El difícil camino hacia un Irak libre

Por L. Paul Bremer III, máximo responsable de la Administración estadounidense en Irak (EL MUNDO, 14/07/03):

Los ciudadanos estadounidenses pueden sentirse orgullosos del papel que sus soldados, hombres y mujeres, han realizado para liberar a Irak de Sadam Husein y sus compinches. El pueblo de Irak está ya en camino hacia la independencia política y económica.
Oficialmente, el primer paso de la transición política a escala nacional se produjo ayer con la constitución del Consejo Iraquí de Gobierno. Este es el indicio más reciente de que estamos avanzando. Por primera vez en muchas décadas, los iraquíes son libres de verdad. Desde la liberación han aparecido más de 150 periódicos. Todas las grandes ciudades y el 85% de las poblaciones cuentan en estos momentos con unos concejos municipales en los que los iraquíes están asumiendo crecientes responsabilidades en la gestión de temas locales como la atención sanitaria, el agua y la electricidad.

Los iraquíes se están expresando sin limitaciones, haciendo oír su voz con un vigor que ha superado 35 años de silencio obligado. Todavía no se puede hablar de democracia plena, pero la libertad está en marcha, de norte a sur. Desgraciadamente, estos progresos sufren el desprecio de un grupúsculo de opositores. Una exigua minoría de amargados, integrantes del aparato de opresión del antiguo régimen, se opone a esta libertad. A ellos se unen terroristas extranjeros, extremistas islámicos bajo la influencia de Irán y bandas de delincuentes. Esta gente no supone para Estados Unidos o para el Irak democrático una amenaza de orden estratégico. No disponen de apoyo alguno desde el momento en que su única idea es volver a imponer la dictadura que aborrecen los iraquíes. Nuestros soldados acabarán con ellos y, como ha manifestado el presidente Bush, «están abocados a la ruina, exactamente igual que el régimen al que antes servían».

Estos oscuros personajes están matando a valientes iraquíes que colaboran con nosotros, atacando a soldados y a civiles y tratando de sabotear la frágil infraestructura. Los ataques han producido conmoción en todo el mundo. Mis colegas de la coalición y los amigos iraquíes han subrayado el hecho de que, con frecuencia, los ataques van dirigidos a los grandes hitos en la renovación de esta nación. Hace una semana, un soldado norteamericano estaba confraternizando con estudiantes de la Universidad de Bagdad, que volvió a abrir sus puertas el 17 de mayo. Su presencia constituía un testimonio de los avances educativos que se están registrando en el país -las escuelas públicas también han vuelto a abrir-.Sin embargo, nuestros enemigos temen la ilustración y, por ello, uno de ellos mató al soldado.

El día anterior, habían obtenido su título 250 iraquíes reclutados como policías, el más reciente de los éxitos en la renovación de personal dedicado a velar por el cumplimiento de la legalidad. En estos momentos, son decenas de miles los policías iraquíes de servicio. Sin embargo, los enemigos de la libertad se sienten amenazados, como debe ser, por la cooperación y la profesionalidad que representan, por lo que pusieron una bomba que ha matado a siete de los nuevos agentes. Antes de la guerra, las mujeres tenían que viajar kilómetros y kilómetros en busca de butano. En la actualidad, los concejos locales están abriendo centros de distribución que ponen el gas sin problemas a disposición de todos los hogares. El 18 de junio, un soldado norteamericano fue asesinado mientras montaba guardia en uno de esos centros. La explosión registrada el 24 de junio en la refinería de petróleo de Barwanah constituye otro ejemplo del sabotaje político del suministro de energía a Irak.

Ante estos ataques a los grandes éxitos de Irak, los ciudadanos de las naciones de la coalición quieren saber cuánto tiempo vamos a seguir en Irak (al margen de que a algunos iraquíes les entren dudas acerca de nuestra capacidad para mejorar su vida). Tal y como el presidente Bush ha dejado claro, nos hemos comprometido a establecer condiciones de seguridad, prosperidad y democracia. Estados Unidos no tiene intenciones ocultas con respecto a Irak y sus riquezas. Terminaremos lo que tenemos que hacer y no nos quedaremos ni un día más de lo necesario.

Tenemos un plan para apoyar el establecimiento de un Gobierno de, por y para los iraquíes. Después de meses de consultas con iraquíes, hemos dado un primer paso en el establecimiento de un Gobierno provisional. El Consejo de Gobierno se constituyó ayer. Representa todas las facciones de la complicada estructura social de Irak (chiíes, suníes, árabes, kurdos, hombres y mujeres, cristianos y turcomanos). El Consejo ejercerá de inmediato un poder político real, puesto que designará ministros provisionales y trabajará con la coalición sobre política y presupuestos.

Al mismo tiempo, el Consejo establecerá los procedimientos para la redacción de la nueva constitución de Irak. Una vez que sea ratificada por el pueblo, podrán celebrarse elecciones y llegará a haber un Gobierno iraquí soberano. En consecuencia, la pregunta acerca del plazo de tiempo en que la coalición seguirá en Irak depende en parte de la rapidez con que el pueblo iraquí sea capaz de redactar y aprobar una constitución.

La coalición reconoce la urgencia de emparejar el bienestar económico con la libertad política. Durante 35 años, los activos del país fueron objeto de malversación o pillaje. Estamos invirtiendo recursos en el restablecimiento de los servicios básicos y creando puestos de trabajo. Nuestro plan de reformas económicas comportará un gran movimiento de capitales, del sector público, que destruye valor, a empresas privadas.

Estamos creando asimismo una red de seguridad social para cubrir todas las disfunciones posibles. Creemos además que habría que encontrar un método para garantizar que todos los ciudadanos, sin excepción, se benefician de la riqueza petrolera de Irak. Una posibilidad sería sostener económicamente las prestaciones sociales con una institución no lucrativa financiada por los ingresos del petróleo. Otra posibilidad podría ser que dicha institución pagara una cantidad anual en metálico directamente a cada ciudadano.

En todos estos asuntos, la coalición está trabajando estrechamente con iraquíes que, en una última fase, serán responsables del bienestar de su país. Para estas prioridades (seguridad, política y economía), nuestra estrategia propicia una transición sin problemas a un Irak estable y reformado. Eso no significa que el camino que nos queda por delante esté exento de peligros. La combinación de una infraestructura destrozada y de los actos de sabotaje podría significar un verano borrascoso. Mientras los amargados recurran a la violencia, vamos a sufrir bajas. También tenemos que prepararnos para resistir una acometida del terrorismo de procedencia no iraquí, pero que nadie dude de nuestra determinación a la hora de desplegar todo nuestro poder para hacer frente a actos violentos.

Cuando nuestra misión haya terminado, la recompensa no tendrá parangón: un Iraq libre, democrático e independiente que aparezca no como una amenaza para sus vecinos ni para el mundo sino como un faro de libertad y justicia.

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