El 'efecto Chacón'

Este es un artículo en solidaridad con todas las mujeres embarazadas de Catalunya que han estado notando el temido efecto Chacón hasta que ha dado a luz la ministra. Han estado en el punto de mira, han sido objeto de observación, juicio y prejuicio mucho más que antes del nombramiento de Carme Chacón. En las consultas de los ginecólogos, en los parques, en las calles, en las terrazas, en todas partes, estas mujeres, que suelen ir acompañadas de un aura de calma y tranquilidad, han ido escuchando voces a su alrededor que las instaban a reflejarse en la voz firme de la ministra, especialmente si no tienen todas las horas del día ocupadas.

Se habían acabado las quejas de embarazada, los males relacionados con la gestación, los vómitos de buena mañana, las piernas infladas y, por encima de todo, se habían acabado las bajas por no poder continuar con el trabajo hasta completar los nueve meses. Si antes ya estaba mal vista la mujer que se pasaba "todo el embarazo" en casa, ahora que el nuevo modelo de embarazada lleva el ritmo frenético de quien encabeza una cartera ya no cuelan ni el dolor de espalda ni el cansancio.

Son muchas las mujeres que siguen con su actividad hasta casi romper aguas, pero incluso estas dicen sentirse aliviadas por el cese de la presión que les supone el cargo de la Chacón. Si soltaban un "¡uf!", si no llegaban con la misma facilidad que antes a lograr sus objetivos, si tardaban unos minutos más por el peso natural de su propio estado, hasta el parto ya no se atreven a expresarlo en voz alta a menos que quisiesen correr el riesgo de escuchar decir aquello de "si Chacón ha ido a Afganistán, tú, al trabajo, pimpam". No, señor: las embarazadas ya no disfrutan de la misma libertad de expresión que antes.

Se ha escrito mucho sobre lo que simboliza Chacón: que si una demostración de lo bien que va nuestra sociedad; que si es un orgullo nacional que una mujer, catalana y embarazada sea ministra; que si solo una minoría de machistas se oponen. Hay incluso quien ha visto en el embarazo de la ministra un símbolo de la vida por encima de la muerte que representa un Ministerio de Defensa; algunos, la creación por encima de la destrucción a la que está sometido el planeta, casi una solución al cambio climático.

La jugada ha sido muy buena y a todos nos cayó la baba al ver a Carme de premamá ante tanto uniformado, pero la cuestión no es esta. La cuestión es que parece que estemos todos obligados a posicionarnos: o prochaconistas o contrachaconistas, como si el sexo de las ministras y sus acontecimientos biológicos particulares dijeran tanto o más de ellas que su opción política, su formación, sus capacidades gestoras o las habilidades innatas para ocupar el cargo. Por ello la jugada es tan buena: Chacón es como uno de aquellos silogismos que no lo son, los que se formulan de modo que no es posible ni refutarlos ni dejar de hacerlo. Porque cualquiera que se atreva a poner en duda su nombramiento, queda automáticamente retratado como facha, retrógrado y pepero.

Y con todo esto, lo que está en juego es nuestro modelo de maternidad, un modelo que, a pesar de ser bandera, entre líneas podemos leer cómo pasa a segundo término; que, a pesar de formar parte de la naturaleza intrínseca de la propia mujer, es relegado a una dimensión secundaria. No sabemos si sutilmente se nos insta a ser productoras de niños, a gestar porque ya se sabe que la natalidad no es suficiente, pero a hacerlo de forma que tenga poca incidencia en nuestro entorno laboral, lo que también tiene que ver con el modelo de mujer trabajadora que no se queja nunca, que produce futuros cotizadores a la Seguridad Social, pero también trabajo. Y con 2.500 euros por parto, ¿qué más queremos?

Me parece muy acertado querer dar la imagen de paternidad corresponsable, que no es una realidad demasiado habitual. Pero quizá no es el marido de Chacón quien tiene que darnos ejemplo. ¿Por qué los ministros hombres no desaparecen de la vida política durante las primeras semanas de nacer un hijo? Ese sería un buen modelo de paternidad.

Ahora que ya tenemos a Miquel, habrá que ver cómo ejerce de madre la ministra. En una entrevista en este mismo periódico dijo que tenía suerte porque su hijo nacía durante las vacaciones, y esto le permitiría cogerse unos días. No ha sido así, porque Miquel ha querido nacer antes, pero eso da igual. Quiero pensar que a medida que asuma su rol de madre se dará cuenta de que tener un hijo no es algo de días, y que el principal obstáculo para tener hijos en este país es el después. Que ella decida acortar la baja me parece perfecto, pero esto no es óbice para que las familias pidan siempre alargar este periodo de maternidad.

Sería un muy buen ejemplo que se cogiera las 16 semanas y pudiese volver al trabajo sin problemas, siguiendo con el mismo trabajo y de la misma forma. Esto es precisamente lo que no les ocurre a muchas mujeres ni en Catalunya ni en España y no será un buen ejemplo para el empresariado reticente a la contratación de personal femenino que no quiere asumir los gastos de una baja por maternidad que ni la ministra respete este derecho básico de las mujeres trabajadoras.

Najat El Hachmi, escritora.