El crecimiento incluyente depende de las ciudades

Vivimos tiempos turbulentos, y el descontento popular con el statu quo está en aumento. Las razones de la frustración popular varían según el país, pero el hilo que las une a todas es una creciente sensación de que la economía está amañada para favorecer a algunos pocos.

Y de hecho, los que más ganan se están llevando una porción cada vez mayor de los beneficios del crecimiento económico. En los países de la OCDE, las personas situadas en el 10% superior de la distribución de ingresos ganan unas diez veces más que las del 10% inferior (hace unos 30 años, la diferencia era de siete veces). En 2012, en los 18 países de la OCDE con datos comparables, el 10% superior poseía el 50% de la riqueza total de los hogares y el 40% inferior poseía solamente el 3%.

Cuando la desigualdad aumenta todos salimos perjudicados. En diversos países de la OCDE, el aumento de la desigualdad quitó entre 6 y 10 puntos porcentuales al PIB general entre 1990 y 2010. Cuando los más pobres no cuentan con medios para hacer realidad su potencial, el crecimiento económico empeora.

Los funcionarios y dirigentes políticos buscan modos de hacer que el crecimiento económico sea más incluyente, y las ciudades serán un elemento central de cualquier solución. Un estudio de países de la OCDE muestra que la mitad de la población total vive en ciudades con más de 500 000 habitantes, y que las ciudades aportaron el 60% del crecimiento total del empleo y el PIB desde 2001.

Pero este crecimiento no fue incluyente: la desigualdad de ingresos en las ciudades supera a la media nacional en todos los países de la OCDE incluidos en el estudio, excepto Canadá. En Estados Unidos, 95 de las 100 áreas metropolitanas más grandes crearon empleos y aumentaron su producción económica en los cinco años posteriores a la Gran Recesión, pero sólo 20 tuvieron un aumento del salario medio.

Las mejoras económicas de años recientes no fluyeron hacia el trabajador típico, y a la par que los más ricos cosechaban los beneficios del crecimiento, la pobreza se concentró más. Según una investigación de la Brookings Institution, la cantidad de vecindarios de extrema pobreza en Estados Unidos creció a más del doble desde 2000.

Esto conlleva costos de largo alcance. Está demostrado que crecer en un vecindario pobre reduce drásticamente las posibilidades vitales de las personas (incluso a igualdad de ingresos). Y en áreas metropolitanas como Londres y Baltimore, la diferencia en expectativa de vida entre vecindarios pobres y ricos con apenas unos kilómetros de distancia puede ser mayor a 20 años.

Siendo lugares a la vez de oportunidades económicas y disparidades, hay que mirar a las ciudades para abordar la desigualdad. En marzo, la OCDE, la Fundación Ford, la Brookings y otras instituciones lanzaron la Campaña por el Crecimiento Incluyente en las Ciudades, en sociedad con el alcalde de Nueva York (Bill de Blasio) y otros 20 alcaldes de todo el mundo. Al reunir a una serie de “alcaldes campeones” para definir una agenda compartida de crecimiento incluyente, la iniciativa reconoce el papel crucial de los alcaldes en la creación de oportunidades económicas y la mejora de la capacidad productiva de personas y empresas.

En un reciente evento organizado por la Brookings, el secretario general de la OCDE, Ángel Gurría, examinó cuatro áreas clave en las que las ciudades pueden trabajar para reducir la desigualdad. Estas ideas se desarrollarán más en una reunión que tendrá lugar en París el 21 de noviembre, bajo los auspicios de la alcaldesa Anne Hidalgo.

En primer lugar, las ciudades deben hacer más incluyentes los sistemas educativos, mediante la inversión en escuelas de formación profesional donde personas de todas las edades y antecedentes puedan aprender habilidades con salida laboral. Por ejemplo, en Atlanta, el alcalde Kasim Reed lanzó un acuerdo de colaboración entre una incubadora de empresas local, la agencia de desarrollo laboral de la ciudad y una escuela de programación para ofrecer a los jóvenes redes de mentoría a través de las cuales pueden desarrollar conocimiento financiero y pensamiento crítico, al tiempo que aprenden a programar.

En segundo lugar, las ciudades deben asegurar que todas las personas (incluidas las mujeres, los jóvenes, los inmigrantes y las poblaciones desfavorecidas) tengan acceso a oportunidades de empleo y emprendedorismo. En Estocolmo, que entre el otoño boreal de 2015 y la primavera boreal de 2016 recibió a 8000 solicitantes de asilo, la alcaldesa Karin Wanngård está desarrollando un nuevo tipo de escuela para adultos. Como parte de una estrategia global de integración, las nuevas escuelas enseñarán las capacidades lingüísticas, culturales y técnicas necesarias para participar en el mercado laboral de Estocolmo. En Seúl, el alcalde Park Won-soon se propuso nivelar el campo de juego para las pequeñas y medianas empresas mediante apoyo financiero selectivo, reglas comerciales y de subcontratación más justas, y la regularización del trabajo informal.

En tercer lugar, las ciudades deben garantizar la provisión universal de viviendas de alta calidad a precios accesibles, en vecindarios seguros y saludables. En París, el plan de “derecho de adquisición preferente” de Hidalgo da al gobierno municipal prioridad para la compra de propiedades que salgan al mercado en determinados barrios, lo que le permite crear viviendas sociales para residentes pobres en riesgo de desalojo.

Finalmente, las ciudades deben asegurar que todos tengan fácil acceso a servicios e infraestructuras públicos (por ejemplo transporte público, agua potable, energía, gestión de residuos y banda ancha). En Nueva York, la iniciativa IDNYC del alcalde de Blasio entrega en forma gratuita una identificación oficial a todos los residentes (incluidos “sin techo”, inmigrantes indocumentados y exconvictos), para que los grupos marginalizados puedan hacer uso de los recursos de la ciudad.

Iniciativas como la Campaña por el Crecimiento Incluyente en las Ciudades y la tercera conferencia de las Naciones Unidas sobre vivienda y desarrollo urbano sostenible (Hábitat III) ayudan a combatir el aumento de la desigualdad, de a una ciudad por vez. Cuanto más podamos capitalizar las soluciones locales a los problemas mundiales comunes, más progresaremos todos.

Lamia Kamal-Chaoui is Director of the OECD Center for Entrepreneurship, SMEs, and Local Development and Head of the Champion Mayors for Inclusive Growth Initiative.
Amy Liu is Vice President at the Brookings Institution and Director of its Metropolitan Policy Program.
Traducción: Esteban Flamini.

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