El futuro de Iberia

El escritor inglés Samuel Johnson dijo hace más de 200 años «el patriotismo es el último refugio del bribón». Personalmente, en mi propio país, siempre que veo ondear nuestra bandera nacional frente a temas bastante complejos me entran serias dudas. Últimamente hemos visto ondear la bandera nacional de España sobre el tema de la fusión entre Iberia y British Airways. Se nos quiere hacer pensar que la empresa que ha resultado de dicha fusión, IAG, es una conspiración británica contra la línea de bandera de España.

Al ofrecer mis propios comentarios sobre el tema ruego a los lectores tener en cuenta que durante mi vida activa en la política británica mis enemigos políticos me llamaban «el Diputado por Madrid», ¡cosa que yo consideraba un halago! La España que yo conocí de niño –allá por los años 50– vivía todavía bajo la sombra de la generación del 98. Se me quedó grabado ese terrible verso del poeta Machado hablando de un país «envuelto en sus andrajos / desprecia cuanto ignora». Incluso hoy queda algún residuo de esa España miserable y me sorprende siempre cómo, frecuentemente, una conversación entre amigos españoles degenera rápidamente en severas críticas a su propio país.

Pero creo que lentamente los españoles se están dando cuenta de que España no es el desastre que creían sus padres y sus abuelos. ¡Ya era hora! La entidad Marca España nos está recordando que en los últimos 30/40 años España se ha situado como uno de los líderes mundiales en infraestructuras, que compañías españolas participan en proyectos en más de 90 países en cinco continentes, es el número uno europeo en energía eólica, tiene la primera empresa mundial de moda, Inditex, dos de los primeros bancos mundiales, Santander y BBVA, y, por si fuera poco, el segundo idioma más hablado del mundo libre y el Business School número uno de Europa. La España miserable de Machado ya es historia.

Hoy día es un tópico hablar de un mundo globalizado. Es un hecho que uno de los principales desafíos con los que se enfrentan las naciones soberanas en el siglo XXI es identificar aquellos temas donde, compartiendo nuestra soberanía con otros países, podemos defender mejor nuestros intereses y nuestros valores. Y todo ello sin perder ese sentido de pertenencia y cohesión social que da la Nación. De eso se trata la Unión Europea –buscar el equilibrio entre compartir soberanía y no perder los valores patrios.

El tema de la globalización es especialmente relevante en el mundo empresarial. Toda empresa que, en su día, perteneció al Estado tiene lo que se llama un legado. Deshacerse de ese legado –absolutamente necesario para competir en un mercado global– es complicado y controversial. British Airways lo ha vivido en sus propias carnes. Cuando se privatizó la compañía tenía 65.000 empleados. Hoy tiene 35.000. Hubo huelgas intensas y duraderas. La empresa tuvo que cerrar rutas culturalmente significativas, vender su negocio regional en Manchester y cerrar muchas rutas domésticas con gran controversia política. ¿Les suena? Hoy en día BA esta creciendo y bien preparada para competir globalmente con los «low cost». Y esa es la ambición que tiene IAG para Iberia.

Cuesta creer que en una empresa española -IAG está registrada en Madrid-, presidida por un empresario español de primera fila, donde seis de los consejeros son españoles, cuatro británicos, un irlandés, un francés y dos americanos, y cuyo consejero delegado es Irlandés, se fomente una conspiración británica contra un socio español que aportó el 46 por ciento del capital en la fusión. Más bien pienso que la ambición de IAG es apoyar a Iberia mientras la compañía descarta los últimos residuos de su herencia estatal y aprovechar los méritos de Iberia para situar a IAG en posición de competir en uno de los mercados más globales y competitivos del mundo.

Antes de la fusión, BA era el número 8 del mundo en número de asientos vendidos. Iberia no se encontraba entre los primeros 20. La combinación de los dos ya figura como número seis global. Y estoy seguro que seguirán subiendo conforme Iberia vaya enfrentando sus desafíos con éxito. La realidad es que las líneas aéreas que no se enfrentan con su legado (como hizo British Airways en su día y como está haciendo Iberia hoy) o se hunden, como está pasando con Alitalia, o quedan como perfectos blancos para una OPA hostil de un competidor que no tendría para nada el interés mutuo que tienen los socios de IAG.

El mismo Dr. Johnson que se pronunció tan tajantemente contra lo que hoy llamaríamos patrioterismo también dijo en otra ocasión: «Pocas cosas son imposibles ante la diligencia y la capacidad profesional. Los grandes logros se consiguen no con fuerza sino con perseverancia». Yo tengo fe en la diligencia y la perseverancia de quienes dirigen esta alianza Hispano Británica entre British Airways e Iberia. Estoy seguro de que colocarán a nuestros dos países en la primera fila de la Industria Global de la Aviación Civil.

Tristan Garel-Jones fue durante doce años consejero de Iberia nombrado por British Airways.

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