'El hombre de las mil caras' y los fondos reservados

El hombre de las mil caras y los fondos reservados

Alberto Rodríguez ha dirigido una magnífica película, El hombre de las mil caras, basada en el libro de Manuel Cerdán, en la que recoge la intervención de Francisco Paesa en la captura de Luis Roldán, el hombre más buscado durante los años 90 y que protagonizó una de las páginas más negras de la última legislatura de Felipe González (93-96).

Para quienes participamos entonces en la vida política, la película era de obligada visión sobre todo para analizar con la perspectiva de los 20 años transcurridos unos terribles hechos que permitieron, mediante el saqueo de los fondos del Ministerio del Interior destinados a la lucha antiterrorista, que 1.500 millones de las antiguas pesetas salieran de las arcas del Estado y sigan a fecha de hoy en paradero desconocido.

Varias son las reflexiones que me suscita la película, sobre todo escuchando los comentarios que en voz baja iban haciendo los espectadores, absolutamente críticos cuando no hostiles, hacia la actuación de quienes negociaron la entrega de Roldán al margen de los cauces habituales en operaciones policiales de ese tipo.

En aquel tiempo yo estaba al frente de la Secretaría de Estado de Interior y puedo asegurar que mientras se realizaban esas gestiones secretas para la entrega de Luis Roldán, desconocidas incluso por quienes ostentábamos responsabilidades directivas en el Ministerio del Interior, los cuerpos policiales, tanto el Cuerpo Nacional de Policía como la Guardia Civil –este último cuerpo especialmente afectado por las actuaciones de quien había sido su director– realizaron una búsqueda incesante, sin regatear ni medios ni esfuerzos, para proceder a la detención de Roldán, desplazándose a todos los lugares, incluso los más lejanos, en los que aparecían pistas mínimamente creíbles. Una vez más las Fuerzas de Seguridad del Estado estuvieron a la altura de las circunstancias.

Por otro lado, la Administración de Justicia realizó impecablemente su papel. Luis Roldán fue juzgado por todos los delitos por los que era acusado y cumplió la pena de prisión que se le impuso. En el ámbito político, los ciudadanos votaron en marzo de 1996 y las urnas dieron su veredicto.

Pero desgraciadamente hay una asignatura pendiente, que un Estado de Derecho no puede dejar pasar y es la recuperación de esos 1.500 millones de pesetas, que no han sido restituidos a las arcas del Estado y que pertenecen a todos los ciudadanos españoles.

Pese a los grandes discursos teóricos contra la corrupción, lo cierto es que veinte años después de los hechos, que magistralmente narra la película El hombre de las mil caras, la corrupción tiene ampliamente extendidas sus redes dentro del sistema. Y ello con un silencio clamoroso, cuando no tolerancia, de determinados responsables políticos, algunos de los cuales incluso alardean públicamente de no prestar la colaboración exigida por las autoridades judiciales. El dinero que los ciudadanos pagamos con nuestros impuestos, para la prestación de los adecuados servicios sociales, se desvía de sus objetivos públicos, para ir a dar respuesta a intereses privados, las más de las veces, inconfesables.

Tenemos que decir con contundencia “No a la corrupción” y eso exige que el Estado ponga todos los medios a su alcance, reforzando sobre todo la cooperación policial internacional, para que el dinero procedente de cualquier género de corrupción política sea recuperado. Y eso es plenamente aplicable a los 1.500 millones de pesetas que, como dice la película y ocurrió en la realidad, se distrajeron de los fondos reservados.

Es verdad que han transcurrido más de 20 años y que determinadas responsabilidades penales pueden estar prescritas. Pero sea cual sea el Gobierno, es necesario que por los cauces legales y con las actuaciones policiales, financieras o diplomáticas que resulten procedentes, se haga lo necesario para la restitución de ese dinero a las arcas públicas.

La película El hombre de las mil caras tiene que ser un claro aldabonazo para poner de relieve, que en política como en la vida cotidiana, “solo lo ético es práctico”. La democracia española sólo podrá pasar página de verdad, cuando el dinero sustraído vuelva a su legítimo propietario, que son todos los ciudadanos españoles.

Margarita Robles es diputada nacional socialista y ex secretaria de Estado de Interior.

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