El falaz acuerdo sobre la deuda de Grecia

El proceso del perdón oficial de la deuda griega ha comenzado. Conocido como el proceso de “participación del sector oficial” (OSI, por su denominación en inglés), incluye varias iniciativas encaminadas a la reducción del ratio Deuda/PIB de Grecia a un nivel del 124% hasta el año 2020, desde alrededor del 200% en la actualidad. Sin embargo, aún en el mismo momento que se anunciaba este acuerdo sobre la deuda, informes de prensa dejaban entrever que las autoridades reconocían que dichas medidas serían insuficientes para alcanzar el objetivo; existiría la necesidad de ulteriores negociaciones sobre medidas adicionales, mismas que se llevarían a cabo en un momento que sea políticamente más conveniente.

El economista Larry Summers ha apelado a una analogía relacionada a la Guerra de Vietnam para describir el proceso de toma de decisiones europeo. “En cada coyuntura, ellos asumieron los compromisos mínimos necesarios para evitar el desastre inminente – brindaban una retórica optimista, pero nunca daban los pasos que inclusive ellos mismos creían que hubiesen podido ofrecer la posibilidad de una victoria decisiva”.

Es necesario invertir esta estrategia – y Grecia ofrece una verdadera oportunidad para superar las tendencias marcadas por las curvas de pronósticos. En lugar de gotitas de alivio, el camino para salir adelante es un paquete de tamaño considerable, compuesto de dos elementos. En primer lugar, como propuso Lee Buchheit, el abogado que supervisó la reestructuración privada griega, los plazos de vencimiento de la deuda oficial griega podrían prorrogarse considerablemente. Una estructura sencilla sería hacer que toda la deuda sea pagadera en un periodo de 40 años, con una tasa de interés del 2%. Esto lograría que Grecia y sus acreedores oficiales dejen atrás la angustia continua que ahora prevalece.

El segundo elemento del paquete de alivio de la deuda llegaría a ser mucho más innovador: si la economía griega se desempeña bien, se podría disminuir la prórroga generosa en los plazos de los vencimientos o se podría elevar la tasa de interés. Se vincularía una fórmula para esto al ratio Deuda/PIB – un esquema con ventajas que trascienden más allá del caso griego. La idea de vincular el alivio de la deuda al ratio Deuda/PIB ha estado en tapete de discusión ya por algún tiempo, pero nunca ha alcanzado una aceptación significativa. Su aplicación en Grecia sería una prueba altamente visible, que en caso de ser exitosa, sentaría un valioso precedente.

¿Por qué darse la molestia de pensar en estas posibilidades? Porque la propia premisa del actual acuerdo sobre la deuda, como también las expectativas sobre la misma, se han establecido de manera errónea. En primer lugar, la noción de que existe un camino de transición sin problemas para que el ratio Deuda/PIB se desplace desde un 200% a un 124% es una fantasía. En segundo lugar, incluso si debido a algún milagro Grecia realmente llegaría a alcanzar el hito del 124%, la afirmación que indica que en dicho caso la deuda griega sería “sostenible” es absurda.

Por lo tanto, seguir por este camino erosionará aún más la credibilidad de los formuladores de políticas – algo que aparentemente parecería no importarles – mientras que simultáneamente se impondría al resto del mundo una sensación persistente de crisis e incertidumbre, con costos reales tanto financieros como económicos.

Pero sin lugar a confusiones: el historial de proyecciones de los formuladores de políticas en cuanto al desempeño de la economía de Grecia durante la crisis ha sido vergonzoso. En mayo del año 2010, el Fondo Monetario Internacional proyectó – presumiblemente en forma conjunta con sus socios europeos – que el crecimiento anual del PIB de Grecia podría superar el 1% en el año 2012. En cambio, la economía griega se contraerá un 6% (the Greek economy will shrink by 6%). La tasa de desempleo, que se esperaba llegue a un pico del 15% este año, se encuentra por encima del 25% – y sigue en aumento. Se esperaba que el ratio Deuda/PIB llegue a un máximo del 150%; sin embargo en caso de que no se hubiese llevado a cabo la sustancial reducción de la deuda privada, misma que se había considerado como innecesaria, dicho ratio hubiese llegado a estar cerca del 250%.

En septiembre del año 2010, cuatro meses después de que se estableció el plan oficial de rescate griego, el FMI publicó un panfleto afirmando que “la moratoria en las economías avanzadas de hoy en día es innecesaria, indeseable y poco probable”. La conclusión fue que el financiamiento oficial sacaría a Grecia de sus problemas de liquidez de corto plazo. Se hizo caso omiso a los pedidos de una reestructuración inmediata de la deuda. Seis meses más tarde, después de que se había utilizado un substancial monto de fondos oficiales para pagar a los acreedores privados, se llevó a cabo una importante reestructuración de la deuda privada pendiente de pago.

Estos fueron los errores cometidos durante el transcurso de periodos cortos de tiempo. En términos relativos, el año 2020 está muy lejos. Inclusive tomando como probables los pronósticos más optimistas, la proyección del 124% podría ser una subestimación grosera. La precisión de las cifras que subyacen al acuerdo sobre la deuda es una fachada, si es que no es un reflejo de una realidad alternativa.

Y, nuevamente, incluso si Grecia de alguna manera realmente lograría alcanzar el hito del 124%, su deuda aún no sería sostenible. En ese momento, Grecia meramente estaría en el lugar donde comenzó en mayo del año 2010. La comparación más razonable es con lo ocurrido en los países latinoamericanos durante sus crisis de la deuda en los años 1980 y 1990. A pesar de que tenían ratios Deuda/PIB más bajos y de que se realizaron reestructuraciones de la deuda de manera continua, dichos países con el transcurso del tiempo necesitaron de una gran reducción de su deuda, misma que llegó con la emisión de los bonos Brady que tenía el objetivo de otorgarles un respiro.

Colocarse en una mejor situación de la que se marca mediante las curvas de pronóstico dará a Grecia una posibilidad real para controlar su propio destino. También será un recordatorio de los peligros que se corren al apresurarse a actuar con dineros oficiales en casos en los que las deudas privadas se han tornado insostenibles. Mantenerse en este rumbo, tal como el economista Summers advirtió, únicamente conducirá hacia un “sufrimiento innecesario” antes de que dicho rumbo colapse de manera inevitable, y lleve a Grecia – y a muchos más – a derrumbarse.

Ashoka Mody is a visiting professor of International Economic Policy at the Woodrow Wilson School of Public and International Affairs, Princeton University. Traducido del inglés por Rocío L. Barrientos.

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