El Estado en almoneda, precio que ponen a Sánchez por tenerlo en la Moncloa

Por si teníamos alguna duda, dada la experiencia, sobre el encuadre mercantil de los impropiamente llamados 'pactos', cuando deben ser calificados de 'tratos a precio convenido' para que los consabidos consocios de Sánchez lo mantengan en la Moncloa, ahí están las definitorias palabras, de agradecer, del portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, de las que se deduce que estamos ante una negociación de carácter mercantil. Habla de «precio» y de que «no será barato» el que imponen al candidato del PSOE, lo que traslada la impresión de que podríamos hallarnos ante un Estado en almoneda, como algunos pretenden, a la hora de exponer sus contraprestaciones. Literalmente, ha dicho que «a Pedro Sánchez no le va a salir barato contar con sus votos para continuar en la Moncloa». Esteban remacha lo que dijera en el mismo sentido Ortuzar, quien añadiera que la demanda de los seguidores de Sabino Arana es tratar al Estado de «igual a igual».

Tanto el PNV, como Esquerra Republicana y Junts son conscientes de que se hallan ante una oportunidad histórica, no ya de avanzar, sino de alcanzar sus objetivos. De ahí sus propios tratos, rubricados por la idea de que «Juntos seremos más fuertes», que proclama la portavoz adjunta de ERC, Marta Vilalta. En el mismo sentido, recordando a Montserrat Bassa, que dijera que le importaba un comino la gobernabilidad de España, Laura Borràs, mensajera de Puigdemont, afirma que Junts no tiene ningún interés en negociar la investidura de un presidente español, sino que tiene «todo el interés en negociar la resolución del conflicto que España mantiene con Cataluña» que la oportunidad actual obliga a «no pensar en una investidura o en unas elecciones», y alude a la necesidad de plantear el debate para «una solución definitiva», ergo la independencia, tras la amnistía y el referéndum, cesiones que ya se defienden como «soluciones políticas necesarias» por los avaladores de Sánchez. Y, además, si se reformó a la carta el Código Penal y se otorgaron indultos, es lógico seguir la hoja de ruta que predijera Aragonès. O, sea, que hay que ir más allá de la «desjudicialización» del conflicto.

En resumen, después de todo este proceso mercantil, ¿qué va a quedar del Estado? Desde que Zapatero dijera aquello de que «el concepto de nación es discutido y discutible» o aceptó sin conocerlo el Estatut de Maragall, aquel de la «asimetría» dentro del Estado, que dotaba a Cataluña de Poder Judicial propio y retiraba a aplicar en Cataluña las normas generales del Estado en competencias no cedidas, el partido socialista de Zapatero y Sánchez tomó el camino contrario al de sus mayores. Claro que, como revelara el juez Vidal, redactor de la fallida, por ahora, Constitución de Cataluña, en sus primeros tanteos de Pedro Sánchez con los independentistas, éste les ofreció reponer mediante leyes orgánicas las competencias anuladas por el Tribunal Constitucional.

Y ahora, ¿cuál es, dada la variedad de propuestas que Pedro Sánchez está dispuesto a aceptar y cómo la encajará’: nación de naciones, estado plurinacional, estado federal, confederal, repúblicas independientes…? Claro que lo de república federal no es asumible para quienes aspiran a estado propio e independencia. Escribe Victoria Camps que «el Federalismo es el proceso por el que un conjunto de pueblos decide construir instituciones comunes para fortalecerse mutuamente y respetarse en lo que les distingue. Un modelo federal puede adoptar formas variadas, siempre con un denominador común: el encaje del autogobierno de las partes en un gobierno compartido por todas ellas». O sea, que el modelo federal está pensado para unir o reforzar, pero no para separar. El paradigma del Estado federal moderno son los Estados Unidos de América, bajo el emblema «e pluribus unum». O sea, «De todos, uno». ¿Es ese el modelo o la meta del independentismo? ¿Se podría decir lo mismo aquí si consiguen imponer a Sánchez el trato en que andan?

En el discurso que sostiene el derecho de Cataluña a la independencia, hay uno que siempre exhiben: el elemento racial. Entre las razones que se exponen para que la comunidad internacional acepte, en función de la Carta de las Naciones Unidas, el derecho a la independencia son los elementos «racial y colonial». Cataluña ha sido una colonia ocupada por España con todos los elementos propios de una nación: lengua, cultura, tradiciones, territorio y «raza propia», carolingia, de la que sin duda es exponente el portavoz de ERC en el Congreso, Rufián, descendiente de trabajadores de La Bobadilla, de Alcaudete (Jaén) y de Turón (Granada).

Fernando Ramos es periodista.

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