El incierto futuro de la Unión Europea

La unión, voluntaria o forzosa, entre Francia y Alemania ha sido el origen de muchos intentos por unir Europa. Estos dos países, junto con Italia y los tres del Benelux, promovieron, en 1951, la creación de la CECA y en 1956 el Tratado de Roma. El Reino Unido rechazó la invitación para unirse y en 1960 creó una organización económica paralela y competidora, la EFTA, con siete países, pero en 1972, fracasado su intento de perjudicar a la Comunidad Europea, la abandonó y se unió al tratado.

En 1992 se firmó el Tratado de Maastricht, que es el intento más serio para unir a los países de Europa de forma pacífica, mediante la creación de la Unión Europea. El Reino Unido fue uno de los doce firmantes, aunque no está claro si para boicotearla o controlarla, pues finalmente la abandonó en 2016 (Brexit). El Tratado de Maastricht preocupó al mundo anglosajón. Por la creación del euro como moneda única en 2000, compitiendo con el dólar y con la libra británica. Porque el acuerdo franco-alemán fue positivo, por su éxito económico durante las siguientes décadas. Cuando se firmó el tratado, los países miembros eran 12, y 15 en 1995, cuando la UE prácticamente abarcaba toda la Europa «occidental» (excepto Noruega, Suiza, Islandia y Liechtenstein). Y porque preocupaba que esa UE pudiera establecer relaciones con los países del este, y especialmente con Rusia, una vez desmembrada la URSS en 1991, empobrecida y debilitada por Yeltsin, y habiendo aceptado la economía libre de mercado y la democracia parlamentaria.

El principal error de la UE fue no desarrollar su propio sistema de seguridad colectiva, creyendo que no había peligro de volver a guerras en Europa. Además, tanto los EE.UU. como el Reino Unido, primer y tercer países más importantes en la OTAN (Turquía era el segundo), argumentaron que bastaba con la OTAN. Eso implicó que la UE dejó su seguridad y defensa en manos de terceros países, y con el Brexit esta cuestión es aún más importante. En 1995 la UE tenía 15 miembros y la OTAN 16, todos países europeos «occidentales». La UE se había convertido en una potencia económica, pero carecía de su propia capacidad de defensa. Por el contrario, la OTAN había incrementado su potencia militar, bajo el mando de EE.UU. y la cooperación de los demás. En 1999 Yeltsin terminó su presidencia de Rusia, y la OTAN admitió a tres países procedentes de la antigua zona de dominación soviética, comunista, y en 2004 ingresaron otros siete más, todos también admitidos como países miembros de la UE. Puede que estos países excomunistas fueran atraídos por la bonanza económica de los países de la UE, y que su ingreso en la OTAN fuese un mérito para lograrlo. Lo cierto es que entraron en masa en ambas organizaciones en 2004, y para entrar en la UE se les rebajaron los exigentes criterios que tuvieron que cumplir los países admitidos hasta 1995.

Varias guerras han tenido consecuencias negativas para la UE, aunque su participación haya sido siempre escasa, ayudando en misiones internacionales de la ONU o de la OTAN, bajo la dirección de los EE.UU. Así, la I Guerra del Golfo (1990-91), y la II (2003-11), ambas iniciadas por los EE.UU. invadiendo Irak, provocaron incrementos en los precios del petróleo para una Europa totalmente dependiente en materia energética. Mucha más importancia ha tenido para la Unión Europea la guerra de los Balcanes, en la que intervino activamente la OTAN bajo mando norteamericano (1991-2006), y que concluyó con la división de Yugoslavia (que no había sido aliado de la Unión Soviética, aunque sí comunista) en siete países, la mayoría de los cuales ya son miembros de la OTAN, y algunos también de la UE. La incapacidad militar y política de la UE para dirigir una guerra en el corazón de Europa demostró su dependencia en seguridad y defensa. Los países europeos participaron secundariamente en la guerra y ocupación de Afganistán por los EE.UU. durante casi veinte años (2002-21). La guerra civil en Siria, iniciada en 2011 y aún no finalizada, en la que ha habido muchos contendientes con intereses diferentes y cambiantes, enfrentó a EE.UU. con Rusia, pero quien ha pagado la factura de acoger a millones de refugiados ha sido la UE. Algo similar en la actual guerra de Ucrania, pues los millones de refugiados acuden a la UE. No es extraño que algunos analistas se refieran a estas guerras como guerras contra Europa.

No debe olvidarse la crisis financiera de 2008, iniciada por bancos norteamericanos que rápidamente contaminó a la UE y casi logra la salida de Grecia y otros países con economías débiles. Cuando estaban recientes sus consecuencias, estalló la pandemia de COVID-19 en 2019, que, siendo mundial, afectó en mayor medida a la arquitectura de la UE, desde la reaparición de fronteras, aranceles, restricciones al comercio interior y a los movimientos de personas, reducción de la capacidad productiva, a su economía, hasta el punto de que al escribir estas líneas el euro cotiza por debajo del dólar. En esta ocasión se ha puesto de manifiesto la unión entre Francia y Alemania, decisiva para ayudar a los países con economías más débiles, convenciendo a países reticentes a esas ayudas. Pero Italia y España son los eslabones más débiles actualmente en la UE, y sus problemas son los que más pueden debilitarla.

Finalmente, la guerra de Ucrania, invadida por Rusia, que argumenta sentirse amenazada por el crecimiento de la OTAN (dos países neutrales, Finlandia y Suecia, están en proceso para ingresar en la OTAN). Ciertamente otros han utilizado ese argumento para invasiones «defensivas» en otros lugares del mundo. Pero, con independencia de que al disolverse la URSS en 1989-91 se hubiese acordado que la OTAN no se extendería al este, cuestión que los países occidentales niegan, la guerra está ahí, quien sufre los muertos y la destrucción es Ucrania, y los países que saldrán más perjudicados y debilitados son la UE y Rusia. Por supuesto la posible cooperación económica o política entre la UE y Rusia queda rota para décadas. Pero muchos analistas opinan que este es el primer enfrentamiento entre EE.UU. y China a través de terceros. EE.UU., a través de la OTAN, apoya económica y militarmente a Ucrania, mientras China sigue guardando silencio. La OTAN, y no la UE, parece en estos momentos la institución que liderará la unión de Europa, bajo el mando de los EE.UU. y Reino Unido. OTAN sube, UE baja.

Juan Díez Nicolás es académico de número en la Real de Ciencias Morales y Políticas.

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