El empobrecido "siglo asiático"

En 2050, Asia tendrá más de cinco mil millones de habitantes, mientras que la proporción de la Unión Europea en la población mundial pasará del 9% al 5%. El promedio del crecimiento económico anual en Asia durante los últimos 30 años ha sido de un 5% y se proyecta que su PIB aumente de $30 billones a unos $230 billones en 2050. El equilibrio de poder del siglo XXI -en términos sociales, económicos y posiblemente políticos- está cambiando del oeste al este.

Las inquietudes de Occidente sobre un inminente "siglo asiático" se derivan principalmente del precedente de la geopolítica del siglo XX, en que Occidente dominó naciones menos desarrolladas. Pero esta dinámica está desactualizada, y Asia sufriría tanto como Occidente de cualquier intento de emular a los imperios británico y americano de los siglos XIX y XX.

A medida que aumenta el crecimiento económico de Asia, el consumo en la región también se ha elevado. Las empresas multinacionales y los países occidentales -que se pueden beneficiar mucho con el creciente consumo de Asia - han alentado a los asiáticos a aspirar a un nivel de vida occidental, con su alto uso de energía, juguetes electrónicos y una dieta abundante en carne. Los gobiernos asiáticos parecen socios bien dispuestos en este enfoque unidimensional para el desarrollo y están ansiosos por impulsar el crecimiento económico global. Sin embargo, no es deseable ni posible que los asiáticos consuman como lo hacen los occidentales, y sus gobiernos deben hacer frente a esta realidad.

En siglos anteriores, el crecimiento económico occidental se caracterizó por una minoría comparativamente insignificante que disponía de libre acceso a los recursos y, por tanto, se cimentó en un creciente consumo. Esta, después de todo, era la idea detrás del colonialismo, que logró el éxito económico mediante la infravaloración de los recursos o incluso su obtención de forma gratuita.

Pero el planeta simplemente no puede soportar cinco mil millones de asiáticos que consuman como occidentales. La capacidad regenerativa de la Tierra se superó hace más de 30 años, y ahora usamos un 30% más de recursos de lo que el planeta puede sustentar. Aunque sabemos que así es, la gran mayoría de los economistas e instituciones occidentales siguen alentando a China y la India a consumir más.

Los gobiernos asiáticos deben rechazar esta tendencia, pero después de haber estado intelectualmente subordinados durante tanto tiempo, no está claro que lo hagan. Por su parte, los gobiernos occidentales deben dejar de ser intelectualmente deshonestos. De hecho, deben reconocer abiertamente la imposibilidad de apoyar las demandas de consumo de material cada vez mayor en Asia, sin modificar irreversiblemente el clima y los recursos de nuestro planeta. Las relaciones comerciales son mucho menos importantes que el establecimiento de un diálogo entre Occidente y Asia que aborde cómo vivir dentro de ciertos límites.

Por ejemplo, los dirigentes occidentales preocupados por el cambio climático deben entender que los instrumentos económicos como el comercio de emisiones no son una panacea. En cuanto a Asia, el manejo de los recursos debe estar en el centro de la formulación de políticas, que pueden incluir regulaciones draconianas e incluso prohibiciones. De lo contrario, la escasez de recursos hará subir los precios de los productos y crear crisis de alimentos, agua, pesca, bosques, uso de la tierra y  vivienda, conduciendo a una mayor injusticia social.

Occidente debe ayudar a Asia a cuestionar la idea de que el crecimiento impulsado por el consumo es la única solución, o siquiera una solución. Y Asia debe adoptar tres principios básicos para evitar crisis ambientales y sociales. En primer lugar, la actividad económica debe ser secundaria al mantenimiento de los recursos. Segundo, los gobiernos asiáticos deben tomar medidas para redeterminar los precios de los recursos y centrarse en el aumento de su productividad. Tercero, los estados de Asia debe redefinir su papel central en la defensa de nuestro bienestar colectivo mediante la protección del capital natural y el medio ambiente.

Todo esto implica que los gobiernos asiáticos deberán desempeñar un papel mucho más importante que los funcionarios de Europa y Estados Unidos, tanto en el manejo de la macroeconomía como de las opciones personales de consumo, que requerirán decisiones políticas muy sensibles con respecto a los derechos individuales, así como políticas a las que se resistirán los poderosos intereses de las empresas, muchas de ellas occidentales.

Los gobiernos asiáticos a veces deberán establecer límites estrictos sobre el uso de recursos y contar con herramientas para que la sociedad los respete. Por ejemplo, deberían comenzar haciendo hincapié en que la propiedad de un automóvil no es un derecho humano. El debate sobre los derechos debe poner énfasis en las limitaciones, no las definiciones utópicas de los políticos occidentales.

Estas opciones de política van en contra de la ortodoxia liberal-democrática de Occidente. Pero los políticos occidentales no deberían reaccionar de manera negativa a este tipo de decisiones por parte de los gobiernos de Asia, ni malinterpretarlas como anticapitalistas y antidemocráticas. Occidente debe darse cuenta de que su sistema económico impulsado por el consumo ha agotado los recursos del mundo, y que no es una opción viable para la mayoría de los países asiáticos, cuyos gobiernos deben emplear diferentes métodos políticos para crear sociedades más equitativas.

Por Chandran Nair, fundador del Instituto Global del Mañana (GIFT) y cofundador y Presidente de Avantage Ventures, firma de asesoría sobre inversión social con sede en Hong Kong. Es autor de Consumptionomics: Asia’s Role in Reshaping Capitalism y  Saving the Planet (Consumptionomics: El papel de Asia en la remodelación del capitalismo y Salvar el planeta). Traducido del inglés por David Meléndez Tormen.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *