¿El fin de la globalización? Una reflexión sobre los efectos de la crisis del COVID-19 desde el Índice Elcano de Presencia Global

Tema

La crisis sanitaria, económica, social y política generada por la pandemia del virus COVID-19 también reconfigurará las relaciones internacionales y la globalización.

Resumen

Al igual que ocurrió tras la crisis de 2008, la actual pandemia y sus derivadas podrían ralentizar la globalización o, incluso, provocar una des-globalización. Habrá efectos en la reconfiguración de las relaciones internacionales; efectos que tratamos de adelantar y desgranar en este trabajo, planteando tres escenarios futuros y haciendo uso del Índice Elcano de Presencia Global.

En un primer escenario, contemplamos la posibilidad de que los efectos estructurales en la globalización sean similares a los de la crisis de finales de los 2000, tanto en volumen como en naturaleza; lo que significaría una continuidad de los rasgos del proceso de globalización en todas sus dimensiones económica, militar y blanda.

En el segundo, consideramos efectos mayores (equiparables a la mayor reducción en cada variable registrada durante la anterior crisis), con una caída superior de los intercambios mundiales en todos sus planos. En este caso, se haría patente la des-globalización, con reducciones en las dimensiones blanda y económica del 10% y 9%, respectivamente.

El tercer y último escenario tiene en consideración las particularidades de esta crisis frente a la anterior. Si se materializara este escenario, se mantendría un proceso de globalización sustentado, particularmente en la dimensión blanda, en buena medida debido a las variables de información, tecnología y ciencia.

Análisis

Introducción

Desde su inicio, en los años 70 del siglo pasado, la actual globalización ha pasado por distintas fases en las que ha crecido, decrecido o mutado. Muchos de esos cambios responden, a su vez, a cambios estructurales en la economía y geopolítica mundiales que se podrían resumir, por una parte, en el auge de las potencias emergentes asiáticas y, por otra parte, y relacionado con lo anterior, en el cambio del epicentro de la actividad mundial del Atlántico al Pacífico.

La Gran Recesión de finales de los 2000 y principios de los 2010 vino, en buena medida, a acelerar y consolidar dichos cambios, como muestran los resultados del Índice Elcano de Presencia Global. Cabe esperar, pues, que la actual crisis sanitaria, económica, política y social mundial tenga también su impacto en las relaciones internacionales y en el proceso mismo de globalización.

Si bien es aún prematuro adelantar, exactamente, cuál será dicho impacto, hay derivadas que ya se están produciendo (como, por ejemplo, la interrupción de la producción y del consumo y, por lo tanto, del comercio) y otras que cabe esperar como consecuencia de la drástica reducción en el flujo internacional de personas. Muchos de estos efectos en el corto, medio y largo plazo ya están siendo documentados y adelantados por organismos multilaterales, medios de comunicación y espacios de análisis. En este sentido, este ARI viene a sumarse a trabajos previos realizados desde el Real Instituto Elcano que reflexionan acerca de las consecuencias de la actual crisis para el proceso de globalización (Ortega, 2020; Fanjul, 2020).

Este trabajo se estructura de la siguiente manera. Sirviéndonos del Índice Elcano de Presencia Global, el primer epígrafe caracteriza el proceso de globalización reconfigurado tras la crisis de finales de los 2000. Sobre la base de estudios previos, el segundo epígrafe recorre los principales efectos que cabe esperar en las dimensiones económica, militar y blanda de la globalización. El tercer epígrafe dibuja tres posibles escenarios para el medio plazo: los efectos transformadores de la actual crisis podrían ser similares a los de la anterior, más profundos, o de una naturaleza distinta.

(1) El mundo post-Gran Recesión y pre-coronavirus: globalización, sí, pero más lenta y más blanda

Las políticas de liberalización económica implementadas en buena parte del planeta en los años 70 a 90 dieron pie a un aumento rápido de los intercambios económicos internacionales. A esta globalización económica se han sumado siempre (en sus distintas oleadas) otras formas de internacionalización, militar o blanda, que han implicado el movimiento internacional de personas (tropas desplegadas, migrantes, turistas, estudiantes, deportistas en competiciones internacionales, cooperantes) o de ideas (mediante los intercambios de información, culturales, científicos, tecnológicos o educativos). Y si bien la conceptualización académica de la globalización ha reconocido siempre estas otras facetas no estrictamente económicas, el seguimiento del proceso de internacionalización ha solido centrarse en su dimensión más económica. Esto es así, entre otros motivos, debido a la mayor disponibilidad de estadísticas en este campo (Held et al., 1999; Rosenau, 1997; Keohane y Nye, 2000; Conley, 2002; Scholte, 2004; Lee, 2004; Marber, 2005; Caselli, 2008; Figge y Martens, 2014).

Es en parte por este foco en lo económico que, al llegar la crisis financiera mundial en 2008, y la posterior Gran Recesión, distintos análisis auguraron la ralentización de la globalización, su fin o incluso un “estancamiento secular” (Altman, 2009; Summers, 2014; Postelnicu, Dinu y Dabija, 2015). Visto así, de hecho, sí se produjo una ralentización (incluso una reversión en algunas variables y años) de la internacionalización económica (notablemente de determinados flujos comerciales y de la inversión directa extranjera).

Sin embargo, si nos servimos del Índice Elcano de Presencia Global para observar este fenómeno, podemos concluir que la globalización no se ha revertido, aunque sí ralentizado y mutado hacia formas más blandas de internacionalización (Olivié y Gracia, 2020).

El Índice Elcano de Presencia Global (Figura 1) se creó con el doble objetivo de servir de instrumento para explorar la proyección exterior de los países para los que se calcula (tanto su volumen como su naturaleza) pero también de observar las tendencias globales en los procesos de internacionalización. Dado el alto número de países para el que se calcula en la actualidad (120) y, por lo tanto, su representatividad en términos de población y de PIB mundiales, puede también emplearse para el estudio del proceso mismo de globalización (Olivié et al., 2017; Olivié et al., 2018).

Figura 1. Estructura del Índice Elcano de Presencia Global (variables, dimensiones y sus pesos en el índice compuesto). Fuente: Real Instituto Elcano, Índice Elcano de Presencia Global.
Figura 1. Estructura del Índice Elcano de Presencia Global (variables, dimensiones y sus pesos en el índice compuesto). Fuente: Real Instituto Elcano, Índice Elcano de Presencia Global.

Podemos diferenciar tres etapas en el proceso de globalización desde 1990: (a) una primera fase de des-globalización –entre 1990 y 1995– que coincide con la reconfiguración geopolítica de Europa, cuando la presencia global agregada decreció a una tasa media anual del -0,7%; (b) un segundo período de crecimiento continuado de la globalización que comienza en 1995 y termina en 2011, con un incremento acumulado del 43% en todo el período (por lo tanto una tasa media anual del 2,7%); y (c) la etapa actual, con subidas y bajadas moderadas que arrojan una tasas media de variación de algo menos del 1% (Figura 2).

Es importante tener en cuenta, en primer lugar, que el Índice Elcano de Presencia Global recoge tendencias estructurales (por ejemplo, rara vez turbulencias financieras puntuales o cambios políticos se traslucen en los resultados del Índice). En segundo lugar, captura los cambios en las dimensiones y variables con un cierto retardo temporal, de en torno a dos años, de ahí que los efectos de la crisis de 2008-2009 no se reflejen en el Índice hasta 2011 y que, muy probablemente, los efectos de la crisis provocada por la pandemia del COVID19 no impacten en los valores del índice hasta 2021 o 2022. Con estas salvedades, es importante señalar que el último año para el que tenemos datos (2018) recoge un aumento de la globalización sin precedentes desde el estallido de la crisis de finales de los 2000: el valor agregado del Índice para los 120 países para los que se calcula se sitúa hoy en los 12.646 puntos, habiendo aumentado desde 12.199 el año anterior.

Por lo tanto, según estos datos, el mundo no ha estado experimentando un proceso de des-globalización (hasta la fecha). Ésta se ha ralentizado desde el inicio de la década, pero no se ha producido una contracción del proceso más que en dos años concretos (un -0,7% en 2014 y un -1,4% en 2015) y estaba, antes de la actual crisis, recuperándose.

Figura 2. Presencias global, económica, militar y blanda, 1990-2018 (en valor índice)

Las distintas variables y dimensiones (económica, militar y blanda) también han contribuido de distinta manera a la velocidad de globalización en los últimos años. Entre 1990 y 2005, el principal vector de globalización fue la dimensión económica, que creció a tasas de entre el 3,5% y el 6%. La dimensión blanda también contribuyó positiva pero modestamente al proceso durante esta etapa, con tasas de crecimiento de entre el 0,7% y el 2,2%. Mientras tanto, se producía una cierta des-globalización de lo militar, con tasas de crecimiento negativas durante la mayor parte del período (Figura 3).

Sin embargo, estas tendencias cambian fuertemente a mediados de los 2000. La dimensión blanda pasa a liderar el proceso de globalización, con tasas de crecimiento medio anual de entre el 3,6% y el 5%. La dimensión económica pasa a ser mucho menos dinámica, con crecimientos interanuales bajos o incluso negativos (en 2016 y 2017), así como se produce una cierta recuperación de la esfera militar, con tasas de crecimiento positivas en 2015 y 2016.

En definitiva, durante este período de globalización lenta, la naturaleza de este proceso también ha cambiado: la dimensión blanda remplaza la económica como su principal vector. Asimismo, la contracción estructural de lo militar durante las dos primeras décadas ha dado ahora lugar a una recuperación modesta pero continuada de esta dimensión.

Figura 3. Variaciones anuales de presencia global, económica, militar y blanda, 1990-2018 (en %)

(2) ¿Qué dejará el coronavirus en términos de intercambios mundiales?

La reflexión acerca del posible impacto de la actual crisis sanitaria, y el escenario posterior sobre el proceso de globalización en su conjunto, y particularmente sobre sus distintas dimensiones e indicadores, requiere una serie de consideraciones previas.

En primer lugar está la dimensión temporal. Es necesario diferenciar los análisis sobre el efecto a corto plazo de la propia emergencia sanitaria y las medidas tomadas para contenerla, de los efectos en el medio y largo plazo. A nivel macroeconómico el debate, todavía incipiente, se está centrando en el propio shock –de oferta y/o de demanda y sus efectos– (Camaduro y Papadia, 2020; Carlsson-Szlezak, Reeves y Swartz, 2020; Fornaro y Wolf, 2020) y en las respuestas políticas necesarias en función de los diferentes diagnósticos (McKibbin y Fernando, 2020; OECD, 2020b). Pero tanto las consecuencias del shock como la dimensión de la respuesta dependerán a su vez de la duración de la emergencia sanitaria y de las medidas de confinamiento. Por otro lado, parece no haber duda de que la gravedad de la situación requiere la necesidad de reactivación de grandes políticas de Estado (Bénassy-Quéré et al., 2020; Krugman, 2020; Saez y Zucman, 2020; De Grauwe, 2020; Gali, 2020; Wolf, 2020).

En cualquiera de los casos, los análisis coincidirían en que la crisis a la que nos enfrentamos tendrá un importante impacto económico en todas las dimensiones de los intercambios internacionales (OECD, 2020b, 2020a) y al mismo tiempo, tanto su duración como las diferentes respuestas que se adopten afectarán, también de distinta manera, al ritmo y la naturaleza de la globalización (IMF, 2020).

En segundo lugar, a pesar de las numerosas comparaciones con la situación económica en la II Guerra Mundial y los años posteriores, cabe destacar, por una parte, que las diferencias económicas son notables –por ejemplo, no habrá necesidad de reconstrucción de grandes infraestructuras, lo que hubiera permitido contrarrestar el shock de oferta–. Pero, sobre todo, los aires de la época son otros (Hernández, 2020). Nos encontramos hoy en un contexto de reversión de los procesos de integración y fortalecimiento de las identidades nacionales, y lo global es, además, el principal mecanismo de extensión de la crisis sanitaria actual y de sus efectos. Ya antes de la erupción de la crisis sanitaria provocada por el coronavirus, asistíamos a una guerra comercial entre EEUU y China que enmascaraba una carrera tecnológica, y que se ve avivada ahora por el modo de gestionar la crisis sanitaria y la carrera por la obtención de la vacuna (Campbell y Doshi, 2020). En cualquier caso, existen dudas acerca del impacto de la pandemia en esta pugna geopolítica, y particularmente en los efectos sobre China, en términos de crecimiento, de cohesión interna y de imagen internacional (Esteban, 2020). En este mismo sentido, en el momento en que se escriben estas líneas, la emergencia sanitaria es todavía incipiente en EEUU.

Por lo tanto, esta crisis irrumpe en un momento en el que parte de la comunidad internacional cuestiona los pilares sobre los que se venía sosteniendo el mundo desde el fin de la II Guerra Mundial, y particularmente, su gobernanza multilateral o el sentido y la existencia misma de la UE. En definitiva, se trata de una crisis sanitaria de naturaleza irremediablemente global que estalla en un contexto de auge de identidades nacionales.

(2.1) Dimensión económica

Parece unánime la opinión acerca del impacto negativo que tendrá la actual crisis en la economía mundial, tanto en el corto como en el medio plazo. En lo que respecta a los mercados de bienes energéticos y materias primas, la crisis del coronavirus aparece en un contexto de caída de precios del petróleo por el enfrentamiento entre Rusia y Arabia Saudí, que ha arrastrado al resto de materias primas (Escribano, 2020).

En términos comerciales e inversores, la pandemia se desata en un contexto de elevada transnacionalización productiva e inversora, con un proceso manufacturero fragmentado, y dispersado geográficamente, organizado en las denominadas cadenas globales de producción (Molina, 2020).

Sin embargo, la actual situación también pone de manifiesto la vulnerabilidad de los modelos de producción actuales, caracterizados por la denominada producción flexible (series de producción cortas, minimización de stocks y aprovisionamiento constante en flujo tenso), respecto a lo ocurrido en sus países proveedores (Treceño, 2020; Haren y Simchi-Levi, 2020). Como señala Fanjul (2020), esta crisis incrementa la valoración del riesgo de dependencia geográfica respecto a China, lo que puede desarrollar estrategias de diversificación geográfica de proveedores, que puede no afectar negativamente al comercio en términos agregados, o puede incidir en una tendencia de relocalizaciones hacia países de origen y la consecuente reducción del volumen de intercambios comerciales.

En lo que respecta a las exportaciones de servicios, si bien en los últimos años habían venido incrementándose notablemente de la mano de los procesos de transnacionalización productiva, es esperable una importante reducción de estos flujos debido al impacto en el sector turístico mundial. Así, en economías de marcado perfil terciarizado y anclado en la variable turística, como es el caso de España, la pandemia global tendrá un impacto importante por la vía de la caída en la llegada de turistas a las fronteras.

Y en lo que respecta al stock exterior de inversión extranjera directa (quinto indicador incluido dentro de la dimensión económica), su evolución dependerá de la reconfiguración de esa dimensión productiva transnacionalizada, y también del impacto en los mercados financieros internacionales en el medio plazo (Álvarez-Pickman, 2020).

(2.2) Dimensión militar

En principio no cabe esperar un vínculo directo entre la crisis del coronavirus y la dimensión militar, tal y como se incorpora ésta al Índice Elcano de Presencia Global. Si bien es cierto que el ejército ha adquirido un importante papel en la gestión de la crisis sanitaria en la práctica totalidad de países, por el momento, dicho papel se limita a los territorios nacionales. No obstante, no es descartable que en un futuro se puedan llegar a poner en marcha misiones internacionales orientadas a gestionar recrudecimientos puntuales de la emergencia sanitaria en países concretos y particularmente en desarrollo.

(2.3) Dimensión blanda

Como se explica en el primer epígrafe, la dimensión blanda ha sido el principal vector de globalización tras la crisis de finales de los 2000. A diferencia de lo que ocurrió entonces, en esta ocasión sí cabe esperar un impacto significativo, aunque desigual, en varias de sus facetas. Entre las variables golpeadas estarán, previsiblemente, las que impliquen el movimiento de personas como el turismo, la migración, la educación o los deportes (Molina, 2020). Como ejemplo de esto último, véase la cancelación de citas deportivas internacionales, incluidos los Juegos Olímpicos.

Por el contrario, otras formas de proyección blanda pueden verse reforzadas como consecuencia de la crisis del coronavirus. Es el caso de la información, dado el esperable incremento del volumen de noticias internacionales, así como la mejora de la infraestructura física necesaria para el uso de Internet, en un contexto de confinamiento y de aumento del teletrabajo. Podría ser también el caso de la variable de ciencia, dado el esfuerzo investigador que se está generando ya en los ámbitos de las ciencias (vacunas o tratamientos médicos, pandemias y cambio climático) y de las ciencias sociales (análisis de impacto y exploración de respuestas en los ámbitos económico, político o social).

Existen otros indicadores de la dimensión blanda en los que, como resultado de distintos factores con efectos contrapuestos, el impacto neto de la crisis podría ser positivo o negativo. El indicador de la variable de tecnología recoge las patentes orientadas al exterior, que guardan un vínculo con la dimensión comercial y que, por tanto, podrían reducirse. No obstante, al igual que con la variable de ciencia, el comportamiento de las patentes podría también incrementarse por las necesidades de nuevos desarrollos tecnológicos que repercutirán en el incremento de inversiones I+D.

La variable de cultura se encontraría en una situación similar. Medida con los intercambios de servicios audiovisuales, si en los próximos años predominara el repliegue económico en las propias fronteras y la caída del comercio mundial, éste arrastraría también estos intercambios. No obstante, de esta dinámica podrían escapar, concretamente, los intercambios digitales, más aún teniendo en cuenta que el confinamiento mundial ha incrementado el consumo en el domicilio de todo tipo de producciones cinematográficas, series o música.

Por último, en lo que se refiere a la cooperación al desarrollo, distintos gobiernos podrían optar por un aumento de los desembolsos de ayuda al desarrollo, con el objetivo de contribuir a la conservación de los bienes públicos globales, particularmente en materia de salud global, o bien podríamos asistir a una reducción de los mismos en un nuevo contexto de fortalecimiento de identidades nacionales y, con ello, de reducción de los espacios de cooperación multilateral (Olivié, 2020).

(3) ¿Cómo afectará esto al proceso de globalización?

Una forma de aproximarse a la respuesta es calibrando (con todas las cautelas y reservas necesarias) su impacto en el agregado del Índice Elcano de Presencia Global. Para ello, podemos basarnos en el efecto transformador que tuvo en éste la anterior crisis de 2008 (epígrafe 1 de este trabajo) y también las previsiones de impacto de la actual epidemia en las distintas variables y dimensiones del Índice (epígrafe 2).

(3.1) Escenario A: una crisis como la de 2008

Por lo general, los cambios estructurales se ven reflejados en el Índice Elcano de Presencia Global al cabo de dos años, aproximadamente. Téngase en cuenta que la edición 2018 del Índice, publicada en 2019, recoge los datos de las 16 variables disponibles a 31 de diciembre de 2018. Dichos datos suelen hacer referencia generalmente a 2017 o, en algún caso, incluso a 2016. Siendo así, los efectos estructurales de la crisis que se inicia con la quiebra de Lehman Brothers en otoño 2008 se empiezan a observar en la edición 2010 de nuestro Índice, y se extienden hasta mediados de ese decenio.

Si la actual emergencia sanitaria, y sus consecuencias económicas, políticas y sociales tuvieran una magnitud semejante a la de hace una década, cabría prever una variación en el agregado del Índice Elcano de Presencia Global similar a la que tuvo el mismo Índice en el período 2010-2015, en todas y cada una de sus variables y dimensiones (Figura 4).

(3.2) Escenario B: una crisis peor que la de 2008

Algunos analistas prevén unos efectos económicos, políticos y sociales devastadores y más profundos que los que tuvo la crisis de 2008. Si nos situáramos en este escenario, podríamos ver cómo las distintas variables del Índice registran, posiblemente a partir de la edición 2022, el peor valor diferencial posible de los observados para cada uno de los indicadores en el período 2010-2018 (Figura 4).

(3.3) Escenario C; una crisis distinta de la de 2008

Por último, también cabría esperar que esta crisis, con sus particularidades y diferencias respecto de la de 2008, tuviera un comportamiento distinto por variables, tal y como observábamos en el epígrafe anterior.

Éste sería el caso, por ejemplo, de la variable de energía. Tal y como señalábamos, los precios de la energía se sitúan en niveles históricamente bajos y al mismo tiempo se prevé un mantenimiento de las políticas vinculadas al cambio climático, y particularmente del proceso de sustitución de fuentes energéticas fósiles. Cabe más bien esperar un comportamiento de esta variable, dentro de la dimensión económica, similar a la registrada en los últimos años (Escribano y Lázaro, 2020), lo que arrastraría también un comportamiento similar de la variable de bienes primarios. Siendo así, su variación en los próximos años podría situarse en el entorno del -2,6% medio anual, que es el valor promedio registrado en el período 2015-2018 (Figura 5).

Algo similar cabría esperar para la variable de manufacturas, en la dimensión económica, que ya acusaba un enfriamiento del comercio internacional. También sería el caso de las tropas desplegadas y el equipamiento militar en la dimensión militar, que en principio no reaccionarán significativamente a la actual crisis. En la dimensión blanda, este comportamiento cabría ser esperable para la variable de cultura, que podría verse más afectada por una disminución del comercio internacional o, por el contrario, por un incremento del consumo en este tipo de servicios. También en esta última dimensión, podría ser el desempeño de la cooperación al desarrollo, que evolucionará como resultado de la tensión entre la mayor presión para contención de este gasto público, por una parte, y la demanda de una mayor protección de los bienes públicos globales, por otra.

En lo que se refiere a los servicios, podría haber un impacto significativo en el sector turístico, quizá equiparable al peor de los desempeños en el período 2010-2018 (por lo tanto, el mismo registro que en el escenario B), como también ocurriría con otras variables que implican el flujo de personas: las migraciones, el turismo, los deportes y la educación.

Hay un tercer grupo de variables que podrían comportarse en el futuro inmediato de forma similar a cómo lo hicieron en el primer momento post-Gran Recesión (y, por lo tanto, igual que en el escenario A). Éste es el caso de las inversiones, vistas las perspectivas de re-localización de la producción y la sensibilidad de esta variable al comportamiento de los mercados financieros internacionales. En la dimensión blanda podrían seguir este patrón la información (visto el aumento de este tipo de consumo y el crecimiento previsible en la capacidad instalada) y la tecnología y la ciencia (por la que apostaron las grandes potencias que no sufrieron la crisis como buena parte de las economías europeas).

Figura 4. Tres escenarios para la globalización post-COVID19 (%)

Figura 5. Escenario C. Una crisis distinta de la de 2008

Sólo en uno de los tres escenarios, el B, se produciría una des-globalización efectiva, que se daría en todas las dimensiones y, particularmente, en la económica, que se reduciría, para la suma de la presencia económica de los 120 países para los que se calcula el Índice, y respecto del dato más reciente que es el valor del Índice en 2018, en más de 630 puntos (9%). La reducción de la dimensión blanda sería, aproximadamente, de la mitad (10%) y la militar decrecería en menos de 100 puntos (Figuras 6 y 7). El resultado neto sería el de una caída de la presencia global agregada de los 120 países para los que se calcula el Índice de 1.065 puntos en valor índice, o el 8,5% respecto de su valor en 2018, lo que nos devolvería a los niveles de globalización poscrisis.

Si los efectos transformadores fueran similares a los de la anterior crisis (escenario A) habría, de hecho, una continuidad en el proceso de globalización, con incrementos acumulados, sobre todo, en la dimensión blanda (más de 200 puntos en valor índice, más del 6%), y, en menor medida, en la económica (que aumentaría algo menos de 150 puntos, poco más del 2%). Esto es, un aumento de la presencia global agregada de 391 puntos o el 3,1%, sólo 0,7 puntos porcentuales menos que la variación de 2017 a 2018.

Por último, si se diera un escenario diferente, con efectos transformadores diferenciados de esta crisis respecto de la anterior, nos encontraríamos, prácticamente, con un parón de la globalización. Ésta apenas continuaría, con un crecimiento de la presencia global agregada de tan sólo 0,7% (88 puntos en valor índice). Sería el resultado de un mayor dinamismo de la presencia blanda, que se incrementaría en más de 120 puntos (el 3,6%), frente a una dimensión económica en leve retroceso (el -0,5%) y una dimensión militar prácticamente inalterada.

Figura 6. Presencia global agregada, proyecciones por escenarios A, B y C (variaciones en valor índice respecto del valor de 2018). Fuente: elaboración propia en base al Índice Elcano de Presencia Global.

Figura 7. Presencia global agregada, proyecciones por escenarios A, B y C (variaciones en porcentaje respecto del valor de 2018). Fuente: elaboración propia

Conclusiones

Al igual que ocurrió con la crisis de finales de los 2000, la actual tendrá un impacto en las relaciones internacionales. Es previsible también que estos efectos supongan una aceleración de los cambios estructurales que ya se venían dando en el proceso de globalización.

En este sentido, cabe destacar, en cualquiera de los tres escenarios identificados, que a pesar de las previsibles restricciones a los movimientos de personas (que afectarán a las variables de educación, turismo o migraciones), sería la dimensión blanda la que lideraría la globalización, como de hecho ocurrió tras la crisis de 2008. Esto sería así por el esperable dinamismo de las variables de información, tecnología y ciencia, lo que vendría a acrecentar y consolidar la brecha tecnológica entre países y regiones y cómo ésta moldea, de forma creciente, el papel de distintos países o bloques (como China, EEUU y Europa) en la escena internacional.

Iliana Olivié, Investigadora principal y coordinadora del Proyecto Índice Elcano de Presencia Global, Real Instituto Elcano. @iolivie
Manuel Gracia, Investigador, Real Instituto Elcano. @mgraciasn

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