respetando las expectativas y limitaciones presupuestarias del Estado.

Con espíritu pionero, afrontamos el futuro más cercano con ganas de crecer, de aportar y ofrecer soluciones a la sociedad española tanto en el ámbito de la salud como en términos de generación de riqueza, porque estamos convencidos de que tenemos mucho que ofrecer, especialmente en la coyuntura actual. Es un compromiso social que no podemos eludir ni ignorar. Está en nuestro ADN.

Antoni Esteve, presidente de Farmaindustria.

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