Si se preguntan qué ha sido de Al Qaeda, sigan la pista de la opinión pública árabe y musulmana y obtendrán una imagen clara de su enorme crisis de autoridad y legitimidad. El equilibrio de fuerzas en el seno del mundo islámico ha cambiado de forma espectacular, en el sentido de una oposición tanto contra la yihad global de Al Qaeda como contra las yihad de signo local.
En la actualidad, un número creciente de musulmanes observa a Al Qaeda a través del prisma de la monstruosidad del asesinato de no combatientes en general, no sólo de civiles musulmanes. Recientes encuestas de opinión y mi propia investigación sobre el terreno corroboran que una mayoría abrumadora de musulmanes no sólo se siente poco comprensiva hacia la ideología de Osama bin Laden y sus seguidores, sino que además le echan directamente la culpa del daño que ha causado a la imagen del islam.
A pesar de sus constantes instigaciones y argumentos engañosos, Bin Laden y su segundo en el mando, Ayman al Zauahiri, se enfrentan a una grave escasez de elementos reclutados en el corazón del mundo árabe, consecuencia de su creciente crisis existencial. La nueva tendencia pone de manifiesto el descrédito moral de Al Qaeda a ojos de los musulmanes y el fracaso de la yihad global en general.
Considérense algunos resultados de los sondeos y encuestas públicas más recientes:
1. Gallup, tras efectuar decenas de miles de entrevistas directas de una hora de duración a residentes de más de 35 países predominantemente musulmanes entre el 2001 y el 2007, concluyó que el 90% de los encuestados condenaba por razones religiosas y humanitarias el asesinato de no combatientes.
2. Según una encuesta de opinión efectuada por Terror Free Tomorrow, organización sin fines de lucro que investiga las razones del apoyo o la oposición al extremismo, menos de uno de cada diez árabes saudíes tenía una opinión favorable de Al Qaeda y el 88% aprobaba que las autoridades saudíes persiguieran a sus integrantes.
3. Una encuesta efectuada en enero por la misma organización en Pakistán mostró que el apoyo a los talibanes, Bin Laden y otros grupos militantes islamistas se había reducido recientemente a la mitad. En agosto del 2007, el 33% de los pakistaníes apoyaba a Al Qaeda y el 38%, a los talibanes. En enero del 2008, el apoyo a Al Qaeda había caído al 18% y a los talibanes, al 19%.
4. Las encuestas del Pew Research Center del año pasado muestran que, en Jordania, Pakistán, Indonesia, Líbano y Bangladesh, se ha registrado un notable descenso de opiniones que consideran que los atentados suicidas y otras formas de violencia contra objetivos civiles pueden legitimarse a fin de defender el islam de sus enemigos. Amplias mayorías dicen que tales ataques son, como máximo, rara vez aceptables.
5. El cambio ha sido especialmente espectacular en Jordania, donde el 29% de los jordanos considera actualmente que los ataques suicidas pueden justificarse con frecuencia o en algunas ocasiones, contra el 57% en mayo del 2005. En el país de mayor población musulmana, Indonesia, el 74% de los encuestados coincide en afirmar que los ataques terroristas "nunca se justifican", notable descenso respecto del 41% del nivel de apoyo registrado en marzo del 2004; en Pakistán, la cifra es del 86%; en Bangladesh, del 81%, y en Irán, del 80%.
6. Compárense estas cifras con un estudio reciente según el cual sólo el 46% de los estadounidenses cree que "las bombas y otros ataques intencionados contra civiles nunca se justifican", mientras que el 24% cree que estos ataques se justifican "con frecuencia o en algunas ocasiones".
7. La confianza en Bin Laden también ha disminuido en la mayoría de los países musulmanes estos años. Una encuesta de diciembre del 2007 en Arabia Saudí, el hogar de Bin Laden, reveló que sus compatriotas "se habían vuelto contra él de modo espectacular; contra su organización, contra los voluntarios de Arabia Saudí en Iraq y contra el terrorismo en general".
En la provincia de Frontera del Noroeste de Pakistán, donde Al Qaeda posee un fuerte asidero, el porcentaje de quienes tienen una opinión favorable de Bin Laden descendió del 70% en agosto del 2007 a sólo el 4% en enero del 2008, disminución espectacular para un corto periodo.
8. Cabría haber esperado que el mensaje de Al Qaeda a los iraquíes resonara ampliamente en sus corazones, cuyo país ha sido ocupado y desangrado. Pero lo cierto es que, igual que en el caso de sus hermanos musulmanes, los iraquíes de todas las ideologías rechazaron las tácticas terroristas de Al Qaeda en Mesopotamia. Una encuesta de las cadenas ABC News, BBC y NHK en el 2007 reveló que el 100% de los encuestados - tanto suníes como chiíes-consideraba que los ataques de Al Qaeda contra civiles iraquíes eran "inadmisibles"; el 98% rechazó los intentos de los militantes de hacerse con el control de las zonas en las que opera y el 97% se opuso a sus intentos de reclutar a combatientes extranjeros y conducirlos a Iraq.
La pérdida de apoyo público ha exacerbado la crisis de legitimidad y autoridad de Bin Laden y ha perjudicado sus esfuerzos para sostener la guerra contra EE. UU. y sus aliados occidentales y de Oriente Medio. Y aunque Al Qaeda parece haber afianzado su punto de apoyo a lo largo de la frontera tribal de Pakistán con Afganistán, gracias a sus vínculos con los talibanes en ambos países, se enfrenta a desafíos insuperables en el mundo árabe, su base de apoyo histórica, social y religiosa.
En los últimos tres años, la opinión pública árabe se ha tornado crecientemente en contra de al Qaeda, que, a ojos de muchos, promete el cielo pero da muerte y polvo.
El atractivo de Al Qaeda se ha marchitado asimismo en Indonesia, el país musulmán más poblado, con la desaparición de la Yamaa Islamiya, con lazos con Al Qaeda. En especial, desde mayo del 2003, la mayoría de los hombres de Bin Laden (centenares) en la crucial Arabia Saudí - su lugar de nacimiento y centro religioso del islam-resultaron muertos o detenidos, factor que diezmó la red de Al Qaeda y afectó seriamente a las posibilidades de utilizar Arabia como feudo y base de apoyo. El fracaso catastrófico de Bin Laden en Arabia Saudí debe de doler, porque había prometido mantener allí su último baluarte; literalmente, La Meca del mundo islámico.
Durante el último ataque de Israel contra Gaza, Bin Laden trató de usar la ira en la región, instando a los musulmanes a rebelarse, y prometió que su organización abriría "nuevos frentes" contra Estados Unidos y sus aliados además de Iraq y Afganistán. Irónicamente, muchos palestinos y árabes desestimaron su llamamiento por juzgarlo más lesivo para la causa palestina y beneficioso para sus adversarios.
Bin Laden y Zauahiri se han visto reducidos a voz e imagen fijas en las pantallas de televisión y emisoras de radio, ¡lo cual no es un método muy eficaz para librar una guerra santa contra Estados Unidos y sus aliados!
Históricamente, los grupos terroristas que perdieron su base de apoyo se vieron, en último término, abandonados, por más que los propios terroristas siguieran invictos. La historia del terrorismo ultraizquierdista en Europa tras la Segunda Guerra Mundial constituye un ejemplo clásico. Los programas políticos neomarxistas de estos pequeños grupúsculos de clase media - la Fracción del Ejército Rojo en Alemania, las Brigadas Rojas en Italia, Acción Directa en Francia, y otros-mostraron escaso atractivo a ojos de los ciudadanos que los radicales confiaban movilizar.
De modo similar, la razón del fracaso de la insurgencia armada islamista contra los regímenes egipcio y argelino en los años ochenta y noventa consistió en que la opinión pública se hartó de la violencia e inestabilidad provocada por los militantes. En sus memorias publicadas inmediatamente después del 11 de septiembre del 2001, Caballeros bajo la bandera del Profeta,Zauahiri reconoció esta realidad y aconsejó a sus huestes que se esforzaran en ganarse los corazones de los musulmanes. Podría ser que tanto él y su comandante en jefe, Bin Laden, hicieran caso omiso de esta lección esencial a su propia costa.
Fawaz A. Gerges, de la cátedra Christian A. Johnson de Oriente Medio, Sarah Lawrence College, Nueva York. Autor de El viaje del yihadista: dentro de la militancia musulmana, Ed. Libros de Vanguardia. Traducción: José María Puig de la Bellacasa.