El futuro de la cooperación en el Sahel

Cuando los cooperantes recorrían la carretera de Nuadibú a Nou- akchott, no hace más de dos o tres años, al único peligro al que se enfrentaban era a un accidente de coche. Atravesar aquella carretera era una rutina para cualquiera de las ONG que trabajaban en Mauritania. Ahora el país se ha convertido en otro más, uno más, donde los cooperantes tienen que dedicar casi más tiempo a su seguridad que al trabajo humanitario.

El secuestro de los tres integrantes de Barcelona Acció Solidària ha confirmado lo que muchos no querían ver, incluso tras los secuestros de occidentales o el atentado contra la Embajada de Francia en Nou- akchott: que el terrorismo en esa zona es una amenaza importante para la seguridad regional e internacional. Un riesgo frente al que Estados Unidos había tomado las primeras iniciativas creando el Africom, esfuerzo secundado posteriormente por la Unión Europea con la Iniciativa Sahel, sobre seguridad en la región.

No cabe duda de que la amenaza terrorista es alta y que se incrementa progresivamente. Existe una serie de factores que hacen temer que esa región geoestratégica pueda convertirse no sólo en una zona de refugio, sino en un área importante de redespliegue de la red de Al Qaeda, a través de su franquicia Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI). Es ésta una organización terrorista de carácter transnacional que se caracteriza por sus ofensivas en Argelia y en otros países magrebíes y sahelianos, e incluso también por acciones preparatorias de financiación o logística en Europa, incluida España, donde ya han sido desarticuladas células de este grupo.

España continúa en el punto de mira de Al Qaeda. El pasado diciembre Aymán Al Zawahiri, número dos de la red terrorista, en un vídeo dirigido a AQMI en Al-Sahab, reiteraba que no serán capaces de reconquistar Al Andalus «sin desinfectar el Magreb de españoles y franceses». Y para que no quedaran dudas, en la grabación aparecen imágenes de la Mezquita de Córdoba y de la Alhambra.

El Sahel es un área geográfica extensa que comprende siete países, entre ellos, Malí, Níger, Chad, y Mauritania, situados en los últimos puestos en la clasificación del índice de desarrollo humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. La pobreza, la carencia de oportunidades y de servicios básicos, justifican la implementación de programas de cooperación al desarrollo tanto de organismos multilaterales como de agencias de cooperación como la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo.

De nuevo, ahora en esta zona, se pone de relieve la importancia del binomio seguridad y desarrollo, plasmado por el anterior secretario General de la ONU, Kofi Annan, en su informe de 2005 Un concepto más amplio de libertad: desarrollo, seguridad y Derechos Humanos para todos, y en el que se decía: «No tendremos desarrollo sin seguridad, no tendremos seguridad sin desarrollo y no tendremos ni seguridad ni desarrollo si no se respetan los derechos humanos».

Durante estos días ha habido voces que han reflexionado sobre la oportunidad de mantener, en estas circunstancias, la cooperación al desarrollo en el Sahel. Frente a ello, la llegada a su destino de la caravana de Barcelona Acció Solidària les ha dado la respuesta. Hay razones de sobra por las que no sería adecuado suspender la cooperación. Una de ellas, el proceder la amenaza de un grupo muy reducido: la mayoría de la población local está al margen y en total desacuerdo con estas acciones. Además, puede ser incluso contraproducente retirar la ayuda, ya que factores como la pobreza y la exclusión pueden crear condiciones favorables para la propagación de ideologías extremistas. Sin contar con que la carencia de medios de subsistencia impulse a algunos a colaborar con los terroristas, al permitirles obtener ingresos fáciles. Por ello, la cooperación al desarrollo no debe estar en riesgo, sino mantenerse e incluso incrementarse. En cualquier caso, es necesario reforzar los sistemas de seguridad de las organizaciones, analizar los riesgos y adoptar las medidas de seguridad que permitan a los cooperantes desarrollar su trabajo con plenas garantías.

Para crear ese marco adecuado de seguridad que los cooperantes requieren, es necesario fortalecer e incrementar la cooperación en materia de lucha contra el terrorismo. Las líneas de intervención son extremadamente amplias, pues deben abarcar actividades de fortalecimiento de la gobernabilidad, la mejora de la capacidad de los Estados en materia de seguridad y justicia, así como acciones que contribuyan a minimizar y prevenir la radicalización y el reclutamiento terrorista. Es preciso apoyar la capacidad de lucha contra el terrorismo de los países de la región y reforzar a la Unión Africana y a la Comunidad Económica de Estados de África Occidental, instituciones clave en materia de seguridad regional.

España desarrolla una importante cooperación bilateral con varios países del área en materia de lucha contra el terrorismo, como queda reflejado en el Plan África 2009-2012, a través del apoyo a las actividades de la Oficina de Naciones contra la Droga y el Crimen y de la contribución al Centro Africano para el Estudio y la Investigación sobre Terrorismo de la Unión Africana.

En conclusión, la cooperación, la ayuda al desarrollo y en materia de seguridad, son fundamentales para disminuir la inestabilidad en la región. Sólo así será posible prevenir secuestros como los que ahora están sufriendo seis ciudadanos europeos, que anteriormente padecieron otros occidentales.

Luisa Barrenechea, consultora en Cooperación Internacional y colaboradora del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria.