La reunión del G-7 de esta semana en Schloss Elmau en los Alpes Bávaros marcó un avance importante en la política para el cambio climático. Las siete economías de mayores ingresos (Estados Unidos, Japón, Alemania, el Reino Unido, Francia, Italia y Canadá) tomaron la decisión revolucionaria de descarbonizar sus economías durante este siglo.
Por primera vez en la historia, las principales economías ricas han llegado a un acuerdo sobre la necesidad de poner fin a su dependencia de los combustibles fósiles. La canciller alemana, Angela Merkel, el presidente estadounidense, Barack Obama, y los otros líderes del G-7 estuvieron a la altura de las circunstancias y merecen una fuerte aprobación global.
El avance histórico quedó registrado en el comunicado final del G-7. Primero, los países del G-7 subrayaron la importancia de mantener el calentamiento global por debajo de 2° Celsius (3,6° Fahrenheit). Esto significa que la temperatura promedio de la Tierra debería mantenerse dentro de los 2°C de la temperatura promedio que prevalecía antes del inicio de la Revolución Industrial (aproximadamente antes de 1800). Sin embargo, el calentamiento global hasta la fecha ya ronda los 0,9°C –casi en la mitad de camino hasta el límite superior.
Luego, los líderes del G-7 hicieron algo sin precedentes. Reconocieron que para mantener el calentamiento global por debajo del límite de 2°C las economías del mundo tenían que terminar con su dependencia de los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural).
Actualmente, alrededor del 80% de la energía primaria a nivel mundial proviene de combustibles fósiles, cuya combustión emite cerca de 34.000 millones de toneladas de dióxido de carbono. Este nivel de emisiones, si continuara en décadas futuras, llevaría las temperaturas muy por encima del límite superior de 2°C. De hecho, con un uso creciente de la energía a nivel global, la continua dependencia de los combustibles fósiles podría elevar las temperaturas entre 4 y 6°C, lo que conllevaría consecuencias potencialmente catastróficas para la producción global de alimentos y generaría mayores niveles de los océanos, megasequías, inundaciones importantes, olas de calor devastadoras y tormentas extremas.
La ciencia es más clara de lo que a muchos políticos les gustaría. Para que la humanidad tenga una posibilidad "probable" (al menos dos tercios) de permanecer por debajo del umbral de 2°C, una pequeña reducción de las emisiones de CO2 no será suficiente. En verdad, las emisiones tendrán que caer a cero más avanzado este siglo para frenar cualquier aumento adicional de la concentración atmosférica de CO2. En otras palabras, la economía mundial debe "descarbonizarse".
El avance en la cumbre del G-7 fue que los siete gobiernos reconocieron esta realidad y declararon que el límite de 2°C requiere la "descarbonización de la economía global en el transcurso de este siglo". El G-7 finalmente manifestó con claridad lo que los científicos han venido reclamando durante años: la humanidad no sólo debe reducir sino poner fin a las emisiones de CO2 provenientes de combustibles fósiles este siglo.
La descarbonización es factible, aunque de ninguna manera sencilla. Depende de tomar tres medidas fundamentales. Primero, debemos volvernos más eficientes en materia de energía, por ejemplo, a través de diseños de edificación modernos que reduzcan las necesidades de calefacción, refrigeración y ventilación con un alto consumo de energía. Segundo, debemos producir electricidad con fuentes de energía eólicas, solares, nucleares, hidroeléctricas, geotermales y otras fuentes libres de carbono, o capturando y almacenando el CO2 producido por los combustibles fósiles (un proceso conocido como CCS, por su sigla en inglés). Tercero, debemos pasar de los combustibles fósiles a la electricidad (o hidrógeno producido por electricidad libre de carbono) o en algunos casos (como la aviación) a biocombustibles avanzados.
La parte difícil es la implementación práctica a gran escala de conceptos amplios de manera tal que no perturbe nuestra economía mundial dependiente de energía y no cueste una fortuna. Pero cuando computamos estos costos, debemos tener en mente que el cambio climático desenfrenado impondría los mayores costos de todos.
Para tener éxito, necesitaremos varias décadas para convertir las centrales eléctricas, la infraestructura y los edificios existentes a tecnologías bajas en carbono, y tendremos que mejorar incluso esas tecnologías, ya sea células solares fotovoltaicas, o baterías para almacenamiento de energía, o CCS para almacenar CO2 de manera segura, o centrales eléctricas nucleares que se ganen la confianza de la población. El G-7, particularmente, se comprometió a "desarrollar e implementar tecnologías innovadoras en la carrera para una transformación de los sectores energéticos para 2050" e invitó "a todos los países a sumarse a nosotros en este emprendimiento".
Este proceso global de descarbonización será largo y complejo, y requerirá hojas de ruta detalladas con rediseños periódicos a medida que evolucionen las tecnologías. Aquí también el G-7 hizo un avance histórico al declarar su voluntad de "desarrollar estrategias nacionales bajas en carbono a largo plazo" para llegar a un futuro descarbonizado. La Red de Soluciones para el Desarrollo Sustentable de las Naciones Unidas (SDSN por su sigla en inglés), que dirijo en nombre del secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, ha venido trabajando en estrategias hipocarbónicas de este tipo para los principales países emisores en un proyecto llamado "Rutas hacia una Descarbonización Profunda".
Por supuesto, la declaración del G-7 es sólo una declaración, y todavía no incluye los compromisos de muchos de los países que más emiten CO2 en el mundo, incluidos China, India y Rusia. Aun así es un paso crucial que alentará enormemente a otros países a participar también en una descarbonización profunda, especialmente en vista del compromiso del G-7 para acelerar el desarrollo de tecnologías mejoradas bajas en carbono.
El desenlace de la reunión del G-7 es un buen augurio para un acuerdo global sólido sobre cambio climático cuando los 193 estados miembro de las Naciones Unidas se reúnan en París en diciembre para sacar adelante un acuerdo climático verdaderamente global. Los países del G-7 todavía no han asegurado un resultado exitoso en la reunión de París, pero han dado un paso importante para alcanzar ese objetivo.
Jeffrey D. Sachs, Professor of Sustainable Development, Professor of Health Policy and Management, and Director of the Earth Institute at Columbia University, is also Special Adviser to the United Nations Secretary-General on the Millennium Development Goals. His books include The End of Poverty, Common Wealth, and, most recently, The Age of Sustainable Development.