El juego engañoso del acuerdo Transpacífico

Se describe al Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) como un regalo caído del cielo para todos los 12 países involucrados. Sin embargo, la oposición a dicho acuerdo puede que sea el único tema sobre el cual concuerden los candidatos presidenciales estadounidenses que aún están en carrera; asimismo, el ministro de comercio de Canadá ha expresado serias reservas al respecto. ¿Están siendo poco razonables los críticos del TPP?

La respuesta en una sola palabra es no. Sin lugar a duda, el TPP podría ayudar a que EE.UU. avance en el logro de su objetivo de contener la influencia de China en la región Asia-Pacífico, situación que se ejemplifica en la declaración del presidente de Estados Unidos Barack Obama en la que dice que: “con el TPP, China no establece las reglas en dicha región; nosotros las establecemos”. Sin embargo, los argumentos económicos no son, ni de lejos, tan fuertes. De hecho, si bien el TPP traerá consigo algunas ganancias, en su mayoría las grandes corporaciones serán las que las acumulen, y dichas ganancias llegarán a expensas de los ciudadanos de a pie.

En términos de ganancias, un estudio del Gobierno de Estados Unidos sobre el tema proyectó que, hasta el año 2025, el TPP aumentaría el crecimiento del PIB de sus países miembros en un magro 0,1%, como máximo. Más recientemente, la Comisión de Comercio Internacional (CCI) estimó que, hasta el año 2032, el TPP aumentaría el crecimiento económico de Estados Unidos en un 0,15% ($42,7 mil millones) y acrecentaría los ingresos en un 0,23% ($57,3 mil millones).

Sin embargo, los defensores del TPP han ignorado en gran medida estos resultados, prefiriendo citar dos estudios realizados por el Instituto Peterson para la Economía Internacional (PIIE), un promotor conocido de la globalización económica. En el año 2012, el PIIE afirmó que el TPP impulsaría el PIB total de los países miembros en un 0,4% después de diez años. En enero, declaró que el PPT aumentaría el PIB total en un 0,5% durante los próximos 15 años. En un estudio del Banco Mundial que se dio a conocer el mismo mes, los autores de la investigación del PIIE proyectaron que, hasta el año 2030, se tendría un incremento promedio del 1,1% en los países miembros del TPP.

Algo está claramente fuera de lugar. Una mirada más cercana revela que los resultados hallados por estos estudios en lo que se refiere a los supuestos beneficios del TPP carecen del sustento de la teoría económica, de un modelado creíble o de evidencia empírica. Las únicas ventajas que se presentan, y que son consistentes con la metodología de investigación de la corriente principal de pensamiento, son los beneficios comerciales relacionados con las aranceles. Pero si los autores del PIIE hubiesen utilizado métodos convencionales para estimar las ganancias totales provenientes del comercio, tales beneficios podrían incluir una parte muy pequeña de las supuestas ganancias derivadas del TPP. De acuerdo con el PIIE y el Banco Mundial, aproximadamente el 85% del crecimiento total proveniente del TPP se debe a “medidas no comerciales” y a inversiones extranjeras relacionadas.

De manera concomitante, estos estudios ignoran el nivel de empleo y la distribución del ingreso – ámbitos en los que se cimientan algunos de los principales riesgos de la liberalización del comercio. En contraposición, simplemente asumen que se cuenta con pleno empleo en cada uno de los países y que, a lo largo de todos los países, la distribución del ingreso, la balanza comercial y la posición fiscal se mantienen constantes.

El estudio de la CCI, que utiliza un modelo ligeramente diferente, predice un aumento en el déficit comercial que destruiría 129,484 puestos de trabajo en Estados Unidos (sin embargo, inexplicablemente, se estima que el TPP aumentaría el empleo aportando 128.000 puestos de trabajo). También proyecta un aumento neto de las exportaciones de $25,2 mil millones en el año 2032 (en dólares estadounidenses del año 2032), que es una pequeña fracción de la proyección de $357 mil millones del PIIE para el año 2030 (en dólares del año 2015).

En el caso de nuestro estudio, mis colegas y yo usamos, a pesar de tener nuestras reservas, las estimaciones de ganancias realizadas por el PIIE en el año 2012 sobre ganancias relacionadas con el comercio, junto con especificaciones económicas más realistas, incluyendo especificaciones sobre la distribución del ingreso y el nivel de empleo. Hemos proyectado una presión a la baja sobre los salarios, misma que, al reducir la demanda interna, daría lugar a una disminución del empleo y a una mayor desigualdad en todas las agrupaciones de países. La pérdida de puestos de trabajo que se proyecta asciende a unos 771.000, a lo largo de todos los países del TPP, incluyendo 448.000 en EE.UU. únicamente. Estas pérdidas contrabalancearían cualquier beneficio del crecimiento, y, EE.UU. y Japón sufrirían pequeñas pérdidas de ingresos netos (-0,5% y -0,1%, respectivamente).

Incluso si el TPP se encuentra en conflicto con el interés nacional o público, los países participantes están obligados a seguir sus disposiciones. Poderosos grupos de cabildeo, principalmente de EE.UU., se aseguraron de que ello sea así. Y, lamentablemente, asegurarse de ello fue todo lo que dichos grupos hicieron.

A pesar de ser descrito como un acuerdo comercial, el TPP, realmente, no es ni siquiera un acuerdo relativo al comercio. Muchos países del TPP ya son considerados como países que tienen las economías más abiertas del mundo, habiéndose ya liberalizado la mayor parte del comercio de mercancías entre dichos países mediante acuerdos anteriores e iniciativas unilaterales. Las principales restricciones comerciales que aún quedan involucran barreras no arancelarias, tales como los subsidios agrícolas estadounidenses, que el TPP no aborda.

En contraposición, las disposiciones más importantes del TPP fortalecen, amplían y extienden los derechos de propiedad intelectual. Estas disposiciones otorgarán a las compañías farmacéuticas monopolios por períodos mucho más largos, en el caso de los medicamentos patentados y mantendrá a las opciones más baratas – tanto opciones genéricas como alternativas que se consideran demasiado similares – fuera del mercado, perjudicando tanto a los consumidores y a los gobiernos que proporcionan subsidios.

Además, el TPP debilita las regulaciones nacionales, tales como aquellas relativas a los servicios financieros, y fortalece los derechos de los inversores extranjeros, a expensas de las empresas locales y del interés público. Las disposiciones para la solución de controversias entre inversores y Estados (ISDS) permiten que los inversores extranjeros lleven a cabo procesos de arbitraje privado de carácter vinculante contra los gobiernos en el caso de que las nuevas regulaciones reduzcan sus ganancias futuras esperadas.

Los gobiernos que pierdan esos litigios se verán obligados a compensar a los inversores extranjeros; pero, incluso aquellos que ganen dichos litigios incurrirán en altos costos legales. De hecho, los posibles pagos de compensación relativos a ISDS o a acuerdos de solución por sí solos podrían contrarrestar, de lejos, los limitados beneficios económicos que trae consigo el TPP. El temor de incurrir en costos tan elevados probablemente debilitará los incentivos que tienen los gobiernos para implementar regulaciones que perjudiquen a los intereses corporativos extranjeros, incluso cuando dichas regulaciones vayan a favor del bienestar público.

Por último, a pesar de que el mayor impacto del TPP se encuentra fuera de la esfera del comercio, el acuerdo se ha utilizado para socavar los esfuerzos multilaterales de liberalización del comercio. La víctima más obvia ha sido las negociaciones en curso de la Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio, pero también sufrirán los efectos el Foro de Cooperación Económica Asia - Pacífico y la Comunidad Económica de la ASEAN.

Durante muchos años, los defensores del TPP han estado exagerando de manera grosera los beneficios previstos de este acuerdo, mientras que restaban importancia a sus potencialmente altos riesgos y costos, la mayoría de los cuales serán incurridos por los ciudadanos de a pie. La realidad es que el TPP tendrá un impacto apenas perceptible en el PIB, va a beneficiar, casi exclusivamente, a las grandes corporaciones, y va a limitar significativamente el espacio para políticas que necesitan los gobiernos para acelerar el desarrollo económico y para proteger el interés público. Realmente, este es un acuerdo de asociación muy peculiar.

Jomo Kwame Sundaram was Assistant Secretary-General for Economic Development in the United Nations system and received the 2007 Wassily Leontief Prize for Advancing the Frontiers of Economic Thought. Traducción de Rocío L. Barrientos.

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