El exceso chino de capacidad puede ayudar al mundo

El exceso chino de capacidad puede ayudar al mundo
Ma Mingyan/China News Service/VCG via Getty Images

En un simposio internacional sobre «Ochenta años después de Bretton Woods», que tuvo lugar en Hangzhou en mayo, propuse un «plan de desarrollo verde del sur global», que algunos medios luego apodaron «Plan Marshall Verde de China». La propuesta incluye tres objetivos: apoyar la transición verde de los países en desarrollo, acrecentar la demanda agregada china y mejorar el liderazgo global de China. Como el Plan Marshall original, mi propuesta implica proveer grandes volúmenes de crédito comercial e inversiones, préstamos en apoyo de políticas y ayudas oficiales.

Me sirvieron de inspiración los recientes debates sobre el exceso chino de capacidad en industrias clave para la transición verde: vehículos eléctricos, baterías de litio y paneles solares. Durante un debate con profesores de la Universidad de Pekín en abril, la secretaria del Tesoro de los Estados Unidos Janet Yellen planteó este problema y dos inquietudes: que el exceso de capacidad parecía ser resultado de subsidios estatales, y que había alcanzado un nivel tal que ya provocaba perturbaciones en los mercados internacionales. Un mes después, Estados Unidos anunció un arancel del 100% a los vehículos eléctricos de fabricación china.

La definición de «exceso de capacidad» puede ser controvertida. Como han señalado algunos expertos chinos, si las empresas chinas pueden vender sus productos, ya sea en el país o en el extranjero, no hay tal «exceso». De modo que si el exceso de capacidad se entiende como un caso de oferta superior a la demanda, conviene distinguir entre el contexto local y el internacional.

Aquí hay tres conjuntos de factores relevantes: desequilibrios macroeconómicos, provisión de subsidios (en forma explícita e implícita), y el tamaño de la industria en cuestión. Todo el período de reformas de China desde los años setenta se ha caracterizado por un exceso de capacidad «local», porque el país ha producido más de lo que consume (como demuestra su gran superávit de cuenta corriente). De modo que el primer paso para abordar el exceso de capacidad es equilibrar la cuenta corriente. De hecho, las autoridades chinas trabajan en pos de este objetivo desde la crisis financiera global de 2008, apelando a estimular el consumo interno.

A los estadounidenses y a los europeos les preocupan más los subsidios estatales (explícitos e implícitos), que según afirman, dan a los fabricantes chinos una ventaja injusta en los mercados internacionales. Pero la provisión explícita de subsidios a los vehículos eléctricos en China (incluidos subsidios directos, rebajas impositivas y licencias exclusivas) es bastante similar al promedio de una docena de países analizados en un documento de trabajo de 2022, y menos que los subsidios provistos por los gobiernos noruego, estadounidense, francés y alemán.

Los subsidios implícitos (reducción de costos de factores) no son tan transparentes. En un discurso pronunciado en julio sobre «el exceso de capacidad chino y la economía global», el subsecretario del Tesoro de los Estados Unidos para asuntos internacionales, Jay Shambaugh, citó un análisis del Center for Strategic and International Studies, según el cual los subsidios implícitos de China rondan el 5% del PIB, diez veces más que Estados Unidos, Japón y algunos otros países.

Aunque estas cifras son similares a las que encontré en mi propia investigación hace unos quince años, la interpretación de Shambaugh y los investigadores del CSIS es defectuosa. La distorsión del costo de los factores en China se pensó no como parte de una estrategia industrial, sino como una política de transición; y la mayor parte del apoyo fue a empresas estatales. De hecho, esta política resultó muy desventajosa para las empresas chinas de propiedad privada en el sector de la tecnología verde que compiten en el mundo.

Pero es verdad que varios «programas de promoción de inversiones» introducidos por gobiernos de nivel local han provisto subsidios implícitos (por ejemplo, reducción de las tasas por uso de terrenos) a empresas privadas del área de la tecnología verde. Es así que, según sugiere la reciente investigación de la Unión Europea, esos subsidios permiten vender los vehículos eléctricos chinos por un 20% menos que los modelos producidos en la UE. Pero la práctica de que los gobiernos de nivel local ofrezcan este tipo de apoyo es cada vez más infrecuente, en parte porque muchos tienen dificultades presupuestarias, y en parte porque el gobierno central ha comenzado a prohibir esta clase de subsidios, irregulares e ilegales.

Otro problema es que el enorme tamaño de la economía china exagera el impacto percibido del exceso de capacidad. China es un país inmenso, y sus políticas económicas tienden a concentrar la inversión en ciertos sectores e industrias. Esto puede crear dificultades para los socios comerciales de China. Pero el hecho es que es probable que el tamaño de los sectores chinos de la tecnología verde sea un problema mayor que los subsidios.

China tiene que reducir la influencia del Estado en la asignación de recursos, y tiene que trabajar con otros países para asegurar la prosperidad mutua a través de la cooperación. Esta idea anima mi propuesta de un plan de desarrollo verde para el sur global. China ha generado una importante capacidad de producción en sectores de la tecnología verde, pero su acceso a los mercados desarrollados está cada vez más restringido.

Al mismo tiempo, los países en desarrollo tienen dificultades para avanzar en sus propias agendas de desarrollo verde. Según Naciones Unidas: «Los países en desarrollo necesitan inversiones en energías renovables por valor de unos 1,7 billones de dólares anuales, sin embargo atrajeron inversiones extranjeras directas en energías limpias por valor de sólo 544 000 millones de dólares en 2022». Felizmente, China tiene tecnología, capacidad de producción y capital (financiación comercial, préstamos de apoyo a políticas y ayudas oficiales) para ayudar a llenar este vacío. Puede impulsar el desarrollo verde global, mejorar su propia economía y fortalecer su liderazgo internacional todo a un mismo tiempo.

Cabe señalar que a fines de agosto, Brian Deese, director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca entre 2021 y 2023, publicó un artículo titulado «Razones para un Plan Marshall de energía limpia», y mencionó el hecho de que China está considerando la misma idea. Lo ideal sería que fuera una iniciativa conjunta de los dos países, pero incluso llevando adelante cada uno por separado su propio plan Marshall para la energía limpia, darían un enorme impulso a la transición verde global.

Huang Yiping, Dean of the National School of Development and a distinguished professor at Peking University, is a member of the Monetary Policy Committee of the People’s Bank of China.

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