El juez Goldstone

"Si hubiera sabido entonces lo que sé ahora, el Informe Goldstone habría sido totalmente diferente". Así comienza el juez Richard Goldstone su muy discutido artículo en el diario The Washington Post. Yo, por mi parte, estoy convencido de que si el redactor jefe hubiese valorado mejor ese texto la frase inicial hubiera sido algo así como: "Si llego a saber que este informe se utilizaría para tacharme a mí, precisamente a mí, de "judío que odia a los judíos", no solo ante los ojos de mi adorado Israel, sino también ante los ojos de la comunidad judía sudafricana -que es la mía-, nunca hubiera redactado este informe". Y si no fue esta la frase inicial del citado artículo sí es desde luego la que subyace en todo su texto.

Este vergonzoso giro de 180 grados no se produce de un día para otro. Llega después de año y medio de una intensa campaña de intimidación y desprestigio contra el juez, una campaña parecida a la que en el pasado destruyó la imagen de personajes tan poderosos como el senador estadounidense William Fullbrigt, lapidado por haberse atrevido a descubrir los ilegales manejos del lobby American Israel Public Affairs Committee (AIPAC) con el Estado de Israel.

En el mes de octubre de 2009, Goldstone ya adelantó a CNN que "amaba profundamente a Israel", que "había trabajado en numerosas ocasiones por la causa israelí y que lo seguiría haciendo" (Vídeo Fareed Zakaria GPS, 4 de octubre de 2009).

Si pensamos que cuando realizó estas declaraciones no existían "nuevas evidencias" -como ahora dice que tiene- podríamos preguntarnos cómo es posible que ese amor suyo no se viera al menos debilitado por lo que fueron descubriendo -él y los demás miembros de la comisión de Naciones Unidas- a medida que redactaban el informe original.

Pero lo peor estaba por llegar. Hace exactamente un año, en abril del 2010, la campaña organizada contra su persona alcanzaba su punto más álgido. ¿O sería mejor decir el más bajo? Fue dirigida por el portavoz de la Federación Sionista Sudafricana, Avrom Krengel, que, entre otras cosas, intentó impedir la entrada de Goldstone en la ceremonia del Bar Mitzvah de su nieto con el pretexto de que Goldstone había "causado un daño irreparable al conjunto del pueblo judío".

La Federación Sionista Sudafricana amenazó también con la formación de piquetes a las puertas de la sinagoga durante la celebración de la ceremonia. Aún peor fue la intervención del gran rabino de Sudáfrica, Warren Goldstein, que condenó a Goldstone por "el enorme daño causado al Estado de Israel".

El pasado mes de febrero, Goldstone ya afirmó que "Hamás había cometido crímenes de guerra pero no Israel" en una entrevista, que no fue emitida, del Canal 2 de Israel. Seguía sin ser suficiente, los israelíes exigían mucho más.Los lectores se preguntarán: "¿Es que acaso el juez Goldstone no tuvo los suficientes arrestos para soportar la presión?". Buena pregunta, pero ¡qué le vamos a hacer! La sionización de las comunidades judías y la identificación de lo judío con el sionismo posee un poderoso efecto disuasorio que impide que los judíos liberales se enfrenten abiertamente a Israel y sus crímenes.

De vez en cuando muchos judíos liberales parecen querer liberarse, permitir que sea su propia conciencia, en lugar de su miedo, la que dirija sus actos. Sin embargo, muchos de ellos parecen incapaces de persistir en sus buenas intenciones, al menos en lo que respecta al Estado de Israel. El riesgo de ser incluidos en el grupo de "los judíos que se odian a sí mismos" -con todo lo que esa inclusión trae consigo- es demasiado alto y costoso para ellos. Habría que encontrarse dentro de su piel para entender esta clase de terror.

Precisamente hace solo unas semanas, el departamento de espionaje militar israelí anunciaba que acababa de crear una unidad especial para identificar y perseguir a individuos y organizaciones sospechosas de "deslegitimar" a Israel en el extranjero. A la luz de estos hechos es probable que un buen número de corazones débiles asuman que los riesgos de enfrentarse a Israel no merecen la pena.

Deberíamos habernos dado cuenta de que el juez Goldstone pertenecía a este grupo cuando afirmó que, a pesar de las conclusiones de su informe, él seguía siendo sionista.

Este adjetivo, "sionista", está mucho más cargado de significado de lo que normalmente se cree. Uno no puede decirse "sionista" si se opone a la ideología del apartheid que practica el Estado de Israel. Puedes, sí, seguir siéndolo si simplemente criticas al Estado de Israel por ciertos hechos criminales pero te niegas a ver la conexión entre dichos hechos y la ideología que subyace en los mismos. Decir "soy sionista" es una declaración de lealtad que de ninguna manera puede aceptar el Informe Goldstone del 2009. En pocas palabras, se puede ser sionista o, por el contrario, se puede acusar a Israel de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, pero no las dos cosas a la vez.

Que este mea culpa no tiene nada que ver con la aportación de nuevos datos queda meridianamente claro cuando uno examina "las evidencias" mencionadas por Goldstone para justificar su retractación. Para ser del todo honesto debería decir que no se necesita ser un experto en Derecho Internacional para saber que Israel cometió crímenes de guerra en Gaza. Los informes de organizaciones como Breaking the Silence y representantes de Naciones Unidas sobre el terreno así lo prueban: el Informe de Goldstone no es la única evidencia.

Las fotografías e imágenes que vimos en nuestras pantallas y las que vimos también allí mismo demuestran la existencia de una política criminal dirigida a matar, mutilar y herir como castigo colectivo. "Los palestinos atraerán sobre sí mismos un nuevo Holocausto" prometió a los ciudadanos de Gaza Matan Vilnai, secretario del ministro de Defensa en febrero del 2008.

La única evidencia nueva que aporta Goldstone, es la existencia de una investigación interna puesta en marcha por el Ejército de Israel que dice que uno de los casos "sospechosos" de ser considerados crímenes de guerra fue debido a un "error" cometido por el Ejército y que está, todavía, siendo investigado. Este debe ser el as que guardaban en la manga: las muertes indiscriminadas de miles de palestinos fueron solo un "error".

Desde el inicio del Estado de Israel, los cientos de miles de palestinos asesinados por Israel fueron siempre terroristas o "bajas por error". ¿Así que de los 1.400 muertos de Gaza solo 29 lo fueron "por error"? Solo una posición fuertemente ideológica podría basar la elaboración del informe en una investigación interna del propio ejército que se concentra en solo uno de los muchísimos casos existentes de masacres y asesinatos ilegales. De ninguna manera puede decirse que hayan existido pruebas nuevas que impulsaran a Goldstone a reelaborar sus conclusiones. Es más bien su deseo de volver al confortable redil sionista lo que ha dado origen a su injustificable renuncia.

Algo que también queda claro si observamos la forma en que va subiendo de tono cuando se refiere a Hamás y lo baja cuando se dirige a Israel. Lo hace, seguramente, porque cree que así se librará de la justa cólera de Israel. Pero está equivocado, muy equivocado. No habían pasado sino unas pocas horas desde la publicación del artículo cuando Ehud Barak, ministro de Defensa de Israel, Netanyahu y, por supuesto, el premio Nobel de la Paz Simón Peres, encargaron a Goldstone una nueva tarea: a partir de ahora tendrá que dedicarse a hacer bolos de un campus universitario a otro en servicio del nuevo y piadoso Israel. También puede que diga que no, pero en ese caso volverán a negarle el acceso a la ceremonia del Bar Mitzvah de su nieto.

Por Ilan Pappé, catedrático de Historia y director del Centro Europeo de Estudios Palestinos en la Universidad de Exeter. Out of Frame: The Struggle for Academic Freedom in Israel (Pluto Press, 2010) es su último libro. Traducción de Pilar Salamanca.

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