El desafío de las drogas, el crimen organizado y el terrorismo en Africa Occidental y Central

Por Antonio L. Mazzitelli, Representante Regional para África Occidental y Central de la Oficina contra las Drogas y el Delito de Naciones Unidas, Dakar, Senegal (REAL INSTITUTO ELCANO, 20/04/06):

Tema: [1]África Occidental se ha convertido en un destino atractivo para las redes de delincuencia internacional. En asociación con redes locales, está surgiendo progresivamente un nuevo modelo específico de criminalidad que está comenzando a exportarse.

Resumen: Existen numerosos factores que explican la creciente importancia de África Occidental y Central en el mapa mundial del crimen organizado y las organizaciones criminales transnacionales. La concurrencia de factores externos como el rápido crecimiento demográfico, el urbanismo descontrolado, gobiernos ineficaces y dinámicas diásporas regionales y mundiales amplifican los efectos de las dificultades políticas, económicas y sociales. Ante esta situación, las redes extranjeras de delincuencia transnacional bien asentadas y en busca de bases operativas seguras para llevar a cabo sus operaciones ilícitas (tráfico de narcóticos, trata de seres humanos, mercancías pirateadas, migración ilegal y recursos naturales) cooperan y cohabitan con las recientes y exitosas redes de delincuencia propias de África Occidental. Los esfuerzos realizados por los gobiernos nacionales para atajar la situación se han limitado hasta ahora a la redacción de marcos legales. Si no se ataja esta situación de forma oportuna y enérgica, cualquier progreso encaminado hacia la consecución de sociedades democráticas liberales quedará ralentizado, por no decir secuestrado.

Análisis: Las duras condiciones económicas y sociales, una corrupción generalizada, escenarios de conflictos presentes y pasados, fronteras permeables, gobiernos nacionales ineficaces y una creciente cultura de la impunidad han alimentado el desarrollo de prácticas delictivas, merced a las cuales las operaciones internacionales de delincuencia que se llevan a cabo en la región de África Occidental y Central han adquirido un mayor relieve. La incapacidad sistemática de los Estados para aplicar el Estado de Derecho y garantizar la seguridad de sus ciudadanos y agentes económicos ofrece el entorno más propicio para el desarrollo de cualquier forma de actividad delictiva dirigida a obtener fáciles beneficios a costa de los seres humanos y la seguridad de la sociedad.

Aunque existen ciertas señales verdaderamente prometedoras, África Occidental y Central continúa siendo una región delicada y volátil dentro del escenario mundial. Por mucho que reine la calma en Sierra Leona, Liberia, Guinea Bissau y, en menor medida, en la República Democrática del Congo y la República Centroafricana, los estallidos de violencia han marcado el desarrollo de una crisis interna en Costa de Marfil, en la región del Delta de Nigeria y en la región sudanesa de Darfur. Se tiene noticia de las revueltas y la violencia que azotan Guinea, cuyo futuro político es tan incierto como la salud de su actual presidente. En Togo, el golpe de Estado quasi militar acaecido tras el repentino fallecimiento del presidente Gnassingbé Eyadéma en enero de 2005 detuvo el diálogo político con la Unión Europea (EU), que aspiraba a poner fin a las sanciones económicas, y justificó en el seno de la Unión Africana (UA) y la Comunidad Económica de los Estados del África Occidental (CEDEAO) la imposición de nuevas sanciones. En Mauritania, la comunidad internacional (y la UA en concreto) acogió con un tácito beneplácito el golpe de Estado que en agosto de 2005 derrocó al presidente Maaouya Ould Sid Ahmad Taya, tras el júbilo expresado por el pueblo mauritano a raíz del golpe y la promulgación inmediata por parte del gobierno provisional de un programa de transición de 19 meses.

Los países de África Occidental y Central, con sus distintas etnias, raíces culturales y abundancia en recursos naturales, tienen en común uno de los niveles de vida más bajos del mundo. Once de los quince miembros de la CEDEAO[2] y siete de los once miembros de ECCAS[3] se encuentran entre los 30 países que figuran a la cola del índice de Desarrollo Humano del PNUD.[4] La amplia desigualdad en la distribución de la riqueza y un crecimiento demográfico incontrolado, asociado con un rápido –e incontrolado– urbanismo, son características comunes en las sociedades de África Occidental y Central que contribuyen a la creciente aceptación por parte de sus habitantes de las actividades delictivas como opción para romper el círculo de la pobreza. La propia estructura de muchas economías de África Occidental y Central, basadas en la explotación de los recursos naturales (minería o agricultura de monocultivo y orientada a la exportación), unida a una concepción patrimonial del Estado según la cual los recursos financieros y naturales de la nación “pertenecen” a la(s) persona(s) que ocupan el poder, también contribuyen a crear el ambiente propicio para que la desobediencia de las leyes y el empleo de privilegios institucionales con fines privados no solo se justifique, sino que se considere un indicador de poder. Todos estos factores atraen a agentes económicos sin escrúpulos, facilitan el establecimiento y desarrollo de redes de delincuencia locales y transnacionales y fomentan el arraigo de un modelo cultural en el que el dinero puede comprarlo todo (incluida la impunidad y el poder político, además del respeto y la consideración social).

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Figura 1. Narcóticos

Las costas y puertos de África Occidental se han convertido en el centro del tráfico transatlántico de cocaína. Además de grandes envíos de cocaína transportados por mar, almacenados en África Occidental y dirigidos a sus destinos finales en países occidentales, las redes de delincuencia internacional trafican con drogas duras empleando a portadores humanos “desechables”, dotados de pasaportes y visados falsos. La heroína procedente del “Creciente Dorado” (Golden Crescent) entra en la región principalmente por vía aérea para ser reexportada posteriormente a Europa y, en menor medida, a EEUU. Varios cientos de ciudadanos de África Occidental y Central se pudren en cárceles de Tailandia, Pakistán y Colombia (por mencionar algunos de los principales mercados de la droga), donde cumplen largas condenas por tráfico de drogas, por no hablar de las “mulas” que mueren al romperse las bolas de droga que transportan en su interior mientras se dirigen a los mercados de destino. Pero en la región no solo se trafica con drogas duras; su consumo también ha aumentado en forma de mortales cócteles caseros: en Liberia, niños-soldado han informado del consumo de crack-cocaína fabricada localmente y adulterada con pólvora. El cultivo del cannabis está ampliamente generalizado para el consumo local, regional y en menor medida para su exportación a países del norte de Europa.

Estas pésimas condiciones económicas y de seguridad fomentan el tráfico y la trata de seres humanos, que prospera impunemente. En toda la región se trafica con mujeres y niños procedentes de toda África Occidental y Central, que son explotados como mano de obra o como trabajadores del sexo y exportados a Europa, Oriente Próximo y la Península Arábiga. Según informes de prensa, algunos lugares de África Occidental se están convirtiendo en destinos atractivos para el turismo sexual, incluida su degeneración más atroz: la pedofilia. La ONU ha informado de que cada año se trafica con al menos 200.000 niños procedentes de África Occidental y Central. El Departamento de Estado de EEUU ha realizado estudios[5] según los cuales se calcula que en África Occidental trabajan aproximadamente 400.000 niños. Además, Benin, Burkina Faso, Camerún, Costa de Marfil, Gabón, Ghana, Mali, Nigeria y Togo están entre los países de África Occidental que registran un mayor tráfico de mano de obra infantil.

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Figura 2: trata, inmigrantes

Por lo que respecta al contrabando de inmigrantes ilegales, la región es tanto un punto de partida como de tránsito. Algunos países productores de petróleo de la región, como Gabón, Mauritania y Guinea Ecuatorial, o economías regionales desarrolladas como Sudáfrica y Nigeria, son el destino de emigrantes subsaharianos. Además de emigrantes africanos, en algunos lugares de África Occidental y Central también se trafica con emigrantes asiáticos, en tránsito hacia destinos occidentales. La forma más sencilla de viajar es por aire directamente a Europa o, de forma alternativa, al Norte de África y Oriente Próximo, desde donde se puede proseguir por vía marítima. Obviamente, viajar por aire resulta más costoso y depende en gran medida de las bandas organizadas, puesto que requiere la provisión de pasaportes falsos, visados y documentos acreditativos. Gran parte de los emigrantes clandestinos emplean la ruta marítima.

Se conocen casos de barcos con procedencias tan remotas como Camerún y Nigeria que han viajado por toda la costa de África Occidental hasta llegar al destino más habitual: las Islas Canarias y las Azores. Estos barcos suelen llegar en ruta a distintos puertos inadecuadamente controlados o anclar cerca de la costa para recibir a más inmigrantes que llegan en pateras. En otros casos, algunos ferris disponen de rutas establecidas entre dos países (vecinos), que los emigrantes emplean para realizar un tramo de un viaje más largo. El contrabando de emigrantes en rutas marítimas depende en gran medida de las bandas organizadas, puesto que requiere una inversión inicial de capital para adquirir y acondicionar maltrechos barcos y una base logística en tierra para reabastecerse y recoger en ruta a emigrantes de varios países. Se cree que en estas actividades participan grupos criminales procedentes de Nigeria, Ghana, Liberia y Senegal. Las rutas terrestres de emigrantes ilegales recorren el desierto del Sáhara, de sur a norte.[6] Cuando se trata de tráfico por tierra, parece haber dos posibilidades. En la primera de ellas, el emigrante compra una “solución integral” desde su lugar de origen. Esta solución puede incluir documentación falsa, transporte, alojamiento, el soborno de los funcionarios de fronteras y asesoramiento logístico. En la segunda, los emigrantes intentan llegar hasta donde pueden por sus propios medios, recurriendo a las carreteras y medios de transporte convencionales. A lo largo de las rutas que transcurren por el Sáhara, los habitantes locales se han especializado en prestar servicio a los inmigrantes ofreciéndoles comida y alojamiento, falsificando documentación y ofreciendo transporte y guías para evitar ser detectados en el desierto. Los emigrantes de otros continentes, concretamente de Extremo Oriente y Asia Oriental, también emplean las rutas de contrabando de África Occidental y Central. Se han encontrado emigrantes procedentes de China, la India y Bangladesh varados en África Occidental y Central. Los emigrantes asiáticos suelen viajar por aire hasta África Occidental, desde donde prosiguen su viaje hacia Europa por rutas marítimas o terrestres.

Parece que estas mismas rutas empleadas para el tráfico de drogas y de emigrantes se emplean para el floreciente comercio de artículos pirateados y falsificaciones procedentes principalmente de Asia Oriental, aunque también de Latinoamérica, según señalan varios informes. El problema de las falsificaciones afecta gravemente a las industrias locales, especialmente al sector del ocio, el alimentario y el farmacéutico. En este contexto, merece la pena resaltar que, según el World Bank Institute,[7] la música representa el tercer elemento más importante de crecimiento económico anual y de ingresos en términos de PIB en Senegal, Mali, Ghana y Camerún. Según información de Interpol,[8] sus investigaciones destaparon conexiones sospechosas entre bandas organizadas que participan en la piratería musical en Ghana, Guinea Conakry, Liberia y Nigeria y organizaciones terroristas de Oriente Próximo. En Mali, Mauritania y Nigeria se han hallado muestras de CD y CDRom que portan mensajes propagandísticos de grupos extremistas.

Según varios estudios, tan solo en África Occidental existen entre cuatro y ocho millones de armas ligeras, lo que representa un gran obstáculo para la finalización de los conflictos civiles en la región. La fácil disponibilidad de armas ligeras, unida a la incapacidad del Estado de ofrecer la debida seguridad, el control de sus territorios y una justicia imparcial, fomentan los comportamientos violentos, los delitos contra la propiedad y, con el tiempo, la anarquía. La trivialización y privatización del uso de la violencia, unida a la impunidad y la corrupción son, en este contexto, las causas de los conflictos violentos, que suelen desembocar en verdaderas guerras civiles.

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Figura 3: Armas

La exportación e importación de armas no es la única preocupación en las zonas inestables de África Occidental y Central. La disponibilidad de armas en países en los que hay un alto nivel de tensión amenaza con incrementar o extender el conflicto y la violencia. En 2002, el servicio aduanero de Nigeria informó que se habían incautado en sus puestos fronterizos de pequeñas armas y munición por un valor superior a los 30 millones de dólares durante un período de seis meses. El gobierno nigeriano anunció que en 2004 había interceptado más de 157.000 armas de fuego ilegales.[9]

Las milicias civiles formadas por inexpertos e indisciplinados combatientes que se desplazan de país en país junto con sus armas se reciclan de la misma forma que lo hacen las armas que circulan por África Occidental y Central pasando de conflicto en conflicto. Las fuerzas estatales y no estatales también compran con suma facilidad la lealtad de estas personas con la promesa del reparto del botín o de un puñado de dólares, como se ha demostrado en Liberia, Sierra Leona, la República Democrática del Congo y Costa de Marfil. En estos países también se ha recurrido a pilotos mercenarios procedentes de ex países soviéticos y de otros conflictos de África Occidental y Central,[10] junto con ex soldados profesionales de elite procedentes de Europa y Sudáfrica, para participar en intentos de golpes de Estado en África Central y Oriental.

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Figura 4: recursos naturales

África Occidental y Central es rica en recursos naturales. Petróleo, piedras preciosas, oro, platino y madera son las fuentes de ingresos más importantes de varios Estados de la región. Teniendo en cuenta el contexto político general en el que estos recursos son explotados, huelga decir que su control suele ser causa de largos conflictos internos y su explotación suele terminar financiando a ejércitos privados. Los vínculos entre bandas de delincuencia a gran escala, grupos terroristas, grupos rebeldes y Estados fallidos/cleptocracias africanas aparecen reflejados en varios informes oficiales de la ONU, como por ejemplo los dedicados a Sierra Leona y la República Democrática del Congo. No se sabe con certeza si al-Qaeda ha realizado inversiones en la industria del diamante de Sierra Leona, pero sí que sus agentes han viajado y pasado temporadas en África Occidental, y que las operaciones de Hezbollah en Líbano han sido financiadas con fondos procedentes de las explotaciones de diamantes en África Occidental. En Nigeria, entre 60.000 y 100.000 barriles de petróleo diarios, valorados aproximadamente en 4.000 millones de dólares anuales, son desviados de oleoductos ilegalmente intervenidos y enviados al extranjero por bandas internacionales de contrabandistas. Los beneficios se emplean para financiar la carrera armamentística en la que concurren las bandas criminales y milicias tribales, responsables de sostener el derramamiento étnico de sangre en la rica en petróleo, pero empobrecida, región del Delta.

El desempleo, la falta de inversiones de capital, un flujo de capitales desequilibrado y las pésimas infraestructuras también son características comunes en muchas de las economías de la región de África Occidental y Central. La ayuda financiera externa, las remesas de los inmigrantes y sectores informales alcistas suelen compensar las debilidades estructurales, pero también abren las puertas a todo tipo de prácticas comerciales ilícitas y delictivas. Además de las economías informales de subsistencia, grandes áreas de los mercados y economías nacionales están gobernadas por monopolios paralelos y ocultos que ofrecen oportunidades para el blanqueo de dinero. En diciembre de 2003, la policía italiana detuvo en el aeropuerto internacional de Dakar, en Senegal, a uno de los hombres más buscados de la mafia siciliana[11] procedente de Costa de Marfil. Según fuentes policiales, este hombre tenía importantes intereses económicos en ambos países. En este contexto, el público en general no solo justifica las prácticas de corrupción como “lícitas”, sino que incluso las “institucionaliza” como el mecanismo de redistribución de la riqueza nacional más aceptable. La posición que ocupan los Estados de África Occidental y Central en el Índice de Percepción de la corrupción de Transparency International (TI)[12] da cuenta del creciente reconocimiento que los propios gobiernos hacen de la expansión de la corrupción en todos los niveles, tanto en las instituciones como en la sociedad.

África Occidental se ha convertido en un destino atractivo para las redes de delincuencia internacionales, que, asociadas con criminales locales, están dando lugar a la creación y exportación progresiva de un modelo específico de red de delincuencia. Además de las conocidas redes nigerianas, se están creando nuevas redes en Ghana, Costa de Marfil y Senegal. Modeladas a imagen y semejanza del tipo de “red” nigeriana, estas organizaciones criminales comparten las mismas características imprecisas, fragmentadas y orientadas al comercio que tanto éxito les proporcionan en esta aldea global del moderno crimen “desorganizado”.

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Figura 5: Redes criminales

Los tradicionales modelos criminales altamente organizados, como los de la conocida organización de la Mafia italiana, la Cosa Nostra americana y la japonesa Yakuza, no encajan con las condiciones anárquicas y “repentinas” que caracterizan al contexto general africano, donde las estructuras basadas en proyectos y en operaciones comerciales resultan mucho más eficaces. A este respecto, las operaciones delictivas de África Occidental adoptan estructuras, modi operandi y características típicas de los comerciantes y empresarios legítimos de la región, en las que un empresario de éxito invita a uno o más jóvenes u otros subordinados a incorporarse a su empresa[13] a medida que aumenta el volumen de negocio. La división de tareas en estas estructuras se realiza de tal forma que los recién incorporados, generalmente conocidos o personas relacionadas con los socios originales, apenas conocen a los empresarios para los que realmente trabajan, ni tampoco la forma en que sus tareas se relacionan con las funciones de otros miembros. El empleo que ofrecen suele estar limitado a un determinado proyecto, sin expectativas de establecer vínculos estables –permanentes– con la estructura que, más bien, se desvanece al completar un proyecto concreto. El secretismo y la total lealtad de las personas con el grupo que crea la operación quedan garantizados gracias a la presión cultural (por ejemplo, al pertenecer al mismo pueblo, clan o grupo étnico) y mediante el uso de rituales religiosos y de magia negra con los que se amenaza con castigos sobrenaturales en caso de traición.

Por lo que respecta al terrorismo, todos los analistas e informes publicados coinciden en que es poco probable que se expandan ramificaciones de al-Qaeda en las sociedades de África Occidental y Central, con excepción de algunas zonas del norte de Nigeria, Mauritania y el Sáhara. Sin embargo, resulta un escenario mucho más probable la utilización del territorio de África Occidental para la formación e implantación de instalaciones logísticas y el establecimiento de alianzas estratégicas operativas entre grupos terroristas y redes de delincuencia locales. Los últimos acontecimientos en la región del Delta de Nigeria confirman el temor de que los grupos terroristas locales emplean cada vez más la violencia para imponer sus reivindicaciones políticas y económicas.

Conclusión: La respuesta de los gobiernos de África Occidental y Central a los graves desafíos que la delincuencia organizada transnacional plantea al desarrollo de sus economías y sociedades se ha limitado principalmente a la actualización de reglamentos jurídicos y marcos legales para adaptarse a las convenciones y protocolos de la ONU. Sin embargo, este enfoque ha arrojado resultados variados, como la implantación general de nuevas leyes que dependen de numerosos factores, algunos de los cuales escapan al control de las administraciones locales. Los valientes y definidos esfuerzos para eliminar la corrupción, como la campaña implantada por el Gobierno del presidente Obasanjo en Nigeria, deberían producir resultados drásticos si cuentan con el suficiente respaldo en el tiempo para crear un círculo virtuoso. De manera similar, la decisión de conceder la debida prioridad política y financiera a la transparencia y la seguridad por parte de países como Cabo Verde también es una señal relevante y positiva para todos los países de la región.

Pero lo más importante es que la comunidad internacional en su conjunto ha llegado por fin a la conclusión de que la seguridad, el Estado de Derecho, la justicia y la transparencia son elementos indispensables (o condiciones previas en el caso de países que acaban de salir de un conflicto) para formular cualquier estrategia realista de desarrollo. Estos factores representan, sin lugar a dudas, las mismas raíces sobre las que debe fundarse el “contrato social” entre las personas y los Estados, donde la necesidad de garantizar la seguridad para todos debería establecerse en un contexto en el que las leyes acordadas regulen la interacción entre las personas. En muchos lugares de África Occidental y Central, se está debatiendo la esencia misma de dicho contrato.

Figura 6. Pertenencia a las Convenciones de Naciones Unidas sobre Droga y Crimen a fecha de 20/II/2006
País

(1)

(2)

(3)

(4)

(5)

(6)

Fir.

Rat.

Fir.

Rat.

Fir.

Rat.

Fir.

Rat.

Fir.

Rat.

Fir.

Rat.

África Occidental
   Benin

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

   Burkina Faso

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

   Cabo Verde

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

   Gambia

X

X

X

X

X

X

X

X

   Gana

X

X

X

   Guinea

X

X

X

X

X

X

   Guinea Bissau

X

X

X

X

X

   Costa de Marfil

X

X

X

X

   Liberia

X

X

X

X

X

   Mali

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

   Mauritania

X

X

X

X

X

X

   Níger

X

X

X

X

X

X

   Nigeria

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

X

   Senegal

X

X

   Sierra Leona

X

X

X

X

X

X

X

X

   Togo

X

X

X

X

X

X

X

X

África Central
   Angola

X

X

X

   Burundi

X

X

X

   Camerún

X

X

X

X

X

X

X

X

X

   Rep. Centroafricana

X

X

X

X

   Chad

X

   Rep. del Congo

X

X

X

X

   Rep. Dem. del Congo

X

X

X

X

X

   Guinea Ecuatorial

X

X

X

X

X

   Gabón

X

X

X

X

   Ruanda

X

X

X

Claves:
(1)     Convención de la ONU sobre tráfico ilícito de drogas y sustancias psicotrópicas de 1988.
(2)     Convención de la ONU contra la Delincuencia transnacional organizada de 2000.
(3)     Protocolo para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, especialmente mujeres y niños, que complementa la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional.
(4)     Protocolo contra el tráfico ilícito de emigrantes por tierra, mar y aire, que complementa la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional.
(5)     Protocolo contra la fabricación y el tráfico ilícitos de armas de fuego, sus piezas y componentes y municiones, que complementa la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional.
(6)     Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción 2003.

Notas:

[1] Las opiniones expresadas en el presente documento son las del autor y no reflejan necesariamente las de Naciones Unidas y ni las de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.

[2]La comunidad Económica de los Estados del África Occidental (CEDEAO) incluye a Benin, Burkina Faso, Cabo Verde, Costa de Marfil, Gambia, Ghana, Guinea, Guinea Bissau, Liberia, Mali, Níger, Nigeria, Senegal, Sierra Leona y Togo.

[3] La Comunidad Económica de los Estados Centroafricanos (ECCAS) incluye a Angola, Burundi, Camerún, República Centroafricana, Chad, República del Congo, República Democrática del Congo, Guinea Ecuatorial, Gabón, Ruanda y Santo Tomé y Príncipe.

[4] Informe sobre Desarrollo Humano en el Mundo 2005, PNUD. El informe comprende 177 países. Debido a la falta de datos, Liberia no aparece en la lista. En cuanto a países específicos, se pueden destacar: de la CEDEAO, Benin (162), Burkina Faso (175), Cabo Verde (105), Costa de Marfil (163), Gambia (155), Ghana (138), Guinea (156), Guinea Bissau (172), Liberia (n.c.), Mali (174), Níger (177), Nigeria (158), Senegal (157), Sierra Leona (176) y Togo (143); de la ECCAS, Angola (160), Burundi (169), Camerún (148), República Centroafricana (171), Chad (173), República del Congo (142), República Democrática del Congo (167), Guinea Ecuatorial (121), Gabón (123), Ruanda (159) y Santo Tomé y Príncipe (126).

[5] Mark Taylor, US State Department/NCM Report, primavera de 2003, pp. 25-28.

[6] Este informe se centra en las rutas terrestres hacia el Norte de Marruecos y no en las rutas hacia Túnez y Libia.

[7] Presentación de la Estrategia de reducción de la pobreza del Banco Mundial para 30 países africanos en septiembre de 2002 en Dakar, Senegal.

[8] Interpol Report on Intellectual Property Pirated Goods, mayo de 2004, pp. 35-37.

[9] Thomas Madnick, “Arms Trafficking in West Africa”, The University of Michigan Political Review, marzo de 2005, pp. 21-25.

[10] Human Rights Watch, Informe sobre África Occidental, abril de 2004, y John Maynard Reinhold, The Liberal Dilemma: West African Arms Traffickers, mayo de 2004, Ann Arbor, p. 11.

[11] Giovanni Bonomo era buscado por asesinato y asociación con la Mafia y llevaba en busca y captura desde hacía siete años. La policía afirma que ha participado en actividades de blanqueo de capitales para la Mafia en Namibia y Sudáfrica.

[12] El país de África Occidental con mejores resultados en el Índice de Percepción de la Corrupción de 2004 ocupa la posición 64 (Ghana) y el peor la 144 (Nigeria).

[13] Las empresarias delincuentes de la región del Delta de Nigeria parecen centrarse predominantemente en la trata de niñas para su explotación sexual en Europa.