El empeño heroico de vender música en España

En fechas recientes se ha organizado un cierto revuelo mediático en torno a la filtración de un documento interno de Promusicae que reflejaba las ventas exactas, unidad por unidad, de los discos más vendidos. El papel en cuestión constataba, sobre todo, una realidad sobre la que la industria discográfica ha venido informando con toda transparencia a lo largo de los últimos años: vender un álbum en España, líder europeo de la piratería, se ha convertido en un acto de heroicidad comercial y de absoluta militancia melómana.

Pero la filtración, a modo de efecto colateral, también ha suscitado dudas sobre los certificados de Discos de Oro y de Platino, esos galardones honoríficos con los que reconocemos a los artistas más exitosos en términos comerciales. Según la lectura sesgada de las cifras, Promusicae estaría entregando certificaciones falsas a artistas con ventas inferiores a las que cabría deducir por sus galardones. Digámoslo cuanto antes: esta interpretación es, cuando menos, precipitada y errónea, sin necesidad de presuponer mala fe en quienes la hayan formulado. Y la explicación, como se verá, resulta bastante sencilla.

La industria discográfica computa los ejemplares que las distintas compañías despachan a los puntos de venta y certifica la consecución de un Disco de Oro cuando se alcanzan las ventas de 20.000 ejemplares, o de Platino en el caso de llegar a los 40.000. Lógicamente, desde que esos discos se venden a las tiendas hasta que los clientes finales, el público, los adquieren en su totalidad transcurren algunos días o semanas, en función de la intensidad de la demanda. ¿Significa ello que Promusicae infla las cifras para favorecer la imagen de tal o cual artista? Rotundamente, no. Significa solo que la cadena comercial (productor/tienda/comprador) implica un proceso extendido en el tiempo y en el que intervienen intermediarios. Pero, con el nivel actual de ventas de discos en nuestro país, cualquier lector entenderá que ninguna pequeña o gran superficie realiza pedidos desmesurados, ni siquiera de los lanzamientos que despiertan una mayor expectación. La estrategia de los minoristas es inevitablemente conservadora: prefieren reponer unidades poco a poco antes que mantener en la tienda un remanente importante a la espera de que aparezcan (o no) los compradores, por lo que la demanda de unidades se ajusta, a la baja, a su expectativa de ventas.

Todo lo antedicho es muy fácil de comprender con la mera aplicación del sentido común, o simplemente preguntando. Nunca hemos ocultado este hecho, similar a lo que ocurre en otros sectores, como los libros o los propios periódicos, por cierto. Además, Promusicae lo refrendó muy pocas semanas antes de la filtración con la publicación del «Libro blanco de la música en España». En ese informe, una disección rigurosa y pormenorizada del mercado español, se dejaba constancia de un dato de crudeza estremecedora: la venta de música grabada en España se ha desplomado en casi un 80 por ciento desde que le dimos la bienvenida al nuevo siglo. Los españoles nos gastamos en música grabada apenas 140 millones de euros a lo largo del año 2012, cuando ese mismo dato, allá por 2001, superaba con cierta holgura los 600 millones. Ese es el auténtico drama de un sector que se sumió en la crisis mucho antes de que esa fuera la palabra más mencionada por todos los ciudadanos en cualquier conversación. Y que ha sufrido, y sigue sufriendo, el saqueo brutal de la piratería (dolorosa en la era física, despiadada en la digital) sin que los poderes públicos moviesen un solo músculo hasta hace bien poco.

En esta situación, de lo que deberíamos escandalizarnos es de que en la semana anterior a las navidades, a las que se refiere la lista filtrada, conociendo que son semanas en las que las ventas se disparan, aún estuviéramos contabilizando cifras mínimas. Los datos filtrados estas navidades no prueban ninguna falsedad ni triquiñuela promocional del sector, sino algo muchísimo más triste: la lacra de la piratería ha supuesto que se dejen de vender millones de discos.

Los productores de música han trabajado muy duramente durante estos últimos años, en un mercado tan difícil y hostil como el español, para redefinir sus modelos de negocio, diversificar sus ofertas y reinventar de arriba abajo la fisonomía del sector. Las posibilidades legales de acceder a la música son más amplias y plurales que nunca: CD, vinilos, ediciones especiales, canciones sueltas, o podemos acceder a catálogos de millones de títulos a través de las pujantes plataformas de streaming (Spotify, Deezer, Napster…), que, para mayor pluralidad aún, ofrecen accesos tanto gratuitos como de suscripción. Y todo ello continúa sucediendo en circunstancias, como se ha visto, manifiestamente adversas y sin ningún tipo de respaldo o subvención gubernamental, a diferencia de tantos otros sectores. En España puede que continúe resultando heroico el empeño de producir y vender música, pero algunos no cejamos en el empeño.

Por Antonio Guisasola, presidente de PROMUSICAE.

1 comentario


  1. Vaya, muchas gracias por compartir tu reflexión Antonio, se nota que conoces la materia en profundidad.
    Yo como consumidora me apena mucho que las ventas en el mundo de la música hayan caído tanto. Dime romántica pero tengo en casa un montón de cd's y cada semana me compro alguno nuevo siempre que los encuentro a precios rebajados o de gangas. Para mí no hay nada igual, la descarga (aunque sea legal) no me transmite nada. Prefiero hacerme con una copia y posteriormente pasarla al móvil o mp3 para escucharla en otras partes, pero aquel espacio en la estantería donde esté un cd o un vinilo no me lo quita nadie :)

    Espero que la situación mejore la verdad, sino al final las que saldremos perjudicadas somos las que compramos en formato físico, pues bajará tanto la demanda que acabará por convertirse en un bien preciado, subiendo costes de los músicos en editar la música en este formato y por consiguiente el precio de venta al consumidor. Pagamos el pato los de siempre...

    Que pases un buen día Antonio y gracias de nuevo por la reflexión :)
    Zaira.

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