El despertar estratégico japonés: oportunidades para España

Tema

El despertar estratégico de Japón, una potencia de corte marítimo con una posición geoestratégica con respecto a Asia similar a la que tiene España en relación a Europa, ofrece una serie de oportunidades para nuestro país.

Resumen

La próxima visita de los reyes Felipe VI y Letizia a Japón pone de relieve la creciente importancia del país del sol naciente en el ámbito internacional, y brinda a España una oportunidad para reforzar sus vínculos con un país de gran peso económico y cuyo valor estratégico va al alza. En los últimos años, Japón ha venido incrementando sus lazos diplomáticos y estratégicos con diversos actores europeos. En lo que concierne a España, Japón representa una oportunidad para fortalecer su posición en el corredor marítimo Indo-Pacifico (un área de creciente importancia económica y estratégica) y potenciar su perfil como potencia marítima. Partiendo de esos supuestos, este ARI aboga por una mayor cooperación bilateral entre España y Japón en el ámbito de la seguridad y la defensa.

Análisis

El epicentro de la geopolítica y la economía global se está desplazando con rapidez hacia la región Asia-Pacífico. La prosperidad de Europa y de España dependerán, por tanto, en gran medida de su capacidad para afianzar y profundizar su presencia en dicha región. Los principales actores europeos, incluyendo Francia, el Reino Unido, Alemania, Italia o la propia UE, reconocen esta realidad y han venido aumentando su presencia económica y diplomática en la zona en los últimos años. Más allá de las enormes oportunidades económicas que brinda Asia, el aumento exponencial en el gasto militar chino, la creciente confianza diplomática y estratégica de Pekín y la radicalización del régimen norcoreano siembran una sombra de incertidumbre sobre la estabilidad y el futuro de la región Asia-Pacífico.

La radicalización del nuevo régimen de Kim Jong-un y el espectro de una crisis en la península coreana han concentrado buena parte de la atención pública a lo largo de este año. Sin menospreciar su importancia, estos hechos no deben distraer nuestra atención del principal vector de cambio en las placas tectónicas de la geopolítica asiática: el auge estratégico de China. Dicho auge ha dado lugar a un recrudecimiento en los principales focos de fricción regionales y está generando incertidumbre entre muchos de los países de la región, sobre la cual planea cada vez con más fuerza el espectro de una carrera armamentística. En lo que a los principales focos o puntos de fricción se refiere cabe destacar los dos siguientes:

  • El conflicto entre China y Japón en el Mar del Este de China, focalizado en su disputa territorial por las Islas Senkaku-Diayou. Dicho conflicto se ha recrudecido en los últimos años, tras el anuncio chino en noviembre de 2013 de establecer un Área de Identificación Aérea que cubre partes importantes del Mar del Este de China. Éste es el último en una serie de movimientos por parte de Pekín destinados a reforzar su posición estratégica en la zona, los cuales han incluido sucesivas violaciones del espacio aéreo japonés por parte de la Fuerza Aérea China.
  • Los conflictos existentes entre la República Popular China y diversas naciones del sudeste asiático en el Mar del Sur de China, en torno a islas y aguas territoriales en las que se estiman importantes recursos de gas y petróleo. Cabe destacar los conflictos entre China, Taiwán, Filipinas, Vietnam, Malasia y Brunei sobre las Islas Spratly y entre China, Taiwán y Vietnam sobre las Islas Paracelso. En este sentido, la decisión de Pekín de construir una serie de islas artificiales en el Mar del Sur de China y desplegar capacidades militares pone en cuestión el equilibrio de poder regional. Tanto EEUU como Japón han condenado la militarización del Mar del Sur de China por parte de Pekín, y han prometido reforzar sus lazos diplomáticos y estratégicos con varios países del sudeste asiático.1

La creciente incertidumbre que caracteriza el entorno geopolítico en la zona Asia-Pacífico ha llevado a Japón a cuestionar la actitud excesivamente defensiva que ha guiado su Constitución y su desarrollo político desde la Segunda Guerra Mundial. En este sentido, el gobierno de Shinzo Abe ha expresado su voluntad de relajar parcialmente algunas de las restricciones políticas y legales que siguen rigiendo la política exterior y de seguridad japonesa. Para ello, Abe se ha centrado en avances progresivos y modestos, como, por ejemplo, fomentar una mayor participación e integración de Japón en tareas de seguridad global (por ejemplo, operaciones de mantenimiento de la paz y lucha contra la piratería) o rebajar los obstáculos a la exportación de sistemas militares japoneses o a la cooperación industrial militar con otros países.

Los intentos de Abe por superar la mentalidad estratégica defensiva que caracteriza a Japón vienen acompañados de un aumento del gasto militar en un 5% para el quinquenio 2014-2019, una profunda reorganización de sus estructuras de seguridad nacional e inteligencia (avanzando hacia una mayor centralización), y una profundización de sus vínculos estratégicos con EEUU y con numerosos socios regionales (Corea del Sur, Rusia, Australia, ASEAN y la India) e internacionales (entre los que destacan la OTAN, la UE, el Reino Unido y Francia). Este proceso de normalización recibió un importante empuje en abril de 2015 con la decisión de Japón y EEUU de revisar su relación estratégica, expandiendo el ámbito geográfico de su cooperación bilateral (actualmente restringido a la defensa del territorio nacional japonés) y reforzando la cooperación en áreas como la defensa antimisiles, la ciber-seguridad, la disuasión submarina o la inteligencia, vigilancia y el reconocimiento.

La “ofensiva” europea de Japón

En el marco de un más amplio esfuerzo por reforzar la posición internacional de Japón, el primer ministro Abe y su gobierno se han lanzado los últimos años a una ofensiva diplomática destinada a profundizar sus vínculos políticos y estratégicos con Europa, en particular con la OTAN, la UE, el Reino Unido y Francia.2

Japón ha venido cooperando con la OTAN en diversos ámbitos desde el final de la Guerra Fría.3 Sin embargo, dicha relación se ha visto reforzada especialmente en la última década. La Fuerza Marítima de Auto Defensa Japonesa ha mantenido una presencia regular desde 2009 en el Golfo de Adén, donde contribuye a los esfuerzos de la Alianza en la lucha contra la piratería. Desde 2011, dicha presencia ha estado sustentada por el establecimiento de una base operacional japonesa en Yibuti. Aunque las limitaciones legales a las que se ven sometidas las fuerzas armadas japonesas han dificultado su implicación en la misión de la Alianza en Afganistán, Tokio ha destinado importantes recursos financieros a la formación del personal de seguridad afgano y pretende jugar un papel aún mayor post-2014.

Japón es uno de los miembros del club selecto de “partenariados globales” de la OTAN, junto a Australia, Nueva Zelanda, Corea del Sur, Afganistán, Pakistán e Iraq. La decisión de mandar un oficial de enlace al cuartel general de la OTAN a finales de 2014 puso de relieve el interés del primer ministro Abe por reforzar sus vínculos con la Alianza Atlántica. En concreto, Abe ha expresado su interés en seguir profundizando en la relación entre Japón y la OTAN tanto en Afganistán como en muchos otros ámbitos, incluyendo la seguridad marítima (y en particular la lucha contra la piratería), la asistencia contra desastres, la ciberseguridad y las operaciones para el mantenimiento de la paz.

La UE y Japón están actualmente negociando un Tratado de Libre Comercio y un Acuerdo de Asociación Estratégica, cuyo propósito es afianzar la cooperación entre ambas partes en materia de política exterior y de seguridad.4 Japón y la UE están especialmente interesados en cooperar en ámbitos como la ciberseguridad, la vigilancia de las Líneas Globales de Comunicación Marítima, la regulación del Espacio o las operaciones de mantenimiento de la paz. En este contexto, Japón y la UE están actualmente negociando la firma de un Acuerdo Marco de Participación que facilite la implicación directa de Tokio en operaciones y misiones de la Política Común de Seguridad y Defensa (PCSD) de la UE.

Finalmente, cabe destacar el interés mostrado por Japón en profundizar sus vínculos estratégicos bilaterales con países europeos, en particular con el Reino Unido y Francia, interés que se ha visto fuertemente reciprocado en Londres y París. En 2012 el ex primer ministro británico David Cameron y Shinzo Abe firmaron un partenariado estratégico que ha presidido un proceso de rápida profundización de las relaciones bilaterales en el ámbito de la seguridad. Dicho proceso ha dado lugar a mayores contactos entre las fuerzas armadas de ambos países, y a una mayor cooperación en materia de seguridad marítima y lucha antipiratería, inteligencia y a nivel industrial-militar. El Reino Unido ha sido el primer país (después de EEUU) para el que Japón ha levantado algunas de sus restricciones legales a la hora de cooperar en el desarrollo y en la comercialización de bienes de defensa, lo cual ofrece enormes oportunidades económicas y estratégicas para ambos países.5

La intención de Japón es llevar sus relaciones con Francia a un nivel similar al del Reino Unido. Japón y Francia han puesto en marcha un proceso “2+2”, es decir, un mecanismo permanente destinado a facilitar reuniones regulares entre los ministros de defensa y exteriores de ambos países con el fin de aumentar la cooperación estratégica bilateral.

Japón asigna especial valor a las oportunidades que una mayor cooperación bilateral con Francia ofrece en los ámbitos industrial y de inteligencia, y está particularmente interesado en acceder a la inteligencia francesa en zonas como el Norte de África o el Sahel, donde Tokio cuenta con intereses e inversiones económicas y escasa información y medios para proteger a sus nacionales. En este sentido, el reciente secuestro y asesinato de cinco trabajadores del petróleo japoneses en el sur de Argelia ha servido como catalizador del interés japonés en una mayor cooperación con Francia.

Más allá del Reino Unido y Francia, los japoneses han expresado interés en fortalecer sus vínculos estratégicos con Alemania (dada su excelencia tecnológico-industrial) e Italia (dado su interés por cuestiones industriales de defensa y su conocimiento del Norte de África). Con este último país, Japón firmó, a finales de 2014, una declaración de intenciones cuyo propósito es institucionalizar la relación bilateral en materia de seguridad y defensa. También a finales de 2014, Pedro Morenés protagonizó la primera visita de un ministro de Defensa español a Japón, y firmó en Tokio un memorando de entendimiento para fomentar la cooperación entre ambos países en el terreno militar.6

Bases para una mayor cooperación estratégica hispano-japonesa

El interés japonés por afianzar lazos en Europa ofrece importantes oportunidades estratégicas y económicas para nuestro país.

En primer lugar, cabe destacar que la condición marítima, democrática y liberal de Japón y su alianza estratégica con EEUU constituyen unas bases sólidas sobre las que construir una mayor relación estratégica bilateral entre España y Japón. Dicha relación ofrecería a nuestro país enormes oportunidades a la hora de mejorar su información y “conocimiento situacional” en el corredor marítimo Indo-Pacífico, tanto en el noreste y sudeste asiático, como en el Océano Índico, punto de encuentro natural del recorrido marítimo español “oeste-este” y japonés (“este-oeste”). En este sentido, sería de especial importancia concebir la relación bilateral con Japón dentro de una más amplia estrategia de aumento de la presencia española en el corredor marítimo Indo-Pacífico, y en otros entornos extra-europeos en general.7

En segundo lugar, el fortalecimiento de la relación estratégica con Tokio ofrecería oportunidades para la industria de defensa española, y para el desarrollo de la base tecnológico-industrial de nuestro país. Japón tiene un presupuesto de defensa de aproximadamente 43.000 millones de dólares en 2017 (con visos de seguir aumentando) y es, tras el Reino Unido, el principal importador de material militar del mundo. Una mayor cooperación bilateral estratégica España-Japón podría contribuir a abrir el mercado japonés a las empresas de defensa españolas, lo cual supondría un importante revulsivo para la base tecnológico-industrial de la defensa de nuestro país. Más allá del nivel estrictamente comercial, el elevadísimo nivel de desarrollo tecnológico de Japón ofrecería a nuestro país importantes oportunidades en el ámbito de la creación de programas y proyectos conjuntos, así como a nivel de investigación y desarrollo de tecnología militar.

Finalmente, una mayor relación estratégica con Japón presenta importantes posibilidades de cooperación entre las fuerzas armadas de ambos países, en concreto en los ámbitos marítimo-naval y anfibio. Cabe destacar en este último sentido las enormes oportunidades de aprendizaje que ofrecería a nuestro país un diálogo bilateral destinado a compartir experiencias en el ámbito de la defensa antimisiles balísticos (BMD).

No cabe duda de que existen numerosas diferencias entre la arquitectura de defensa antimisiles europea y la asiática, así como entre los papeles que Tokio y Madrid desempeñan en el seno de las mismas. Japón lleva más de 10 años cooperando estrechamente con EEUU en la defensa antimisiles a nivel bilateral y dispone tanto de baterías Patriot Advanced Capability (PAC) 3 como de tres destructores AEGIS propios equipados con interceptores SME3 (en cuyo desarrollo Tokio participa en cooperación con Washington). Otros países de la zona (principalmente Corea del Sur y Australia) disponen de elementos de defensa antimisiles y cooperan bilateralmente con EEUU en el ámbito BMD. Aunque se está explorando una mayor integración entre los distintos sistemas, la arquitectura BMD en Asia se nutre principalmente de cooperaciones bilaterales. La arquitectura BMD europea descansa también sobre una serie de acuerdos bilaterales entre EEUU y varios países aliados (entre ellos España, Polonia, Rumanía y Turquía). Sin embargo, tiene un carácter más “multilateral” que la asiática, dada la implicación de la OTAN.8

En la medida en que España y Japón actúan de bases respectivas del componente naval de la defensa antimisiles y que dicho componente representa la columna vertebral de la arquitectura BMD estadounidense tanto en Asia como en Europa, existen importantes similitudes entre ambos países. Este hecho ha sido resaltado por un informe encargado por la Armada de EEUU al Center for Strategic and Budgetary Assessments, que habla de España y Japón como posiciones simétricas, asignándoles una posición central en el despliegue naval estadounidense en los extremos oriental y occidental del supercontinente eurasiático.9

Su operación directa de buques antimisiles, su participación en la fase de desarrollo de sistemas antimisiles, su nivel de interoperabilidad antimisiles con la US Navy y su integración en las estructuras de control y mando del BMD asiático avalan un hecho incontestable: el papel proactivo de Japón en la arquitectura BMD asiática podría ofrecer un modelo de referencia para las aspiraciones estratégicas de España en este ámbito.

Además de actuar de correa transmisora para una profundización de los lazos estratégicos bilaterales España-EEUU (lo cual traería consigo importantes réditos estratégicos y políticos), una mayor implicación directa de España en el sistema BMD europeo supondría importantes avances para nuestro país en términos de capacidades, know how y tecnología en un ámbito tan crucial como la defensa antimisiles. En este sentido, un diálogo bilateral con Japón ofrece a España la oportunidad de apoyarse en una experiencia concreta para identificar sus propias posibilidades de desarrollo en el ámbito de la defensa antimisiles.

Conclusiones

En los últimos años, Japón ha venido reforzando su papel en el ámbito de la seguridad internacional, tanto en la región Asia-Pacífico como más allá. La próxima visita de los reyes Felipe VI y Letizia a Japón se produce en un contexto de crecientes contactos estratégicos entre el país del sol naciente y varios países y actores europeos, incluyendo el Reino Unido, Francia, Italia, Alemania, la UE y la OTAN. España no debe perder el tren japonés. El perfil de Japón como potencia marítima, sus fuertes vínculos de defensa con EEUU, su interés en áreas como la defensa antimisiles y su excelencia en el ámbito tecnológico-militar, convierten a ese país en un atractivo estratégico para España, y ofrecen numerosas oportunidades para mejorar la relación bilateral en el ámbito de la seguridad y la defensa.

Luis Simón, director de la oficina de Bruselas del Real Instituto Elcano y profesor de investigación en la Universidad Libre de Bruselas.


1. Mario Esteban (2016), “Trump y el baile de alianzas en el Sudeste Asiático”, ARI, nº80/2016, Real Instituto Elcano.

2. Véase Luis Simón (2015), “Europe and Japan: toward a ‘Trans-Eurasian’ partnership”, Policy Brief, abril, German Marshall Fund of the United States.

3. Michito Tsuruoka (2013), “NATO and Japan as multifaceted partners”, Research Paper, nº 91, NATO Defense College.

4. Julie Gilson (2016), “The Strategic Partnership Agreement between the EU and Japan: the pitfalls of path dependency”, Journal of European Integration, vol. 38, nº 7, pp. 791-806.

5. Para un análisis de las relaciones entre Japón y el Reino Unido véase Michito Tsuruoka (2013), “The UK, Europe and Japan: forging a new Security Partnership”, The RUSI Journal, vol. 158, nº 6, pp. 58-65.

6. Ministerio de Defensa (2014), ‘Morenés visita Japón para estrechar lazos en materia de defensa’, 4/XI/2014.

7. Véase Luis Simón (2014), “‘España después de Europa’: la proyección marítima como elemento de la renovación estratégica española”, Estrategia Exterior Española, nº 4/2014, Real Instituto Elcano.

8. Véase Gustav Lindstrom (2016), “Missile defence in Europe: tying together the technical, political and security dimensions”, ARI, nº 73/2016, Real Instituto Elcano.

9. Véase Bryan Clark, Peter Haynes, Jesse Sloman y Timothy Walton (2017), Restoring American Seapower: A New Fleet Architecture for the United States Navy, Center for Strategic and Budgetary Assessments, Washington DC, p. 50.

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