El ejemplo de los colombianos

El Regimiento de Infantería Ligera Soria número 9 se remonta a 1509 y es para muchos el más antiguo de Europa y del mundo occidental. La cabo Niyireth Pineda Marín es uno de sus símbolos. Tenía 31 años y un hijo cuando murió, el 26 de junio de 2011, en una patrulla de reconocimiento cerca de Qala-i-Naw. Su segunda misión en Afganistán la convirtió en la segunda heroína de nuestras Fuerzas Armadas fallecida en combate. Niyireth, valiente, murió porque estaba en el primer vehículo Lince del convoy. Se había decidido enviar estos blindados más resistentes después de la muerte del cabo John Felipe Romero Meneses, pero los talibanes se adaptaron multiplicando las cargas explosivas.

Esta es la historia de dos soldados colombianos que España no olvida. Murieron con sus compañeros españoles, como Niyireth junto al sargento primero Manuel Argudin Perrino, de Gijón, protegiendo del horror talibán a la población local, ofreciendo asistencia médica, escoltando convoyes del Programa Mundial de Alimentos de la ONU y de cooperantes que ponían en funcionamiento escuelas y hospitales, el suministro eléctrico, etcétera.

España tiene el privilegio de acoger a unos 400.000 colombianos. La mitad son dobles nacionales porque se les ha ido concediendo la nacionalidad española. Los colombianos se integran perfectamente en nuestra sociedad, son solidarios y defienden la libertad y nuestros valores comunes en las misiones más arriesgadas de nuestras Fuerzas Armadas, a las que se han integrado más de 5.000 de ellos. No rehúyen compromisos. Los españoles queremos reconocer y agradecer la contribución de los colombianos a nuestro desarrollo y a nuestra libertad, así como la de todos los inmigrantes latinoamericanos, de los cuales más de 900.000 ya son españoles.

El presidente de Colombia está en España en visita de Estado. Juan Manuel Santos clausurará una de las principales ferias internacionales de arte contemporáneo, Arco, donde por primera vez Colombia es el país invitado. Asistimos al extraordinario despliegue cultural de un país que expone su verdadera imagen. He aquí un insigne representante de la llamada Generación del Bicentenario, la que con determinación y valor ha llevado a Colombia a ser la nueva potencia emergente de América Latina. Colombia es uno de los más ejemplares esfuerzos colectivos del mundo contemporáneo, de la que tenemos que aprender: cuando se fija un rumbo y se mantiene, mirando al frente con convicción, sin dejarse distraer por el temporal circundante, se llega a buen puerto.

Destacados ensayos vienen preguntándose por qué fracasan las naciones, cuál es el orden político y de dónde proviene la decadencia. Las naciones triunfan cuando tienen instituciones fuertes, independientes y con reglas de juego claras. Colombia es el mejor ejemplo de esa ley no escrita.

García Márquez explicó que “por fortuna, Macondo no es un lugar, sino un estado de ánimo”. En su cuento Ulrika, tan significativo para él que lo recoge en la lápida de su tumba, Borges definió el ser colombiano como un acto de fe. Frente a la adversidad, recurrieron al orgullo nacional, la identidad colectiva, la unidad, el esfuerzo, la perseverancia y el sacrificio, sin perder nunca la esperanza y el anhelo de paz, que hoy puede ser realidad por la ambición permanente y la visión positiva de futuro.

Es difícil imaginar lo que han llegado a superar los colombianos. Cuando todo parecía perdido por los carteles, las FARC, el ELN, los paramilitares... mantuvieron la confianza en sus instituciones y en su democracia, en su modelo político, sin dejarse confundir. No cayeron en cien años de soledad, no se dejaron engañar, como José Arcadio Buendía, por “la fiebre de los imanes, los cálculos astronómicos, los sueños de transmutación”. No prosperaron las promesas populistas y su verbo fácil pero hueco.

En Colombia triunfó la fe y la determinación de los héroes de la libertad. Referente político del presidente Santos (y de su apreciado embajador Carrillo), Luis Carlos Galán, el Kennedy de América Latina por su gran oratoria y la esperanza truncada que encarnó, denunció sin descanso el “poder oscuro y criminal del narcotráfico”, hasta que cayó asesinado en plena campaña hacia la presidencia. También debe recordarse a Guillermo Cano, director de El espectador. El Premio Mundial de la Libertad de Prensa de la Unesco lleva su nombre. En el último editorial que escribió, antes de su asesinato, reafirmó la fe en su nación a pesar del escepticismo generalizado. Héroes conocidos que se unen a muchos otros que han construido un gran país. Como Niyireth y John Felipe, ninguno será “el olvido que seremos”, título de otra emotiva novela que debemos a Colombia, una gran tejedora de coronas literarias en español.

Al llegar a la presidencia del Gobierno, quise dar a Colombia el nivel que le corresponde entre los grandes socios de España en el mundo. Mi primer viaje a América Latina, en abril de 2012, fue a México y a Colombia, donde volví en 2013 a la Cumbre de Cali de la Alianza del Pacífico, con la que quise alinear España desde el principio, tomando la iniciativa en la Unión Europea, porque es la integración de la libertad, la seguridad jurídica, la apertura comercial y todo aquello que genera prosperidad y en lo que creemos.

Fue iniciativa de mi Gobierno en política exterior para América Latina el pedir y promover la retirada de la exigencia del visado Schengen a los colombianos y a los peruanos. Pocos creían que se pudiera lograr. Las grandes iniciativas son precisamente aquellas que se arriesgan a fracasar, cuyo éxito no está asegurado de antemano, las que se llevan a cabo porque se cree firmemente en la fuerza de los argumentos y en los beneficios para los ciudadanos. Colombia y Perú habían abierto sus mercados al libre comercio con la Unión Europea y sin embargo sus ciudadanos seguían necesitando visados. No se podía permitir que se discriminara a dos países latinoamericanos en la Unión Europea. No se podía consentir que las mercancías circulasen más fácilmente que las personas. España tenía que dar la cara por ellos, aunque pudiera fracasar.

Percibiendo los beneficios directos que generan el libre comercio y las políticas de estabilidad, por primera vez en 14 años más de un millón de colombianos y peruanos podrán reunirse en Navidad con sus familiares en Europa sin tener que justificarse en los consulados. Justicia y sacudida de los estereotipos.

Como presidente del Gobierno, y como español e iberoamericano, le doy la más cariñosa bienvenida al presidente Santos. Bienvenidos sean todos los colombianos y todos los latinoamericanos. Sin vosotros, España no sería la misma. Sería otra España, incompleta, inconsciente de sí misma, sin historia, sin presente y sin futuro.

Mariano Rajoy es presidente del Gobierno de España.

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