El Emperador del Japón, Akihito, abdicará el 30 de abril, tras ocupar el Trono del Crisantemo desde 1989. A la edad de 85, parece desear vivir en una tranquila vida retirada con la Emperatriz Michiko, su esposa durante 60 años. Le sucederá en el trono su hijo mayor, el Príncipe de la Corona Naruhito.
El reinado de Akihito comenzó tras el fallecimiento de su padre, Hirohito, cuya vida transcurrió a lo largo de décadas de conflictos locales e internacionales. Si bien Akihito creció durante los tumultuosos años de la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría, para cuando asumió como emperador Japón y el mundo habían cambiado de manera importante. Y probablemente se le recordará como un monarca que dejó una impronta positiva en el ámbito mundial.
Para entender el reinado de Akihito es necesario un poco de contexto histórico moderno. Desde fines del siglo dieciocho a mediados del siglo veinte, la mayoría de los habitantes del planeta han pertenecido a un imperio o, cada vez más, a un país independiente. A fines del siglo diecinueve todavía había relativamente pocos estados soberanos. Pero a medida que los pueblos que vivían regidos por imperios reclamaban la calidad de naciones, la cantidad de estados independientes ascendió de cerca de 50 a más de 200 a lo largo del siglo veinte. Más habitantes del mundo se fueron identificando como ciudadanos de un país soberano.
Sin embargo, al mismo tiempo la gente también se definía por sus atributos no nacionales, como el género, la etnicidad, la raza, la religión, la educación o la edad. Más aún, todos somos seres globales, si no todavía “ciudadanos del mundo”. Vivimos en un ambiente natural, nos afecta el clima, y ríos y océanos nos vinculan. En otras palabras, nos vemos definidos por múltiples identidades y por el mundo que hemos heredado. Y el emperador del Japón no es una excepción.
Akihito nació en el apogeo de la soberanía y en el ocaso del imperio. La de los 30 fue una década de conflictos potenciales y reales, a medida que los países competían entre sí por el poder y se armaban en constante preparación para la guerra.
Aunque miembro tardío en la comunidad de estados modernos, Japón era por entonces una gran potencia, ayudado por alianzas y acuerdos con otras potencias que salvaguardaban la seguridad del país y le hacían adquirir más poder. Tras anexarse Corea en 1910, Japón comenzó su expansión militar en Asia dos décadas más tarde. Para 1941, estaba en guerra con Estados Unidos. Después de que la Unión Soviética también se convirtiera en uno de sus enemigos, la guerra en la región Asia-Pacífico pasó a ser parte del conflicto mundial que acabó en agosto de 1945.
Akihito era un adolescente en esa época, y su vida estaba destinada a cambiar de formas abruptas e impredecibles. Las autoridades de ocupación estadounidenses en Japón, comandadas por el General Douglas MacArthur, no exigieron la abdicación del Emperador Hirohito ni su comparecencia ante un tribunal internacional. En lugar de ello, Hirohito debía transformarse de ser un dios a un mero ser humano, con un papel solo simbólico y ceremonial en la política japonesa.
Hirohito continuó gobernando con esas capacidades hasta 1989. Mientras tanto, el joven Príncipe de la Corona Akihito recibió una educación en que una mujer estadounidense, Elizabeth Vining, desempeño un papel central. Cuáquera de Filadelfia, fue la tutora personal de Akihito, enseñándole inglés y otras materias. Al hacerlo, lo ayudó a prepararse para el mundo que vería cuando se convirtiera en emperador.
A fines del siglo veinte, el mundo de los estados naciones estaba dando paso a uno de crecientes conexiones e inquietudes trasnacionales. En muchos casos, los estados naciones tradicionales ya no concitaban la lealtad y atención de las personas. En lugar de ello, los países e individuos existían e interactuaban en un ambiente trasnacional y global. El mundo entraba en una era en que los recursos y problemas se compartirían más allá de las fronteras nacionales.
Este fenómeno ha sido particularmente claro en las iniciativas mundiales de protección del medio ambiente y la defensa de los derechos humanos. Precisamente en estos ámbitos Akihito comenzó a desempeñar un papel cada vez más activo y asertivo.
A comienzos de su reinado, Akihito se había mostrado reticente, como si quisiera evitar cualquier impresión de que buscaba reafirmar su autoridad imperial. Pero hoy él y su esposa se han vuelto más visibles y expresivos, visitando diferentes partes de Japón y el mundo para manifestar su preocupación sobre la degradación ambiental y los abusos a los derechos humanos. Ejemplos de ello fueron las visitas imperiales a Okinawa y las Filipinas, que fueron escenarios bélicos importantes durante la Segunda Guerra Mundial.
La disposición de Akihito de adquirir más protagonismo en estos temas lo convirtió en un vocero trasnacional de la humanidad. En este sentido, el emperador japonés de estos últimos 30 años ha sido mucho más un líder global que meramente nacional. Eso lo distingue de su padre y de varios otros líderes actuales del planeta.
Akira Iriye, an emeritus professor of history at Harvard University, is the author of Pacific Estrangement: Japanese and American Expansion, 1897–1911, Across the Pacific: An Inner History of American-East Asian Relations, and Global Community: The Role of International Organizations in the Making of the Contemporary World. Traducido del inglés por David Meléndez Tormen.