El Escorial y la importancia de la Historia

En una hermosa tarde de primavera del año 1912, Miguel de Unamuno decidió hacer una visita a la zona del monasterio del Escorial, en búsqueda de material para uno de sus muchos ensayos literarios, y escribió sus reflexiones sobre lo que vio. Decía que «apenas hay quien llegue a visitar El Escorial con ánimo desprevenido y sereno a recibir la impresión de una obra de arte, a gozar con el goce más refinado y más raro, cual es la contemplación del desnudo arquitectónico». El monasterio, a pesar del estado en que por entonces se encontraba, representaba para él una fuente de tranquilidad y de estímulo intelectual. «Fue para mi espíritu un descanso tan grande como el de contemplar la masa del monasterio desde un prado de la Herrería en que tendí mi cuerpo». A lo largo del tiempo, la gran fundación de Felipe II ha inspirado a muchos otros, y ha sido vista con razón como un símbolo clave de la Historia de España.

Entonces, ¿qué le ha pasado a esa Historia? ¿Y cómo ha contribuido del Escorial a esa Historia? Éstas no son preguntas injustificadas. Ahora es el mes de julio, cuando los famosos cursos de verano del Escorial solían ofrecer a los estudiantes, así como a miembros del público, la oportunidad de refrescar sus mentes buscando detalladamente importantes temas que presentaban expertos de dentro y fuera del país. Los cursos de verano fueron en su momento, y con razón, considerados como una importante contribución a la vida intelectual de España. Hace años, yo mismo participé en cursos al lado de notables personalidades de todo el mundo, cuyo interés principal era la Cultura y la Historia de España. Pero aquellos tiempos pasaron. Y en seguida los cursos fueron tomados por los partidos políticos, quienes, no satisfechos con los discursos que habían venido haciendo durante todo el año en el Congreso en Madrid, decidieron continuar presentando su agenda política en El Escorial.

Lo que solía ser un verano para el refresco de la cultura se ha transformado en un verano para la politización de la cultura.

Este año, cuando el Banco Santander está en pleno control de la agenda del Escorial, el programa oficial de los cursos de verano nos informaba de que pasarían «por las aulas del Escorial prácticamente todos los ministros, así como el juez Baltasar Garzón». Algunos miembros del público estarán sin duda contentos de ver una vez más a sus queridos ministros, así como a sus famosos jueces. La impenitente politización de los cursos puede verse claramente en la lista de seminarios. Hay inevitablemente un curso sobre la famosa Memoria Histórica que los políticos han intentado reivindicar. Hay un curso para justificar la política lingüística de los gobiernos autonómicos. También hay un curso acerca de la Alianza de Civilizaciones, que es una buena noticia para el Gobierno de Turquía, principal partidario de la Alianza. Y, sobre todo, hay un curso sobre el brillante triunfo del jefe de Gobierno como copresidente de la Unión Europea. En resumen, el remanso de paz humanista que Felipe II y Benito Arias Montano crearon en El Escorial y el centro de tranquilidad que Unamuno encontró allí, ha sido reemplazado por un programa muy politizado que parece tener poco interés en la cultura tradicional de España.

Y ningún interés en absoluto, al parecer, en su Historia, aparte de una obligatoria ojeada a la figura española que domina como un coloso (aunque un coloso no muy alto) la política del siglo XX: el general Franco. Es revelador examinar el grupo de temas que el Banco Santander ha aprobado para el estudio de lo que ha venido en llamarse humanidades. Del total de los 69 cursos de verano, sólo 13 están en humanidades. Pero uno puede preguntarse lo que la palabra humanidades, que solía indicar un estudio del griego y latín y las filosofías correspondientes, la Historia y la Cultura, significa ahora en El Escorial. Ni uno de los 13 cursos está dedicado a la Historia. En su lugar, la sección de humanidades ofrece cursos sobre libros electrónicos, sobre el teatro, sobre lo que el programa llama «crisis de las humanidades», sobre el cine mudo, sobre pop rock español, y sobre humor. Las humanidades, así como la Historia de España, han desaparecido casi por completo de la agenda de los cursos de verano. ¿Y qué ocurre con la música? ¿Y qué sobre el arte? Parece que los bancos están olvidando los aspectos del pasado de España que la situó entre las naciones más respetadas de Europa.

Por supuesto, como historiador tengo mi propia motivación e interés personal. Y como historiador del Escorial, tengo un profundo interés en la promoción de los aspectos de la cultura española en el entorno del Escorial. Todos nosotros, sin embargo, deberíamos estar preocupados por el descuido de las instituciones financieras hacia la Cultura y la Historia. Ya es un problema en diversas comunidades autónomas, cuando los representantes de la cultura se niegan a financiar cualquier actividad que esté relacionada con la entidad de España. Es bien sabido que en algunas regiones, como en Cataluña, es difícil obtener dinero para la investigación relacionada con la Historia de España: toda la investigación debe ser exclusivamente sobre temas catalanes o regionales. Pero hay que considerar la gravedad de la situación cuando en el mismo corazón de España, en El Escorial, los que controlan los cursos muestran una clara indiferencia hacia la noción de España y dan la espalda a su Historia.

Si el gobierno y el Banco Santander quieren olvidarse de la Historia de España, pueden estar seguros de que el resto del mundo les seguirá. Los amantes de España deben ser conscientes de que la marginación de su cultura ya ha tenido consecuencias en otras naciones. Hace dos décadas, los estudiantes extranjeros acudían a España a investigar sobre su Historia. Hoy en día su número se ha reducido a casi nada. Cuando hace algunos años di un curso en El Escorial sobre Felipe II, tenía alumnos que llegaban desde Francia, Alemania, Inglaterra y Estados Unidos, así como de España. Hoy, un estudiante de estos países no encontraría nada en El Escorial sobre la Historia de España. Poco a poco, el mundo occidental se va a olvidar de su Historia. Los famosos eruditos extranjeros del Reino Unido, Francia y EEUU, que una vez tuvieron una horda de estudiantes de doctorado dedicando su energía a la Historia de España, ahora no tienen más que un pequeño puñado de ellos.

¿Cómo se puede invertir esta tendencia? ¿Debería ser revertida? La verdad es que la situación es mucho más compleja de lo que indican estas pocas líneas, y sería injusto depositar toda la culpa en el Banco Santander. Un número de factores y no simplemente la indiferencia de los banqueros, han llevado a la situación donde el estudio de la Historia como una disciplina humanista ha desaparecido de los cursos de verano. En ocasiones, los directores de curso invitarán a un famoso historiador extranjero a fin de dar una dimensión así llamada internacional a los debates, pero eso es, como todos saben, simplemente camuflaje.

Cuando Felipe II comenzó a coleccionar su gran biblioteca en El Escorial, inspirada en las bibliotecas que había visto durante sus viajes por Alemania, Flandes y Londres, le dio un papel clave en la misma a los estudios de humanidades. Por encima de todo, dio su patrocinio a los estudios sobre la Historia de España y del Nuevo Mundo. El nuevo Escorial, sin embargo, parece volver la espalda al fundador del viejo Escorial. Parece considerarse como prioridad cultural el hecho de que «pasarán por las aulas prácticamente todos los ministros». Eso es maravilloso, si uno piensa que la política es más importante que la cultura.

Henry Kamen, historiador británico. Su último libro es El enigma del Escorial, Espasa Calpe, 2009