El imperativo de la igualdad de género en Asia y el Pacífico

La igualdad de género ofrece a cualquier país una importante oportunidad económica. Pretender lograr un crecimiento firme sin aprovechar todo el potencial de las mujeres es básicamente como pelear con una mano atada a la espalda.

De hecho, según una nueva investigación del McKinsey Global Institute (MGI), si las economías de Asia y el Pacífico aceleraran el progreso hacia la igualdad de género, en 2025 lograrían un aumento de 4,5 billones de dólares en su PIB colectivo anual (el equivalente a sumar una economía con el tamaño combinado de Alemania y Austria cada año). La oportunidad es especialmente grande en el caso de la India, cuyo PIB crecería nada menos que 18%.

El aporte de la igualdad de género al crecimiento se daría por tres vías. Según el MGI, un 58% del avance en la región de Asia y el Pacífico se debería al aumento de la proporción de mujeres en la fuerza laboral; otro 17% al incremento de las horas trabajadas por las mujeres; y el 25% restante al ingreso de más mujeres a sectores de mayor productividad.

Pero la igualdad en el trabajo va de la mano con la igualdad de género en la sociedad. Pese a los notables avances habidos en educación de las niñas y salud, las mujeres de toda la región siguen sujetas a actitudes tradicionales que definen la labor doméstica como su función principal. Eso lleva a que a menudo carezcan del necesario acceso a financiación para iniciar o expandir empresas y a capacitación para el mercado laboral moderno.

Es verdad que resolver la desigualdad de género es un problema complejo y a largo plazo, que demandará un amplio involucramiento de la sociedad. Pero hay cinco áreas en la región de Asia y el Pacífico donde gobiernos, empresas y organizaciones no gubernamentales pueden comenzar a hacer avances significativos.

La primera es la participación de las mujeres en empleos de mayor calidad. Aunque hoy las mujeres representan la mitad de la población regional, sólo aportan el 36% del PIB; pero esta medida no tiene en cuenta el trabajo no remunerado que hacen en el hogar, que según una estimación conservadora podría valuarse como un aporte adicional de 3,7 billones de dólares a la producción económica.

A escala global, el valor del trabajo no remunerado de las mujeres es tres veces el de los hombres; en la región de Asia y el Pacífico, la proporción es cuatro a uno. Puede haber casos en los que dedicar tiempo a esa clase de tareas sea elección personal, pero para muchas mujeres que quieren ganar dinero fuera de casa, todavía no hay auténtica igualdad de género.

Este problema se puede encarar de diversas maneras, comenzando por políticas laborales más flexibles, servicios accesibles de cuidado infantil y más oportunidades de capacitación, sobre todo en las áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemática. Además, países como la India e Indonesia pueden obtener grandes dividendos de invertir en infraestructura y transporte para conectar a más mujeres con oportunidades de trabajo productivas.

Una segunda prioridad es resolver la subrepresentación de las mujeres en los círculos de liderazgo empresarial. A escala global, hay menos de 40 mujeres por cada 100 hombres en puestos de liderazgo (incluida la política), y en la región de Asia y el Pacífico, esa cifra se reduce a cerca de 25. Si bien entre 2011 y 2016 la proporción de mujeres presentes en juntas directivas de empresas de la región se duplicó (de 6% a 13%), sigue siendo demasiado pequeña.

Para romper el techo de cristal en la región de Asia y el Pacífico hay que desmantelar diversas barreras, entre ellas: expectativas culturales de que las mujeres deben dar más importancia a la crianza de los niños que a sus carreras; la falta de servicios de cuidado infantil accesibles; sesgos inconscientes en los lugares de trabajo; y la escasez de modelos de rol y provisión de apoyo. Pero el problema más importante que hay que resolver es que muy pocas empresas en la región ofrecen opciones laborales flexibles.

Una tercera prioridad es mejorar el acceso de las mujeres a la tecnología digital, algo que puede abrir incontables puertas económicas (y sociales), entre ellas, el acceso a financiación. De hecho, las mujeres han comenzado a prosperar en algunas de las florecientes industrias digitales de la región. En el mayor mercado virtual de Indonesia, las empresas de propiedad femenina representan el 35% de la facturación total; y en China, el 55% de las empresas de Internet nuevas son fundadas por mujeres.

Para profundizar estos avances hay que ampliar la capacitación de las mujeres en el uso de tecnologías digitales, o estas serán un arma de doble filo en el floreciente mercado cibernético de Asia: si no se cierra la brecha de género en el área, las mujeres serán excluidas de la revolución tecnológica que atraviesa la región.

Una cuarta prioridad es cambiar las actitudes sociales en relación con los roles de género. Es probable que el principal obstáculo al avance de las mujeres en la sociedad y en el trabajo sea la idea tradicional de que el lugar de la mujer es el hogar.

Los datos de la Encuesta Mundial de Valores sobre este tema para el período que va de 2010 a 2014 son reveladores. En toda la región de Asia y el Pacífico, el 44% de los encuestados dijeron que los hombres lideran mejor que las mujeres. Y el 70% de los encuestados en la India (contra sólo el 21% en Australia) consideraron que no es bueno para los hijos que la madre trabaje. Es necesario que los líderes de los gobiernos, las empresas, los medios y las diversas comunidades cooperen para cambiar estas ideas.

La prioridad final es implementar una mayor colaboración regional en pos de la igualdad de género. Las iniciativas públicas y privadas tienden a funcionar mejor cuando están adaptadas a comunidades y países específicos. Pero crear alianzas regionales en torno de objetivos compartidos puede acelerar el avance de los esfuerzos nacionales y locales.

Por ejemplo, los países de Asia y el Pacífico pueden unirse para aumentar la financiación de iniciativas dirigidas a la igualdad de género y alentar una mayor atención a las cuestiones de género en las inversiones y la elaboración de presupuestos. Más en general, los gobiernos deberían compartir más sus experiencias respecto de las estrategias que funcionan mejor.

La región de Asia y el Pacífico alberga algunas de las economías más pujantes e innovadoras del mundo. Está creando un nuevo futuro lleno de promesas, y su importancia internacional es cada vez mayor. Pero (como muchos de sus líderes han llegado a comprender) hoy las mujeres no son protagonistas igualitarias en este proceso. Ahora es el momento de acelerar el avance hacia la igualdad de género y hacia la concreción del poder de las mujeres para generar crecimiento y mejorar el bienestar social.

Oliver Tonby is McKinsey & Company’s managing partner in Southeast Asia and the co-leader of the firm’s All-In initiative, which develops and shares innovative work practices that promote gender inclusivity and women’s leadership. Anu Madgavkar is a McKinsey Global Institute partner. Traducción: Esteban Flamini.

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