A lo largo de los 100 últimos años y en situaciones críticas se han producido en el mundo cambios radicales en las políticas económicas de los países. De ahí que las estrategias económicas que están siguiendo los presidentes de Gobierno elegidos este año -David Cameron en Gran Bretaña, Fredrik Reinfeldt en Suecia, Mark Rutte en Holanda- y también la que propone el Partido Republicano para EEUU, respondan al típico cambio pendular que se produce siempre después de una fuerte crisis económica (crisis que suele pasar una factura elevada al partido político en el poder, que habitualmente sufre luego una fuerte derrota en las urnas).
El primer cambio pendular de la Historia reciente lo observamos en Estados Unidos, en 1932, cuando el presidente republicano Hoover fue incapaz de sacar al país de la Gran Depresión y perdió las elecciones. Como consecuencia, se produjo un cambio de política económica protagonizado por el nuevo presidente, el demócrata Theodore Roosevelt. Efectivamente, a partir de 1933 se aplicaron políticas expansivas de demanda agregada (New Deal) que debieron ser acertadas, porque se restableció el crecimiento y el empleo. El éxito en el ámbito económico le permitió a Roosevelt convertirse en el presidente estadounidense que más años gobernó (fue reelegido hasta en tres ocasiones). Su política keynesiana supuso una mayor intervención del Estado en la economía.
El segundo cambio pendular lo hallamos en la década de los 70, con la crisis del petróleo. Esta crisis arranca en diciembre de 1973, cuando entran en quiebra las políticas económicas keynesianas que habían imperado en el mundo desarrollado desde 1933. En Gran Bretaña, el laborista James Callaghan, incapaz de resolver la crisis económica, fue derrotado en las elecciones de 1979 por Margaret Thatcher, del Partido Conservador. Se trata de otro cambio pendular muy importante, donde varía completamente el modelo económico. Se abandona el keynesianismo y se empiezan a aplicar políticas de oferta.
También en EEUU, en la misma época, se produce un cambio de idénticas características. Ronald Reagan ganó las elecciones a Carter en 1980, entre otros motivos, por la mala situación de la economía. Tanto Thatcher como Reagan apuestan por el libre mercado con un fuerte componente de economía de la oferta que incluye desregulación de los mercados, rebajas fiscales, privatización de las empresas públicas, mejora de la productividad y competitividad de las empresas, reducción de controles burocráticos, estabilidad de precios y flexibilidad salarial. Los resultados de estas políticas fueron buenos, el Partido Conservador británico gobernó 17 años y el Partido Republicano 12 en EEUU.
La primera década del siglo XXI nos ha mostrado un tercer cambio pendular, con la vuelta al keynesianismo y la Gran Recesión. La crisis económica que se inicia en el año 2001 con la caída de las Torres Gemelas y el pinchazo de la burbuja puntocom supone un nuevo cambio en la estrategia de política económica. El presidente estadounidense George W. Bush aplica de inmediato políticas keynesianas consistentes en un fuerte incremento del gasto público (guerra de Irak) y bajada de impuestos. Por su parte, la Reserva Federal aplica tipos de interés muy bajos y se deprecia el dólar. Típicas políticas expansivas de demanda agregada. La media del incremento del gasto público discrecional de los dos mandatos de Bush multiplicó por 62 la de Clinton y superó la de todos los presidentes anteriores.
Las dos guerras en Irak y Afganistán no justifican el aumento del gasto en Defensa, que no sólo superó el del presidente Johnson durante la peor etapa de Vietnam, sino que multiplicó por dos el de la carrera armamentística con la que Ronald Reagan desestabilizó a la Unión Soviética durante los años 80. Bush siempre se comportó como si el gasto público fuese capaz de resolver cualquier problema político. Las partidas presupuestarias destinadas a conseguir el apoyo de determinados senadores o congresistas a cambio de invertir dinero público en sus regiones (los famosos pork barrels) alcanzaron máximos históricos entre 2002 y 2005, precisamente cuando el Partido Republicano dominaba las dos cámaras.
También en Gran Bretaña, en la primera década del siglo XXI, se fueron abandonando poco a poco las políticas de oferta Thatcher. Los Gobiernos laboristas de Tony Blair y Gordon Brown generaron una mayor participación del Estado en la economía con una mayor expansión del gasto público. Se unió a ello la falta de regulación y supervisión de los sistemas bancarios que dieron lugar a la aparición y desarrollo de burbujas especulativas.
A las puertas de la segunda década del siglo XXI, ¿estamos ante otro cambio pendular? ¿Se producirá una transformación radical en la estrategia de política económica de los países?
La Gran Recesión que sufrieron y todavía sufrimos muchos países desarrollados tiene, desde mi punto de vista, su origen en esas políticas expansivas y permisivas aplicadas por George Bush y Tony Blair y cuyo punto más álgido se produce con Obama y Gordon Brown. Como consecuencia de la crisis se está produciendo un nuevo cambio pendular. Efectivamente en las elecciones que se han celebrado este año, se observan victorias de partidos políticos diferentes a los que gobernaban durante la crisis.
En chile, después de 20 años de Gobiernos de Concertación, se ha producido un cambio político con la victoria electoral del centro-derecha. También en Holanda, y por primera vez en 100 años, ha ganado las elecciones el Partido Liberal. En Gran Bretaña la victoria de Cameron y en Estados Unidos la republicana del 2 de noviembre van a producir cambios en la política económica. En Suecia, el gobierno del Partido Moderado (liberal-conservador), que fue capaz de evitar la crisis, volvió a ganar este año las elecciones con una victoria abrumadora. Su líder, el primer ministro Fredrik Reinfeldt, ha propuesto una reducción del gasto público y de los impuestos, lo que se traducirá en una disminución del Estado del Bienestar y un impulso para la economía.
¿Hacia dónde van las políticas económicas de todos estos nuevos Gobiernos? A dar mayor responsabilidad a los individuos y a las empresas y reducir el papel del Estado en la economía. Políticas que ponen el foco en restablecer el funcionamiento de los mercados y en dar menos subvenciones. Menos Estado pero más eficiente. Y en aquellos mercados donde no funciona la libre competencia, o donde hay riesgos sistémicos, introducir una mayor regulación.
En los países en los que aún no ha habido elecciones y, por tanto, no se ha producido todavía el cambio radical de política económica, como es el caso de España, Portugal, Francia o Grecia, van a tener una salida de la crisis más lenta y complicada. En EEUU el electorado dijo en las urnas que estaba harto del Partido Demócrata, y en Gran Bretaña de los laboristas. En Portugal, Grecia y España (atención a las elecciones en Cataluña) las encuestas señalan un rechazo a los Gobiernos socialistas, mientras que en Francia se repudia a Sarkozy. ¿Motivos? Ninguno de ellos ha sabido resolver la crisis. Incluso en Alemania, cuya economía va bastante mejor que la de sus vecinos, se especula con que la canciller Angela Merkel, de Democracia Cristiana, pueda terminar siendo sustituida por el actual ministro de Defensa, Karl-Theodor zu Guttenberg, de la conservadora Unión Social Cristiana de Baviera (CSU).
Observando las nuevas tendencias y los cambios radicales en la política económica de los nuevos Gobiernos, parece probable que en los próximos comicios no salgan reelegidos ni Sarkozy ni Obama, ni Zapatero ni Montilla. Los electores quieren otra cosa, aunque no sepan bien qué. Y la Historia muestra que los políticos que salen elegidos durante las crisis económicas -caso de Roosevelt, Reagan, Thatcher, Felipe González en 1982 o José María Aznar en 1996- cambian la política económica del Gobierno anterior. Y con esas transformaciones profundas, la Historia muestra también que se sale de las crisis y que la economía mejora.
Rafael Pampillón, profesor del IE Business School y catedrático de Economía Aplicada en la Universidad CEU-San Pablo.