El ébola y la innovación

No solo vidas se perdieron en la presente crisis del ébola. En el debate público reciente sobre cómo combatir el virus, el rigor metódico de la ciencia y la medicina dio paso a la política de la exageración y a la histeria de la gente. Para enfrentar el brote actual se necesitan políticas públicas serias y fundamentadas, de eso no hay duda. Pero también es importante aprovechar las lecciones de la epidemia y asegurar que otras enfermedades nos encuentren preparados.

Hay dos grandes lecciones que podemos extraer de este brote de ébola. La primera es que nunca hay que dejar de fortalecer todo el sistema sanitario de un país por concentrarse en combatir una sola enfermedad. Aunque esa dolencia en particular se pueda enfrentar con la ayuda de ONG y gobiernos extranjeros, sin un sistema de salud sólido el país se encontrará desarmado ante un brote inesperado de otra enfermedad.

Por ejemplo, Liberia redujo la prevalencia de malaria en niños de menos de cinco años de edad del 66%, en 2005, a menos del 32% en 2011. Pero cuando este año el virus del ébola entró al país desde la vecina Guinea, en poco tiempo la infraestructura sanitaria del país se vio desbordada. Más de dos mil liberianos murieron de ébola, y el brote todavía no está contenido. Como Liberia, otros países que no fortalezcan todo el sistema sanitario, por más buen desempeño que tengan en alguna área (por ejemplo, la lucha contra el ébola), aún pueden estar expuestos a mortandades y trastornos económicos en el largo plazo.

La segunda lección que deja la epidemia tiene que ver con serias deficiencias en nuestra capacidad de desarrollar métodos y tecnologías para combatir enfermedades como el ébola y similares. Muchas veces, por seguir políticas y métodos reactivos, en vez de proactivos, se hace difícil hallar equipos protectores económicos y fáciles de usar para el personal sanitario más expuesto o pruebas de detección rápidas, confiables, eficaces y rentables para usar en el lugar de atención del paciente. El sector público y las organizaciones sin fines de lucro deben fomentar innovaciones que apunten no solamente a resolver los problemas inmediatos sino también a encarar los desafíos que pueda traer el futuro.

En Estados Unidos, la Agencia de Desarrollo Internacional, la Oficina de Ciencia y Tecnología de la Casa Blanca, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades y el Departamento de Defensa declararon al ébola un “importante reto al desarrollo” y lanzaron una iniciativa para el fomento de innovaciones prácticas y económicas para su tratamiento y prevención. Aunque medidas como esta son un paso importante en la dirección correcta, para ser eficaces deben empezar mucho antes de que se produzca un brote. Las tecnologías nuevas necesitan probarse algún tiempo antes de su aplicación in situ, y además, pasar a la producción en gran escala de cualquier invento no es fácil.

La crisis del ébola nos muestra que debemos pensar en desarrollar nuestra capacidad de innovación en el nivel más básico. Además de fortalecer los sistemas sanitarios de los países en desarrollo, también tenemos que mejorar nuestra capacidad de crear soluciones nuevas para otros problemas similares que puedan surgir.

Las facultades de ingeniería de los países desarrollados no suelen brindar a sus estudiantes conocimiento o comprensión de los problemas que se enfrentan en el resto del mundo. Los estudiantes de medicina y los profesionales de salud pública a veces estudian o hacen pasantías en zonas con alta prevalencia de una enfermedad, pero para los ingenieros y los técnicos el acceso a oportunidades similares es mínimo. Por ello, suele ocurrir que científicos e ingenieros talentosos desconozcan los problemas que necesitan solución, e incluso los mejor motivados tal vez no apliquen su formación a combatir las amenazas nuevas.

El desarrollo de tecnologías demanda tiempo y compromiso. Además de concientizar sobre los problemas globales en las facultades de ciencia e ingeniería, y ofrecer a los estudiantes oportunidades de comenzar a trabajar con ellos in situ, debemos crear mecanismos que den aliento y apoyo a las ideas que surgirán en el proceso. Otorgar subsidios a la investigación que no terminen tan pronto como el brote esté bajo control nos ayudaría a acrecentar el bagaje de herramientas que tendremos para enfrentar mejor la epidemia siguiente.

La próxima vez que nos salga al encuentro un desafío similar al ébola, nuestra capacidad de hacerle frente dependerá de la solidez de las instituciones locales y de nuestra habilidad para desarrollar las herramientas correctas para combatirlo. Una cantidad incalculable de vidas depende de lo que hagamos ahora.

Muhammad Hamid Zaman is a professor of biomedical engineering at Boston University. Traducción: Esteban Flamini

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