El deber de respetar

Estos días, a través de los medios de comunicación, hemos sido testigos directos de un hecho que no ha dejado a nadie indiferente y que ha sido motivo de conversaciones y debates. Se trata de la actuación de una organización francesa que pretendía rescatar a un centenar de niños que viven en Chad, en una zona afectada directamente por el conflicto de Darfur. Presuntamente, esta actuación se hacía por motivos humanitarios.

No entraré a valorar esta actuación, pero sí que me gustaría aprovechar la situación para destacar, en mi opinión, cuáles son los tres aspectos básicos que cualquier organización no gubernamental debería cumplir siempre. En primer lugar, el respeto a la legalidad, tanto de su país de origen como del país en el que actúa. Desde el sector y desde la sociedad en general debemos exigir que cualquier organización de este tipo respete por principio la legalidad. Nosotros somos los primeros que exigimos a gobiernos o a grandes multinacionales que actúen con un respeto absoluto de la ley, y lógicamente hemos de actuar con la máxima diligencia y dar ejemplo de ello. El fin no justifica los medios y por muy loable que pueda ser un objetivo no es lícito conseguirlo a cualquier precio y con medios no convencionales.

Es cierto que a veces nos podemos encontrar en un contexto donde la ley no se ajusta a parámetros que consideremos justos. Por eso desde organizaciones como la nuestra trabajamos por cambiar esas leyes o normas, pero siempre a través de vías que están dentro de la legalidad vigente. Creo que aquel que se salta estos principios está desvirtuando totalmente su actuación y pierde su coherencia y su valor.

En segundo lugar, el respeto a la voluntad del donante y la transparencia en la comunicación. Las oene- gés deben ser transparentes en su política, en sus prácticas, en sus presupuestos, en las personas que la componen. Debemos publicar esa información y facilitar el control externo de sus actividades y recursos. Y debemos ser las primeras interesadas en que los fondos se gestionen con el máximo rigor y que lleguen a quienes son sus verdaderos destinatarios. Hemos de mostrar nuestra honestidad; hemos de mostrar a nuestros socios y colaboradores, pero también a la sociedad en general, que nuestras cuentas están claras, que nuestra cooperación está realmente dirigida a las personas que más lo necesitan, que nuestra profesionalidad nos hace eficaces y que los recursos no se malgastan. Para ello, debemos explicar abiertamente cómo trabajamos, someternos a los códigos de conducta establecidos por las propias oenegés, auditar nuestras cuentas y permitir valoraciones externas.

En todo momento, una oenegé ha de ser capaz de explicar todo lo que hace y cómo lo hace, y a cualquier interlocutor que se lo pida. Por exigencia ética, porque necesitamos el apoyo de la sociedad, porque nuestra opinión debe contar como legítima expresión ciudadana para responsables políticos, líderes de opinión y medios de comunicación social, si se actúa fuera de esta ética la organización pierde totalmente su legitimidad.

En tercer lugar, el respeto a la cultura y al contexto social de la gente que vive en los países del sur y con la que trabajamos. Y creo que esto va más allá del entorno de estas personas y que se sitúa en el ámbito del derecho de todos los seres humanos a decidir sobre sus vidas. El sentido de nuestro trabajo es buscar, en colaboración con nuestros beneficiarios, cuáles son las acciones y estrategias que mejor combinan sus vidas. Es muy importante pensar que ellos son los que conocen mejor sus problemas y conocen los mecanismos de cambio que en su contexto funcionan. Debe prevalecer el derecho de las personas a decidir sobre sus vidas como elemento básico de la cooperación en los países del sur, a fin de que los cambios que se alcancen respondan a sus necesidades, sean vividos como propios y se adapten a su entorno cultural. Hay que tener muy claro que no todo se puede ver bajo nuestro punto de vista. En Intermón Oxfam trabajamos habitualmente con organizaciones locales a las cuales damos nuestro apoyo, a fin de poder avanzar en cambios adecuados para la mejora de la calidad de vida de la sociedad en la que viven.

Por eso, creo que actuaciones como estas que nos han enseñado los medios estos días, realizadas bajo el nombre de oenegés, no ayudan para nada a la credibilidad de aquellas organizaciones que día a día trabajamos con criterios de rigurosidad, seriedad, transparencia, ética y con el máximo respeto a la legalidad, al derecho de las personas, a su cultura, a su contexto social. Somos muchos los que nos esforzamos para que cada día personas de países del sur puedan tener acceso a los servicios sociales básicos, puedan ejercer sus derechos, puedan tener una vida digna. Por todo eso luchamos cada día y soñamos en que un día podamos retirarnos y dedicarnos a hacer otras cosas. Dejen que sueñe con ello, aunque todavía nos quede un largo trecho por recorrer.

Ariane Arpa, directora general de Intermón Oxfam.