El hombre de Bin Laden en Madrid

Por José María Irujo (EL PAÍS, 02/03/05):

Mustafá Setmarian Nasar, alias Abu Musab al Asuri, 47 años, el fundador de la primera célula de Al Qaeda en España y uno de los hombres más buscados del planeta, permanece escondido junto a Osama Bin Laden y su lugarteniente egipcio, Ayman al Zawahiri, en una zona fronteriza entre Afganistán y Pakistán, fuera del control de las autoridades afganas, según asegura un responsable policial español experto en terrorismo islamista. Las informaciones obtenidas por el Ejército norteamericano en los interrogatorios a presos talibanes en Guantánamo (Cuba) apuntan en esa dirección. "Creemos que está muy cerca de estos dos personajes y del mulá Omar. Probablemente en las montañas y en una zona de dominio talibán. Eso es lo único que sabemos por ahora", responde lacónico. Elena M., la mujer española de Setmarian y sus tres hijos, han sido localizados en Kuwait, país al que entraron de forma clandestina y de donde serán expulsados, según señalan fuentes oficiales.

La policía española investiga si Mustafá y su importante red de islamistas radicales en España prestaron algún apoyo a la cumbre que Mohamed Atta y Ramzi Binalshibh, el autor y el coordinador del 11-S, celebraron en Tarragona semanas antes del ataque terrorista. También si tuvo algo que ver con "con la ideación, preparación y ejecución" de la matanza del 11-M, según señala un escrito de la fiscal de la Audiencia Nacional Olga Sánchez. Pero hasta ahora no se han logrado "evidencias" de su participación en estos hechos, según asegura un informe policial reservado, fechado el pasado 13 de enero. Setmarian pertenece al consejo o shura de Al Qaeda desde 1988 como emir del grupo de sirios asociados a esta organización terrorista.

Los que trataron a Setmarian durante su estancia en España, en los años ochenta y noventa, nunca imaginaron que este sirio nacionalizado español, de "cabello pelirrojo, 1,70 de altura, ojos verdes, barba de elegante corte, tez clara y aspecto occidental", así se le define en los informes de la Unidad Central de Información Exterior de la policía, iba a llegar hasta la cúpula de Al Qaeda, una estrecha pirámide, hoy hecha pedazos, en la que caben muy pocos.

Pero el interés de todos los servicios de inteligencia del mundo por este personaje, su implicación en las actividades de esta organización terrorista en España y la sospecha de que pudo tener alguna relación con el 11-M y los atentados de Casablanca lo han convertido en uno de los trofeos que la Central Inteligence Agency (CIA) quiere capturar para desvelar los misterios que todavía rodean a Bin Laden.

Cualquier persona que comunique con la oficina Recompensas para la Justicia en Washington, por correo electrónico a mail@rewardsfor o por teléfono al 1 (800) 877-3927, y facilite una información que logre su captura recibirá cinco millones de dólares. Es la cifra que el pasado 18 de noviembre ofreció Colin Powell, ex secretario de Estado norteamericano, por la captura de Setmarian. Lo anunció Adam Erili, viceportavoz del Departamento de Estado: "Powell ha autorizado la recompensa para alentar a quienes tengan información con respecto a Mustafá Setmarian a que la proporcionen. Exhortamos a cualquiera que tenga información sobre su ubicación a que comunique con nosotros". Fuentes de dicha oficina aseguran que ya han recibido varias llamadas.

Mustafá Setmarian, nacido en Alepo (Siria) e hijo de un maestro de escuela, llegó a España a principios de los años ochenta. Entonces tenía veintitantos años y pertenecía a los Hermanos Musulmanes, grupo islamista fundado en Egipto en 1928 por el profesor Hassan al Banna bajo el lema "el islam es la solución". Los seguidores de esta corriente fueron perseguidos en Siria y se exiliaron a Jordania. Centenares eligieron España como refugio.

El joven pelirrojo hizo su primera gestión de extranjería el 11 de marzo de 1986, pero antes vivió en Madrid durante varios años de manera ilegal. Tenía un puesto de objetos árabes e indios en el Rastro, viajaba a Pakistán y Afganistán, donde pasaba largas temporadas, y acudía a la mezquita de Abu Baker, en el número 7 de la calle Anastasio Herrero, en el céntrico barrio de Tetúan. El imán Riay Tatary, otro sirio afincado en la capital, le recuerda bien. "Le saludé varias veces. Era muy religioso y se acordaba de memoria de frases completas de mis discursos. Creo que entonces ya era una persona radical y exaltada. Se le notaba".

En 1987, la joven madrileña Elena M., que entonces tenía 23 años, se decidió a presentar a Mustafá a sus padres, un ama de casa y un trabajador de fábrica. Este último acababa de descubrir a la pareja paseando de la mano. "¿No decías que sólo era una amistad?", bromeó a su hija. Se habían conocido en la Escuela Oficial de Idiomas, donde la chica estudiaba filología inglesa y alemán. Los dos querían comunicarles su relación. "Cuando conoció a Elena le dijo que estudiaba Ciencias Políticas y que iba para diplomático", relata un familiar.

Aquella visita a un sencillo piso sin ascensor en el barrio madrileño de Moratalaz fue el inicio de una difícil y tensa relación entre los padres de la joven y el islamista radical. "¿Una cerveza?, ¿Un vino?". "No, yo no bebo, ni fumo. Me he quitado el tabaco y el whisky. Un buen musulmán no debe fumar ni beber", respondió Mustafá.

Los padres asimilaron la unión a regañadientes por el amor que la española profesaba al sirio, pero muy pronto surgieron los encontronazos. "¡Tú hija ya estudiaba el islam antes de conocerme!", le espetó un día Mustafá al padre de la joven. "Eso es mentira. Mi hija era agnóstica y de izquierdas. Tú la has metido en esto", le respondió malhumorado éste.

Elena es una mujer guapa e inteligente. Entonces compaginaba sus estudios de idiomas, para los que tiene facilidad, con un trabajo como ayudante de odontólogo. Pero la relación con Mustafá cambió su vida por completo. Dejó a sus antiguos amigos, aprendió árabe y cubrió su cabeza con un pañuelo. Un proceso rápido y similar al de otras españolas que acabaron casándose con los militantes de la célula de integristas radicales cuya semilla plantó entonces Setmarian.

En octubre de 1987, muy poco tiempo después de conocerse, la pareja volvió a visitar el piso de Moratalaz. Ella llevaba un cajita con la joya que el sirio le ofrecía por su boda. "¡Mira lo que me ha regalado Mustafá", dijo Elena a sus padres. La noticia cayó como una bomba en la familia. Sólo la madre mostró comprensión hacia el amor de su hija. Elena se casó días después en una mezquita de Madrid sin la compañía de sus padres. "No sabemos dónde se casó. No tenemos ni idea", asegura un familiar. "Me extrañó que se casara tan pronto. La gente muy religiosa se aleja siempre de las mujeres", dice el imán Tatary refiriéndose a Mustafá.

El 23 de octubre de ese mismo año Setmarian obtuvo la nacionalidad española gracias a su matrimonio. A partir de ese instante, su DNI, 50852875, un pasaporte nacional y su aspecto occidental "le facilitaron en gran medida sus desplazamientos por Occidente", según señala un informe policial. ¿Se casó Mustafá por interés o por amor? A radicales islamistas como Rabei Osman, El Egipcio, presunto inductor del 11-M, se les han intervenido conversaciones en la que aseguran que el Corán permite casarse con infieles para obtener papeles y trabajar por la yihad, pero personas cercanas a la pareja aseguran que Setmarian parecía "ensimismado" por Elena. "Mire. No quiero que a su hija le falte de nada", le dijo Mustáfa a su suegro al abrir dos frigoríficos llenos de carne en su casa de la calle León Felipe en Madrid.

La relación entre Setmarian y el padre de Elena fue al principio tan difícil que este último conoció a su primer nieto en 1990, cuando la joven paseaba con el niño y su madre por un parque. Era una de sus visitas a espaldas del abuelo, que siguió sin aceptar la unión de su hija con el sirio. Luego, el trato se apaciguó poco a poco, pero con constantes desavenencias. "¡No le darás cerdo a mi hijo a mis espaldas", le reprochó el sirio a su suegro una de las pocas veces que acudió el matrimonio a una celebración familiar.

Los Setmarian dejaron Madrid y se trasladaron a Granada durante dos años. Allí Mustafá montó una tienda de ropa en la calle Elviria y conoció a Taysir Alouny, otro sirio y miembro de los Hermanos Musulmanes, que entonces trabajaba en la agencia Efe como traductor del servicio de árabe. Se instalaron en un chalet alquilado en Alcafar, una localidad próxima, y montaron máquinas de coser en los sótanos. El comerciante quería fabricar su propia ropa. Un proyecto que no prosperó. Desde allí viajaron a Jordania a visitar a los padres de Mustafá para que conocieran a Elena porque éste no podía entrar en el país. "Decía que no podía regresar porque no había hecho la mili", relata un familiar. Un argumento que utilizan con frecuencia los militantes de los Hermanos Musulmanes.

Cuando regresaron de nuevo a Madrid, los agentes de la Unidad de Asuntos Árabes e Islámicos de la policía ya los estaban vigilando. A ellos, a Alouny y a Imad Eddin Barakat, Abu Dahdah, otro militante de los Hermanos Musulmanes refugiado en España y casado con una madrileña. A espaldas del imán Tatary repartían propaganda de Hamás, el GIA, Al Qaeda y otros grupos en la mezquita de Abu Baker y enviaban a islamistas radicales a campos de entrenamiento militar en Bosnia, Chechenia y Afganistán. Todos sus teléfonos ya estaban intervenidos por orden del juez Baltasar Garzón.

El 26 de junio de 1995 la policía filmó en vídeo a los Setmarian cuando abandonaban España en dirección a Londres. Varios miembros la célula les ayudaron en la mudanza y Osama Darra, uno de los futuros muyahidin, se quedó con la furgoneta del sirio. Abu Dahdah acompañó a la pareja hasta la capital inglesa, donde, según comunicó Elena a su familia, su marido iba a dirigir un periódico. Se instalaron en el número 4 de la calle Paddock y matricularon al niño en un colegio árabe. El 30 de enero de 1997 los padres de Elena viajaron a Londres para asistir al nacimiento de su segundo nieto y comprobaron que la pareja vivía en una casa confortable. Aquellos días no cesaban de llegar cestas con canastos de ropa, regalos y comida árabe. A su hija y a su nieto no les faltaba de nada.

La publicación que dirigía Mustafá era la revista Al Ansar, el órgano de opinión del Grupo Islámico Armado (GIA), que entonces se editaba en Londres. El GIA era un grupo terrorista asociado a Al Qaeda que protagonizó terribles matanzas en Argelia y atentados en Francia. Su mentor espiritual era el clérigo palestino Omar Mahmud Toman, Abu Qutada, el hombre de Bin Laden en el Reino Unido, un tipo grueso y barbudo al que los padres de Elena vieron varias veces en la casa de su hija en la calle Paddock. "¿Qué hace el niño reunido con esas personas tan mayores", preguntaba el abuelo a su hija cuando Mustafá se reunía con Qutada, el fanático salafí.

Tras los atentados del GIA en el metro de París, Setmarian fue detenido por la policía británica por su presunta vinculación con los terroristas que pusieron las bombas en la capital francesa, pero fue puesto en libertad. A los padres de Elena les dijeron que había sido detenido por uno de sus artículos contra EE UU y ésa fue la excusa que dieron en septiembre de 1997 para informarles que se trasladaban a vivir a Pakistán, donde Mustafá iba a dirigir un periódico. ¿Pero adónde? ¿A qué ciudad? Desde entonces, hace más de siete años, el matrimonio de Moratalaz desconoce el teléfono y la dirección de su hija. "No os lo doy por vuestra seguridad", les dice la joven cuando comunica con ellos.

Los informes de la policía española y de la CIA aseguran que Setmarian se estableció en Afganistán bajo el amparo del régimen talibán. Un país que conocía bien y al que había viajado varias veces en compañía de Mohamed Bahaiah, un correo de Bin Laden para Europa que vivió en Granada. Él fue quien le presentó a Bin Laden en 1988 y a partir de entonces Mustafá se convirtió en el emir del grupo sirio de asociados a Al Qaeda. Bahaiah, otro fugitivo, es el cuñado de un presunto miembro de la célula española.

Setmarian no dirigía un periódico en Afganistán, sino los campos de entrenamiento de Derunta y Al-Ghuraba, "donde entrenaba a los terroristas en venenos y sustancias químicas", según señaló Adam Erili, el viceportavoz del Departamento de Estado de EE UU cuando ofreció los cinco millones de dólares por su captura. Una acusación similar a la que sostiene el juez Garzón contra Mustafá. "Se conoce que en su campamento, cercano a Jalalabad, se impartían cursos de armamento y explosivos a muyahidin conversos procedentes de Francia, Italia y España para proporcionarles entrenamiento con el fin de que luego se incorporaran a sus respectivos países como células durmientes a la espera de recibir órdenes de la organización", dice un informe policial reservado sobre Setmarian.

Ahmed Ressam, el argelino de 37 años detenido en 1999 en Washington cuando se dirigía con un coche cargado de bombas a volar el aeropuerto de Los Ángeles, confesó ante la Corte de Manhattan (EE UU) que en aquellos campamentos les enseñaron a usar venenos y gases mortales. "Nos entrenamos en proyectos para difundir gas en los sistemas de ventilación... Nos enseñaron a mezclar gases tóxicos con otras sustancias y a fabricar explosivos con fertilizantes químicos".

Muy cerca de Setmarian, en el campo terrorista de Khalda, estaba su amigo Anwar Adnan Mohamed Saleh, chej Salah, un palestino al que conoció en Madrid y con el que creó la primera célula de Al Qaeda en España. Al igual que él había sido llamado para tareas más importantes por Zein al Abideen Mohamed, Abu Zubaida, responsable del paso de los muyahidin a los campos de entrenamiento. El español y el palestino coordinaron durante varios años la llegada y entrenamiento en Afganistán de los combatientes que desde Madrid les enviaban Abu Dahdah y Amer el Azizi, un traductor marroquí que se integró en el grupo.

Setmarian se ganó la amistad y el respeto del mulá Mohamed Omar, el clérigo talibán que inició el combate contra los rusos en 1994 con un puñado de hombres y dio cobijo a Bin Laden y a su séquito en Afganistán. Mustafá estuvo muchas veces sentado frente a él en su despacho de Kandahar, una sencilla oficina con un lema místico grabado en la pared: "El triunfo nace de Alá. El momento de la victoria está al alcance de la mano".

Algunas fuentes aseguran que Setmarian trabajaba en realidad para el tuerto Omar y que veía a Bin Laden con alguna reticencia, la misma que tenían los talibanes hacia el terrorista saudí. Los árabes que llegaban a los campos de Bin Laden miraban con cierto desprecio a los afganos, a los que consideraban atrasados en sus planteamientos religiosos. El salafismo yihadí e internacionalista de este último tenía poco que ver con la posición aldeana y cerrada de los talibanes. Entonces las fricciones eran constantes.

Setmarian recibió en su refugio afgano la visita de amigos españoles. En el año 2000 el traductor de árabe Alouny dejó a su mujer e hijos en Granada y se trasladó a vivir a Kabul, donde ejerció como periodista para la cadena árabe Al Yazira. Allí vio varias veces a Mustafá, quien le facilitó contactos para sus movimientos y entrevistas, según ha reconocido el sirio español en su declaración ante Garzón. Según Alouny, hoy procesado por el juez, Setmarian trabajaba entonces para los talibanes y no para Al Qaeda. Asegura que ignoraba su relación con campos terroristas.

La pista de Setmarian se perdió en Kabul "después de los atentados del 11 de septiembre (2001) y tras los ataques de la Alianza del Norte al aeropuerto. Al parecer, desde Kabul se dirigió a las provincias de Logar, Gardez y Khowst, y de ahí, a Pakistán", asegura un informe confidencial de la policía. ¿Fue Setmarian quien facilitó a Alouny los vídeos y la entrevista con Bin Laden en la que se éste se atribuyó los ataques contra las Torres Gemelas?

El paradero de Setmarian es un misterio. Algunos le sitúan en Irak junto al terrorista jordano Abu Musab al Zarqawi, pero las fuentes policiales y judiciales consultadas coinciden en su proximidad a Bin Laden. "Su apariencia occidental y el pasaporte español que porta pueden haberle facilitado el cruce de fronteras internacionales", dice el documento policial. Hace más de un año Mustafá habló por teléfono con su suegro y le juró que todo lo que se decía sobre él era mentira: "Voy a escribir a Garzón, voy a limpiar mi nombre y aclararlo todo". "Papá, le persiguen por motivos políticos", añadió Elena.

En julio de 2003 Elena y sus cuatro hijos entraron de forma clandestina en Kuwait, donde han sido descubiertos. A mediados del pasado mes de mayo seguían allí a la espera de ser deportados. Según la legislación kuwaití, la ciudadana española puede elegir el destino de su deportación siempre que el país receptor acceda a acogerla.