El fin de la legislatura

El título de esta Tercera no es diagnóstico ni pronóstico, es simplemente la constatación de una realidad determinada por el calendario. La duda, la pregunta, radica en la manera, en el cómo se va a producir ese final, bien sea a finales del próximo año o haciéndolo coincidir con la fecha de las elecciones locales y autonómicas, en el caso de que el presidente Sánchez quisiese unir su destino simultáneamente al conjunto de las candidaturas territoriales del 'frente popular' gobernante.

Lo que no está claro tampoco es si este final será el fin del proceso de ruptura, de marcado sesgo cultural e ideológico, que pusieron en marcha en 2004 ETA y Rodríguez Zapatero a través de un acuerdo marco. No está claro por varias causas y razones pero probablemente la primera y más relevante es la transición que está sufriendo la sociedad occidental. Tránsito que en mi opinión, al no haber sido diagnosticado correctamente, sorprende a muchos todos los días, mientras que muchos gobernantes en el mundo están empeñados en dar palos de ciego que agravan más los problemas. Hoy, a grandes rasgos, el mundo occidental produce, en términos políticos y sociales, simultáneamente cuatro transiciones que, obedeciendo a la misma causa, se manifiestan de formas diferentes:

El fin de la legislaturaEn primer término, Estados Unidos transita en la dirección de una extrema y creciente polarización, como nunca aquella sociedad había experimentado tras la II Guerra Mundial.

En segundo, la Unión Europea transita hacia la nada, por falta y olvido de sus fundamentos más profundos, expresándose esta crisis en una multiplicidad, a modo de metástasis, de diferentes y a veces contradictorias Europas, que han conducido al Brexit, a la confrontación interior con los países Visegrado, singularmente Hungría y Polonia, hoy también divididos entre ellos por el gas ruso. Cuando el presidente Macron, en el arranque de la Presidencia francesa, marcó la incorporación del aborto como parte de la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión, eso sí, de la mano con el medio ambiente, expresaba el significado de esa nada.

América del Sur, en tercer lugar, transita hacia fórmulas totalitarias y autoritarias de extrema izquierda, como se ha puesto de manifiesto en Chile y Perú. Además, el mal llamado 'Proceso de paz' en Colombia, rechazado en referéndum, impulsa aún más este tránsito de transformación radical y extrema de aquellas sociedades.

España, en cuarto lugar, hoy también está determinada por otra transición, que se ubica entre el tránsito a la nada de Europa y las fórmulas totalitarias que sufre la América española.

Por todo ello, nadie debería sorprenderse de la brutal e implacable decisión de Putin de una cruel invasión y de la guerra en el corazón de Europa. Huele la debilidad y la decadencia de Occidente porque considera que nuestra civilización es 'de fin de semana', de vacaciones, presidida por un bienestar mal administrado donde se ha despreciado el significado de la trascendencia y de las referencias permanentes. Un modo de vida basado en la comodidad, en el que sólo se buscan nuevos y falsos derechos, habiéndose perdido el significado de la obligación y del bien común, ha entrado en crisis.

Los españoles sabemos por experiencia propia que un proyecto de ruptura social y de España, como es ETA, agredió con especial virulencia en aquel año álgido de 1980 de nuestra Transición democrática.

Las transiciones favorecen y atraen el ataque, la agresión de quienes odian y detestan el significado de los fundamentos que permitieron la existencia de las democracias. Si la Transición se orientó en la correcta dirección de la reconciliación, y pese a ello, sufrió un envite violento y duradero, con más razones nos atacaran cuando este tránsito occidental carece de dirección.

Este es el contexto del final de legislatura de Sánchez, y por ello conviene detenerse en este tránsito español por su singularidad, porque ni está gobernado por una coalición, ni meramente por un gobierno Frankenstein, sino por un 'proceso' y un 'frente popular'. Los procesos como el que nos mal gobierna, no son 'estáticos' ni buscan la estabilidad, sino que poseen un marcado carácter dinámico, pero sin marcha atrás, como los movimientos nacionalistas, que son parte esencial de él.

Este proceso se agudiza y radicaliza en el final, tratando desesperadamente de no perder el poder. Los frentes, como los procesos, nunca buscan el bien común, sino su propia justificación, desde la confrontación, la separación, y con medidas cada vez más escandalosas y que por ello, hacen olvidar las anteriores. Lo único que necesitan es la eliminación de los límites legales, democráticos, éticos, para su avance. Van a tratar sin pudor de acrecentar el asalto a todas las instituciones de carácter privado y público que estén fuera del 'frente'. No es una novedad, lo están llevando a la práctica, pero la Justicia, el CGPJ y el TC son sus piezas más codiciadas. Mañana será la Corona, hoy no es urgente. Y siempre, la Iglesia como institución culpable por antonomasia, porque se atreve a defender una verdad absoluta.

Los procesos no tienen el objetivo ni la función social de resolver los problemas a la gente, porque su naturaleza, para lo que sirven, es radicalmente diferente. No es una casualidad que siempre los empeoren. Para no perder el poder, para dar satisfacción a sus auténticos aliados, en primer término siempre ETA, y luego ERC, esto es, la extrema izquierda vasca y catalana, están obligados a acentuar una irrefrenable tendencia autoritaria de carácter totalitario.

Nos espera un final de legislatura abrupto, aprovechando el hecho de que la sociedad prefiere alejarse de la verdad y se encuentra adormecida y anestesiada, mucho más preocupada por el dinero y el bienestar material personal. La moción de censura del año 2018 fue una burda patraña, un pretexto para dar continuidad al acuerdo marco ETA-Zapatero del año 2004. Y tampoco olvidemos que la banda pretende gobernar el País Vasco en 2024, mientras que ERC llevaría a efecto un 'frente popular' catalán, ambos a la luz del día, no gobernando el proceso a la sombra, como hoy, y que para todo ello, necesitan mantener a Sánchez en el poder como sea.

Por todo ello, lo más urgente, especialmente para los partidos fuera del frente, es que sean capaces de recuperar el valor de la verdad de lo que hemos vivido en estos años. Que sean capaces de ofrecer un diagnóstico. Lamentablemente, el proceso descrito ha producido una definitiva metamorfosis del PSOE, lo contrario que en ETA, que no ha cambiado su proyecto. La gran cuestión es si los demás somos capaces entre todos de poner en marcha un proyecto político y cultural que entierre el actual de ruptura, envuelto eso sí, en el cinismo y en la mentira, de modo y manera que sea conocido por la sociedad, para que pueda sustituirlo en las urnas al final de esta legislatura.

De otro modo, se acelerará la transformación social en las bases más profundas de nuestra sociedad, tanto en la dimensión antropológica de la persona como en la educación, en la ingeniería social, en el asalto a las instituciones, incluso hasta en la corbata. Una sociedad, un orden social reemplazado por un implacable desorden social.

Jaime Mayor Oreja es miembro impulsor de NEOS.

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