El ejemplo de la hidroxicloroquina

La pandemia que está trastocando nuestras vidas también está afectando a la comunicación científica. Nunca antes se había generado tan rápidamente conocimiento científico sobre una enfermedad, al tiempo que se comunicaban en tiempo real a la ciudadanía los datos, procesos y debates científicos que definen y conforman la calidad y robustez del conocimiento. Nunca antes los procedimientos científicos para gestionarlo habían estado tan tensionados. Esta democratización del conocimiento es indudablemente positiva, pero bajo el apremio de la urgencia el resultado puede ser paradójicamente negativo. En el caso de la prevención y el tratamiento de esta enfermedad, seguimos teniendo lagunas importantes del conocimiento y quizás este no llegue a generarse nunca.

Es probable que la hidroxicloroquina se convierta en un caso de estudio de los retos de la comunicación científica. Este fármaco, utilizado desde hace décadas para el tratamiento de enfermedades como la artritis reumatoide y el paludismo, ha pasado en semanas por un auténtico tobogán, desde esperanzas desbocadas hasta frustraciones generalizadas. De formar parte de todos los protocolos terapéuticos de enfermos de covid-19 y ser objeto de búsqueda y acaparamiento en todo el mundo (debido en gran parte a la difusión de los resultados de un primer estudio, hoy científicamente desacreditado, que sugería eficacia), a estar prácticamente proscrito, en este caso por estudios publicados en dos de las revistas más prestigiosas del mundo y que posteriormente tuvieron que retractarse dada la dudosa procedencia de los datos, que sugerían graves efectos adversos asociados a este fármaco. Todo esto mientras se desarrollaban centenares de ensayos en el mundo tratando de generar evidencias sobre la utilidad del fármaco. El hecho de que dirigentes populistas de dos países anunciaran que se trataban con hidroxicloroquina contribuyó a que su posicionamiento mezclara aspectos científicos y políticos. Este complejo cóctel está dificultando la continuidad de la investigación con este fármaco para prevenir y tratar la covid-19.

La participación en los grupos con hidroxicloroquina de dos ensayos clínicos en enfermos graves de covid-19 se detuvo por falta de demostración de eficacia. Sin embargo, aún quedan muchas preguntas por responder sobre su eficacia, especialmente en colectivos vulnerables.

En España existen tres ensayos clínicos, financiados a través del Instituto de Salud Carlos III y autorizados por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, para estudiar si la hidroxicloroquina es eficaz en las personas en residencias, en las embarazadas y en los profesionales sanitarios. En el caso de los mayores institucionalizados, la mayoría de los fármacos que se proponen en el tratamiento de la covid-19 no son suficientemente seguros en una población frágil y con múltiples patologías. Por otro lado, el confinamiento prolongado, además de ser de difícil implementación en este contexto, tiene un impacto negativo en la salud mental de los residentes. En el caso de las mujeres embarazadas, las opciones terapéuticas son muy limitadas por la menor seguridad de los fármacos propuestos. Finalmente, los trabajadores sanitarios se beneficiarían enormemente de un fármaco seguro para la prevención de la covid-19 durante el desempeño de sus funciones profesionales.

Es posible que la hidroxicloroquina no sea el fármaco que desearíamos tener para el tratamiento precoz o la prevención de la enfermedad en estos grupos, pero solo lo sabremos cuando acaben los ensayos clínicos que están en marcha.

En la confusión de la pandemia y la avalancha de información se han publicitado estudios cuya metodología no había sido aún revisada por otros científicos, se han mezclado estudios de hidroxicloroquina para tratar casos graves y para la detección precoz y se han confundido estudios observacionales mal hechos con ensayos clínicos aleatorizados de alta calidad. La desinformación y el ruido mediático están obstaculizando la ejecución de estos ensayos clínicos aleatorizados y con grupo placebo que son el diseño preferido para estudiar la eficacia y seguridad de los medicamentos. Recordemos que en ciencia, tan importante es un resultado incontrovertiblemente positivo como un resultado incontrovertiblemente negativo.

Los investigadores estamos comprometidos con la sociedad en generar evidencia rigurosa que informe de la acción médica. Por otra parte, la función de las Administraciones Públicas es facilitar recursos para que la investigación se realice en condiciones adecuadas y seguras. No menos importante es la responsabilidad de las revistas científicas y de los periodistas de evitar que situaciones como la descrita ocurran y lastren el avance de la investigación clínica en proporcionar respuestas concluyentes. En España se ha realizado un esfuerzo notable en poner en marcha en poco tiempo ensayos clínicos para responder a la mayor crisis sanitaria de los últimos tiempos. Este objetivo se logrará si, entre otras cosas, los ensayos se realizan rigurosamente y cuentan con la participación de la sociedad.

Clara Menéndez (Instituto de Salud Global, Hospital Clinic/Universidad de Barcelona); Miguel Hernán (Escuela de Salud Pública de Harvard, T. H. Chan, EE UU), y José Miguel Morales (Instituto de Investigación Biomédica de Málaga) son investigadores principales de los estudios COVID-Preg, EPICPS y PREVICHARM.

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