El exterminador de julio

La lista de víctimas políticas de Sánchez, el exterminador, en su partido crece cada julio. Es su mes elegido para las purgas. Lo fue el año pasado y lo es éste. Desde el golpe parlamentario que disfrazó de moción ha ejercido la limpia de muchos fieles que confiaron en su buena estrella. Y escribo golpe parlamentario porque la fórmula constitucional se apuntaló, entre otros motivos exagerados o directamente falsos no atribuibles al Gobierno que censuraba, en una sentencia manipulada, y porque no presentó programa alguno de gobierno pactado con sus socios, probablemente porque ese gobierno de objetivos comunes no podía pactarse por las propias contradicciones entre los comprometidos que sólo coincidían en qué destruir pero no en construir nada beneficioso para los españoles.

Sánchez no impide que sus palmeros hagan lo que quieran, naturalmente arropados por él, pero a la hora de pasar las facturas políticas, cuando la opinión publicada, con las excepciones de los de siempre –los bien pagaos, como en aquella copla que popularizó Miguel de Molina en la zona frentepopulista de la Guerra Civil–, muestran el viento en contra, el exterminador tira de guadaña. La lista es larga.

Calvo pagó sus desacuerdos con Podemos en las políticas LGTB y la Ley de Memoria Democrática; Illa el fracaso de su gestión ante la pandemia; Redondo creerse indispensable y pedir un ministerio; Ábalos sus mentiras sobre las maletas de Delcy Rodríguez, la número dos de Maduro, y su estancia en Barajas; González Laya la entrada ilegal en España, con nombre falso, del líder del Frente Polisario Brahim Ghali; Campo los indultos a golpistas catalanes; Lastra sus enfrentamientos en la dirección de Ferraz y el fracaso electoral andaluz; y Delgado su actitud con los fiscales que no son de su cuerda, además de las desautorizaciones del Supremo y el temor a algo nuevo en las grabaciones del zascandil Villarejo. De todo ello, de lo hecho por unos y otros, era conocedor y en muchos casos inductor el propio Sánchez, pero ya se sabe que él busca quienes carguen con sus errores. Así que siempre sale inmaculado, o eso cree. Aquel histórico «quien se mueva no sale en la foto» de Guerra figura en su cuaderno de bitácora.

En el Comité Federal socialista más descartes. El exterminador sigue activo. Se va fuera el portavoz del partido, un tal Sicilia, el portavoz en el Congreso, un tal Gómez, y la guinda: a Lastra le sucede la poco simpática María Jesús Montero, la otra Montero. El exterminador seguirá maquillando el muñeco. Algo que ya enunció Lampedusa en El Gatopardo poniéndolo en boca de Tancredi: «Si queremos que todo siga como está necesitamos que todo cambie». A los dirigentes no les llega la camisa al cuerpo. Con Sánchez nada se sabe y todo se teme.

Lo peor de un líder es despreciar al ciudadano, creer que los que cuentan son sus fieles, aunque sean prescindibles, y confundir a su partido con el país. No llegar más allá de las promesas que luego no se cumplen. Los españoles no somos tontos ni desmemoriados y nos tememos que las promesas queden en palabrería y propaganda. Ha ocurrido tantas veces que ya nadie se extraña. La política de la subvención puntual y con fecha de caducidad no suma apoyos sino decepciones. En algo parecido apuntaló el PSOE su poder en Andalucía durante decenios y ya se vio en qué acaba cuando se pasa a una gestión de realidades desde las falacias.

Sigamos con las falacias. Teresa Ribera, la ministra de la cosa ecológica, etcétera, ha dedicado no pocos mensajes a aconsejarnos ahorrar en gas y electricidad. Mientras, los organismos oficiales no han ahorrado nada; todos con el aire acondicionado a tope, y el presidente acudiendo a algún incendio en Falcon, Super Puma y Audi 8, sumando los tres medios de transporte, y así respeta lo que tanto preocupa a la ministra. Lo último que escuché a Ribera es lo contrario: España se opone a la petición de ahorro de gas que propone la UE. Pues muy bien, pero supongo que ello llevará al Gobierno a prescindir de los muchos miles de millones que, más para España que para cualquier otro país de la Unión, se nos han concedido acaso en parte gracias al buen rollito del presidente con la Von der Leyen. Para guapos nosotros y Sánchez en cabeza.

Entre el desasosiego del apparátchik socialista que no sabe cuántos amaneceres contemplará en sus sillones, Sánchez se fotografiaba ante una España quemada. Simbólico. Es claro que se trataba de un posado, mira a la cámara de frente, aunque los palmeros mediáticos hayan buscado otras explicaciones. Si hubo alguien junto a él se habían alejado. No entiendo la sorpresa. Posar es lo que hace mejor. Para ello el presidente tiene facha. Por si lo leyese Lastra y en su amplio léxico confundiera el vocablo con una palabra maldita, le aclaro que facha es «traza, figura, aspecto» según la RAE. No vayan a multarme que a la Fiscalía de la Memoria Democrática va a ir Delgado cuando se cure, lo que le deseo de corazón. Su parte médico es el primero que se lee en una rueda de prensa tras el Consejo de Ministros desde que hace más de cuarenta años se leían los de Franco.

P.D.: Ha sorprendido, incluso en ámbitos serios, que el CIS de Tezanos haya dado mayor porcentaje electoral al PP que al PSOE. Qué ingenuidad. Sumen y verán. Al dar una gran bajada a Vox y la práctica desaparición de Ciudadanos, esos porcentajes no servirían para formar Gobierno. Es un modo de movilizar el voto del PSOE, el tributo de Tezanos a Ferraz, su casa, y a su jefe, al que acaba de dedicar el libro hagiográfico: Pedro Sánchez. Había partido: de las primarias a la Moncloa. No conozco un caso similar en el responsable de un instituto oficial de opinión. En la presentación de su libro Tezanos aclaró: «Me criticaban que era un elogio, pues ¿qué iba a ser?». Me recuerda: «¿La Fiscalía de quién depende? Pues ya está». Palabra del exterminador.

Juan Van-Halen es escritor y académico correspondiente de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando.

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