El gran enfermo de Europa

Cara al debate de política general, ZP se las prometía muy felices. La victoria de los futbolistas en el campeonato del mundo le permitía la foto con los jugadores. Sus ministros más incompetentes ya anunciaban el porcentaje de incremento del PIB que representaría el consumo de cerveza y la euforia de las masas enfervorizadas a la hora de tomar decisiones económicas después del gol de Iniesta. Recordemos ahora que la mayor parte de los bancos comerciales han puesto a la venta sus reservas de oro, que incluso un técnico bien preparado como Solbes cometió el error de precipitarse a hacer lo mismo dos años antes de lo necesario y a un precio ridículamente inferior. O hagamos memoria de aquellas consignas gubernamentales de comer conejo o de no comprar productos extranjeros. Y, por último, evoquemos las que la ministra Salgado realizaba después de la visita a Londres, diciendo que en aquellos tres días había aprendido mucho. Es cierto que la sinceridad siempre es de agradecer, pero algunos cargos hay que confiarlos a personas ya capacitadas. En todo caso, la vicepresidenta segunda descubrió la existencia del fondo Pimco, primer especialista mundial en colocación de emisiones de deuda pública. Y parece que la gestión sirvió de algo, porque a pesar del aumento del diferencial con los bonos alemanes, que nos han encarecido las operaciones, de momento se han ido cubriendo las necesidades.

Curiosamente, el Gobierno no ha presumido aún de este resultado, posiblemente porque sabe que no es un indicador de confianza, sino la consecuencia de una presión concertada de los países líderes de la UE y de EEUU. El pasado lunes, por ejemplo, China, el primer país del mundo en volumen de reservas, compró 1.000 millones de euros de bonos españoles, después de unos meses de ausencia en los mercados de los países meridionales o periféricos de la zona euro. La operación la realizó Safe, administración estatal de moneda extranjera. El intermediario Pimco comentó que era un voto de confianza en el euro, se dijo que China no rescataba a España, sino a la UE. Y la cosa tiene su importancia, porque Asia está recuperando su posición en el mundo. Según Angus Maddison, (que murió el pasado abril y que había calculado incluso un PIB mundial de 105.400 millones de dólares en el año uno de la era cristiana), durante 18 de los últimos 20 siglos, Asia representó más del 50% de la producción global. O bien, si prefieren la instantánea presente, 4 de los 10 primeros bancos mundiales son estatales y chinos y uno de ellos, el Agrícola, que acaba de sacar a bolsa una parte del capital, tiene 320 millones de clientes y 441.000 empleados.

Sin embargo, Jacques Cailloux, economista del RBS, opina que, a medio plazo, España lo va a tener muy difícil para recuperar la confianza en la solvencia de su sistema financiero. Necesitará 140.000 millones de euros de capital adicional. Pero, de momento, parece que, tal como se ha hecho aparentemente con Caja Madrid, el FROB infravalora las necesidades reales de las entidades financieras. The Economist ha titulado dos artículos de forma preocupante. El primero, en el mes de marzo, era El síndrome de mañana, que hacía referencia a unas declaraciones de Artur Mas que acusaban al Gobierno central de no tener el valor necesario para adoptar las medidas necesarias. El segundo, del mes de mayo, decía España no funciona y afirmaba que no hay fútbol que pueda disimular el coste y el precio cada vez más elevados de obtener crédito en el exterior. En realidad, las necesidades son tan grandes que solo el EFSF (fondo europeo de estabilización financiera) las podría asumir. Solo a partir de los primeros 50.000 millones de euros los bancos españoles podrían ir a pedir fondos por su cuenta.

El experto Cailloux no quiere ni pensar en la eventualidad de un credit event que significara un recorte del 30% de la deuda soberana española, porque la repercusión sería de 400.000 millones aquí y 1,3 billones de euros en el resto de la zona euro. Estamos hablando del 40% y del 15% de pérdidas financieras respectivas, o sea, de una auténtica catástrofe. Aparte del impacto financiero, en términos reales de producción sería en España de 10 puntos y en el resto de la eurozona de un 1%. Es, por tanto, ineludible la intervención del poder público y un stress test o prueba de los bancos y las cajas que tenga la necesaria credibilidad. Vemos, pues, que el Banco de Pagos Internacionales de Basilea ya ha comprado 346 toneladas de oro en operaciones swap, o sea, con opción a recompra. O también que los que confiaban en el euro como equivalente del marco alemán se van al franco suizo. Nos conviene, naturalmente, portarnos bien, hacer los deberes que nos imponen los países más importantes y, ante todo, evitar que hagan un cortafuegos y nos dejen fuera a la intemperie. Y recordar lo que es aplicable a los gobernantes: «No deberías haber envejecido antes de ser sabio» (Rey Lear. Shakespeare).

Francesc Sanuy, abogado.