¿Puede erradicarse la pobreza extrema? Sí. Las cifras globales que se revisan cada año por estas fechas no acompañan esta rotunda afirmación, pero la aplicación práctica del desarrollo sostenible demuestra que con las políticas sociales y económicas adecuadas es posible avanzar hasta lograrlo.
La mitad de la población mundial vive con menos de dos euros al día, de los cuales más de 1.000 millones lo hacen con apenas un euro al día. Y de ellos, uno de cada cuatro, 300 millones de personas, sobreviven en la India.
Entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) la erradicación de la pobreza es el reto principal, un fin que coincide con la filosofía de la Fundación Vicente Ferrer (FVF). La pobreza es la violación más grande de los Derechos Humanos, afirmaba Vicente Ferrer. Desde hace décadas, la FVF trabaja en los estados de Andhra Pradesh y Telengana, junto a las comunidades más desfavorecidas por el sistema de castas, para lograr la erradicación de la pobreza extrema. La lucha podría resumirse en que la pobreza deje de ser hereditaria, en romper el círculo vicioso que condena a los que menos tienen, trabajando en el potencial humano de los que están dispuestos a cambiar su presente. Estamos concluyendo una década en la que las crisis económicas han aumentado las cifras de pobreza y vida indigna en países desarrollados europeos, un periodo en el que la necesidad extrema se ha reducido como se apunta en el informe «Pobreza y Prosperidad Compartida» del Banco Mundial, pero no los niveles de desigualdad que no auguran un reequilibrio social hasta al menos el 2030.
«Poner fin a la pobreza extrema no es un sueño. Es una realidad posible. Hay esperanza». Esto lo decía mi padre con una convicción que mantenemos en la FVF porque ahora ya estamos comprobando, en la cotidianidad de las familias, en el acceso a derechos básicos como el agua, el alimento y la vivienda, que existe un camino para vencer la lacra de la pobreza.
El mensaje que lanza este año la Plataforma Pobreza Cero, al que se suma la FVF, es «No dejar a nadie atrás», basándose en derechos básicos a los que todavía no tienen acceso demasiadas personas. Un lema que coincide plenamente con la idea de Vicente Ferrer: «O nos hundimos todos o nos salvamos todos». Algunas de las razones por las que debemos revelarnos a la normalización y compasión con la que se habla de la pobreza se resumen en que seis millones de niños mueren al año antes de cumplir los cinco años, más de 200 millones de personas no tienen trabajo, 2.600 millones tienen dificultades para acceder a electricidad y un número similar carece de acceso a un sistema de saneamiento. Por otro lado, cada año se tiran 1.300 toneladas de comida y el 40% de los océanos del mundo está contaminado y sobreexplotado.
Trabajamos en un país, la India, que según el índice de Pobreza Multidimensional (que sustituye al índice de Pobreza Humana) concentra en ocho estados más personas necesitadas que los que habitan en los 26 países africanos más pobres del continente. La activista y filósofa Vandana Shiva lleva años alertando de que «quienes producen la comida son los que más hambre pasan».
En la India estamos comprobando que el objetivo de lograr que los pobres dejen de pasar hambre es factible, nosotros estamos contribuyendo a que esto ocurra en los estados de Andhra Pradesh y Telangana y por eso decimos con determinación que si se puede en la India, es posible hacerlo en cualquier parte del mundo.
Sin restar importancia a las cifras, que nos permiten evaluar si se avanza en lo cuantitativo y poner el acento con datos precisos en que la lucha contra la pobreza es una necesidad, hay que seguir trabajando porque en la India mueren 66 recién nacidos por cada mil nacimientos, el PIB per cápita es de 1.421 euros y la mitad de la población depende de la agricultura (es decir, de la sequía y la dificultades meteorológicas), frente al 22% que trabajan en el industria y el 29% en el sector de servicios. La India está creciendo, demostrando su potencial humano, pero es necesario impulsar un cambio interno que garantice el bienestar de más de mil millones de personas. Una tarea a la que la FVF se suma desde el convencimiento de que con el trabajo en común constante de todos, lo conseguiremos.
Vicente Ferrer nos enseñó que «el reto más grande la sociedad es la erradicación de la pobreza. Éste es el deber de la humanidad».
Moncho Ferrer Perry, Director de Programas de la Fundación Vicente Ferrer.