El ejemplo admonitorio de Italia

Como hogar tanto del Imperio Romano como del Renacimiento, Italia ha estado durante mucho tiempo a la vanguardia de los desarrollos culturales en Europa y Eurasia occidental. Pero también ha servido como un ejemplo de decadencia política. El clásico de Edward Gibbon Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano, después de todo, estaba pensado como una advertencia para los contemporáneos con veleidades imperiales del autor.

El estancamiento económico de Italia después de principios del siglo XVII también fue considerado un ejemplo admonitorio. El crítico inglés del siglo XIX John Ruskin imploró a miembros de la sociedad mercantil de Gran Bretaña que reflexionaran sobre las tragedias de Tiro y Venecia. En una descripción de Venecia en “el período final de su decadencia”, escribió sobre “un fantasma en las arenas del mar, tan débil –tan tranquila- tan desprovista de todo excepto de su encanto, que bien podríamos dudar, al mirar su reflejo borroso en el espejismo de la laguna, cuál era la Ciudad y cuál la Sombra”.

Luego llegó el período posterior a la Segunda Guerra Mundial, cuando Italia era el ejemplo modelo de la integración europea productiva. El país desarrolló un estilo cultural que sigue siendo extraordinariamente influyente al día de hoy, particularmente en el terreno de la moda, donde es un marcador de tendencia global. En todo el mundo, los centros comerciales de lujo, las calles principales y los aeropuertos están llenos de tiendas que exhiben diseños italianos (si no productos italianos).

Pero ahora Italia se ha convertido una vez más en un ejemplo admonitorio. Desde su elección general en marzo pasado, la escena política del país ha fascinado y horrorizado a los observadores internacionales. La formación de un gobierno populista de izquierda y de derecha ha llevado a muchos a preguntarse si una coalición de estas características es una casualidad o un síntoma de la bancarrota política e intelectual de la globalización neoliberal.

Suele decirse que la divergencia de Italia con respecto al resto de Europa (en términos de ingreso per capita) comenzó con la ratificación del Tratado de Maastricht en 1993 o con la adopción del euro en 1999. Pero esta cronología oculta una transformación más profunda en la Italia moderna. Los primeros años de la década de 1990, después de todo, también fueron los años en que el antiguo sistema bipartidario de Italia se desintegró, y tanto los demócrata-cristianos de centroderecha como los socialistas de centroizquierda sucumbieron al escándalo de corrupción Tangentopoli (la ciudad de los sobornos).

Detrás de los titulares sobre corrupción estaba el hecho de que las ideas más antiguas sobre una responsabilidad compartida ya no aplicaban. En consecuencia, la disolución de los dos principales partidos de Italia condujo a una corrupción mayor –y más institucionalizada-, encarnada en el ex primer ministro Silvio Berlusconi. Berlusconi, un desarrollador de bienes raíces y empresario del mundo del entretenimiento y de los medios, combinó el espectáculo de la infidelidad serial y las mujeres jóvenes glamorosas con una política populista basada en recortes impositivos y empatía con petroestados autócratas como Rusia. El estilo político de Berlusconi –una combinación de narcisismo bufonesco y venalidad desenfrenada- fue trumpismo adelantado a su época.

La revolución política de Italia no se debió a la casualidad, sino a acontecimientos sociales específicos que se remontan a lo que los italianos llaman los “Años de Plomo” de la década de 1970. Ese período y sus implicancias para el presente son el tema de La scuola cattolica, una novela extensa, sinuosa pero increíblemente exitosa de Edoardo Albinati, que se publicará en inglés este año.

Albinati combina la descripción puntillista con el análisis social de amplio alcance. En su calidad de ex maestro de prisión en Roma, puede inspirarse en un caudal de encuentros de primera mano con un amplio corte transversal de la sociedad italiana. En verdad, la novela es semi-autobiográfica, porque se desarrolla en torno de la “masacre del Circeo”, una violación y asesinato brutal que involucró a algunos de los compañeros de escuela de clase media alta del autor.

Albinati utiliza este episodio histórico estremecedor para analizar la desintegración de la burguesía italiana y la decadencia de la religión tradicional. La suya es una historia sobre la inutilidad de los hombres en la sociedad moderna. Durante gran parte de la historia humana, la fuerza física superior, la agresión y la proeza en combate de los hombres se traducía en un dominio social y político incontestable. Pero en el nuevo mundo de la política de oficina, quienes tienen creatividad y capacidad para pilotear las complejas relaciones sociales llevan las de ganar.

Esta profunda transformación social dejó a los hombres con la sensación de ser constantemente blanco de ataque, y se desesperaron por demostrar su masculinidad. Al haberse criado con los privilegios sociales de la era de posguerra, se encontraron de repente condenados a la irrelevancia –un género inútil, comparable, al decir de Albinati, a la cola de un lagarto que se contrae durante un rato después de haber sido cortada-. Muchos reaccionaron con ira y violencia. Algunos buscaron la comunidad de movimientos neofascistas que canalizaban una forma agresiva de masculinidad, mientras que otros se unieron a grupos de extrema izquierda con sus propios cultos de la violencia.

En el mundo que describe Albinati, el dinero asume una importancia especial. La extensión de nuevas libertades a una clase más amplia de personas sugiere que todo es posible, pero sólo si uno tiene los medios. Albinati admite, a regañadientes, que las “esporas del marxismo” lo han llevado a esta conclusión. Pero de todas maneras resulta inevitable: el dinero crea la ilusión de más libertad y así, cada vez más, pasó a definir el mundo moderno. Si bien la novela de Albinati está ambientada en Italia, gira en torno de ese mundo, y deja abierto el interrogante de si puede haber alguna escapatoria de la búsqueda descontrolada del beneficio personal que sirve de base para el malestar social y político que prevalece hoy en día.

El Imperio Romano era irrecuperable después de su caída, y a la Península Italiana le llevó casi mil años redescubrir su herencia clásica. El mensaje de Albinati, que merece ser tomado en serio, es que generar un nuevo Renacimiento hoy exigirá desmitificar el culto de la libertad y fortalecer normas de responsabilidad compartida en la política, la economía y la vida social.

Harold James is Professor of History and International Affairs at Princeton University and a senior fellow at the Center for International Governance Innovation. A specialist on German economic history and on globalization, he is a co-author of the new book The Euro and The Battle of Ideas, and the author of The Creation and Destruction of Value: The Globalization Cycle, Krupp: A History of the Legendary German Firm, and Making the European Monetary Union.

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